La dictadura no escatima en acciones para mantener la fachada. Sabe que siempre contará con comentarios positivos, tras liberar a un preso político. Es su dádiva para la apariencia, su habilidad para manejar las emociones; no su brazo a torcer. Ahora lo han hecho de nuevo, soltando a Juan Requesens de su cautiverio injusto. No hay manso cordero en Miraflores y siguen con su insana experiencia de darnos un pasatiempo, para continuar con sus demás procesos.
Se teje una andanada de análisis. Que se negoció con algunos traidores en la oposición. Que esta alegría entrañable es pasajera. Que no está libre, pues se le otorgó el rancio beneficio de arresto domiciliario.
Fueron más de dos años en los cuales el pobre Juan no vio la luz del día. Evidencia un deterioro lamentable y no conocemos si su maltrato indebido, pueda disminuir sus impulsos valiosos en la política.
Seguirá detenido en su residencia. Así ha sucedido con otros presos del régimen. Él continuará enclaustrado, sin la gratitud social por sus grandes esfuerzos. Debe sentir que su andar está inconcluso. Le han mellado sus huellas. Han golpeado duramente su indestructible valor para responder. No le temía husmear en los densos pasillos de la denuncia. Le tocará sacudirse el polvo de sus propias dudas.
Lo han liberado de una jaula marchita. Por ahora no será su cámara mortuoria, su ataúd invisible. Las razones de para su encierro fueron tan inverosímiles. Él fue la excusa maligna para avalar un hecho poco creíble. Aquella explosión de drones en 2018 sólo permitió corroborar la poca valentía de los militares que acompañan al usurpador.
Cuenta entonces con una libertad camuflada. Es una novedad editorial para la prensa, pero no un hecho tangible. Sigue secuestrado y no conocemos qué tanto queda de valor en este gran hombre de la política.
No es un gesto positivo ni un indicio de buenos pasos en Venezuela. El Gobierno español y Bachelet parecieran haber mordido el anzuelo repetido. Todavía yacen encerrados 386 reos por las mismas razones. La tiranía deja trampas a su paso y no dudo que esta sea una más, de las que ya atiborramos en las memorias falsas y los olvidos dolorosos.
Me ha parecido interesante que Juan Guaidó y María Corina Machado se hayan reunirse en privado. Los dos tienen formas de hacer política y métodos distintos. Pero sí he pensado que cuentan los dos con una meta primaria y coincidente. No sé si logró discutirse en términos adecuados la propuesta más que anhelada.
El tiempo va agotándose y ya la lucha no permite maromas insuficientes. Es el momento de concretar un sueño incubado por años. Queda sin comprensión la no articulación en la ruta para Machado. Coincido en los 120 días de plazo y que es menester concretar la vía. Para eso fue este encuentro, pese a las diferencias evidentes.
Las elecciones presidenciales en Estados Unidos marcan los pasos. Donald Trump y Joe Biden se la juegan en unas urnas consternadas por la pandemia y por posiciones muy diferentes. Las encuestas dan alrededor de diez puntos arriba al candidato demócrata. Pero nada se puede dar por hecho. Así sucedió con Hillary Clinton, quien obtuvo casi tres millones de votos más que el empresario y perdió por el conteo indirecto y valedero de los colegios electorales.
La tónica es saber quién se pondrá los pantalones con el caso venezolano. Biden ha tenido expresiones poco convincentes y casi desabridas sobre el tema. Trump pareciera tomar acciones contundentes, pero a cuentagotas.
Tengo la convicción de que existe un ultimátum en el que convinieron todos. Es hora de que los dirigentes de ambos países trabajen en mangas de camisa y no se detengan hasta lograr la libertad verdadera para el país. No queremos una aparente como la de Requesens. Sino una triunfal que permita reconstruir las instituciones, derogar leyes sin bases reales y edificar un Estado de Derecho en igualdad de oportunidades.
El pacto unitario debe ayudar sobremanera al vigor final. No es un antojo de últimos meses del año ni otra cortina difusa. Pienso que el respaldo internacional está inmerso dentro del plan auténtico. No existe un manual para los cometidos imposibles. Pero sí prevalece el irresistible amor a la patria, las decisiones escritas de antemano y la confluencia de todos los factores para anhelar con los pies en la tierra.
Ya conocemos los falsos positivos y las alegorías aburridas del régimen. Requesens estará confinado en una casa por cárcel, como se encuentra actualmente el país, pues vivimos en un gran recinto penitenciario, carentes de libertad y ahogados con lo poco que quieran darnos los gendarmes de Miraflores. Pronto el diputado saldrá de su claustro silencioso, como de igual manera proclamaremos la libertad de esta gran nación.
José Luis Zambrano Padauy
@Joseluis5571