En veinte años de revolución comunista Venezuela ha pasado de tener doce mil industrias activas atener actualmente operativas dos mil, con anuncio de cierre antes de un año del sesenta por ciento de las existentes. Estos datos hay que relacionarlos con que apenas el dieciocho por ciento de la capacidad industrial en nuestro país está en funcionamiento.
¿Qué ha pasado?La respuesta es sencilla y basta solamente recordar el proceso de hostigamiento permanente del régimen contra grandes, medianos y pequeños industriales en nuestro país. Eso que el oficialismo llama expropiaciones, utilizando aquella voz que se hizo desgraciadamente famosa: “exprópiese”, no son más que unas vulgares e ilegales confiscaciones, violando flagrante e impunemente el artículo 115 constitucional que textualmente ordena: “Sólo por causa de utilidad pública o interés social, mediante sentencia firme y pago oportuno de justa indemnización, podrá ser declarada la expropiación de cualquier clase de bien”. Sin juicio y por tanto sin sentencias y sin la justa y oportuna indemnización el oficialismo procedía rapazmente a ocupar los bienes, por lo que la acción del gobierne no tiene otra calificación sino la de despojos delictivos en ataque a la propiedad privada.
Veinte años atrás Venezuela era la cuarta economía de América Latina, con intercambios económicos favorables con casi todos los países con los cuales mantenía relaciones. El mejor ejemplo es Colombia, república hermana con el cual teníamos una balanza comercial de cinco mil millones de dólares anuales, favorable a nosotros, debido básicamente a que importábamos de allí productos agrícolas y exportábamos productos manufacturados.
Existe pues en Venezuela un proceso de devastación durante 20 años contra los industriales que ha colocado a este sector en situación de agonía. Y es que además de los ataques contra la propiedad privada ha sido víctima de leyes que han asfixiado su actividad, tanto a nivel impositivo como de fijación arbitraria de precios y entre otras varias medidas en su contra, la importación de bienes con los cuales ha tenido que competir en situación totalmente desventajosa, de esto último el mejor ejemplo es la importación de producción excedentaria de azúcar de Brasil, lo cual amenaza con la quiebra de la cañicultura nacional.
A todo este registro de ruina dentro del sector industrial venezolano, debemos añadir el resultado de este cierre progresivo de empresas, el alto nivel de desempleo que se ha generado, precisamente en el área productiva donde había más estabilidad laboral, donde se pagaban los mejores salarios y en donde siempre ha existido un buen nivel de capacitación y adiestramiento. Quiere decir que los perjudicados con este fusilamiento oficial a la industria no fueron solamente los dueños de empresas, sino además centenares de miles de trabajadores, muchos de ellos con calificación técnica y profesional proporcionada por las mismas empresas.
Para recuperar la Industria venezolana se necesita, además de un cambio de modelo económico y el rescate de la plataforma democrática, darle una revisión profunda a las leyes bases de la política económica estatal con base en los postulados constitucionales: “Se garantiza el derecho de propiedad. Toda persona tiene el derecho al uso, goce, disfrute y disposición de sus bienes”, como lo dispone el artículo 115. Así mismo, el Estado debe retomar los lineamientos constitucionales relativos a la promoción del empleo de la ciudadanía como lo ordena el artículo 87:” El Estado garantizará la adopción de las medidas necesarias a los fines de que toda persona pueda obtener ocupación productiva, que le proporcione una existencia digna y decorosa. Es fin del Estado fomentar el empleo”. Al contrario del mandato constitucional el mal gobierno que impera en el país, como arriba se precisó, destruyó y sigue destruyendo las fuentes de empleo, sometiendo a la población a una existencia degradante de bochornosas carencias.
Sera tarea urgente para la Democracia que esta por rescatarse el usar todos los recursos económicos, financieros, laborales y legales para sacar al sector industrial del hueco profundo en la cual la ha metido el régimen comunista actual. Pero estamos seguros que con la colaboración de todas las fuerzas del cambio lo lograremos. Dios con Nosotros.
Jorge Rosell y Jorge Euclides Ramírez