Esta ave fue traída al Caribe hace más de dos siglos, se cree que como ave ornamental, y con el paso del tiempo, se dispersó de manera natural a las islas cercanas.
En 1958 se realizó un concurso promovido por la Sociedad Venezolana de Ciencias para nombrar un ave nacional y el Turpial salió victorioso frente a otras especies como el Gallito de las Rocas, el Cucarachero Común, la Paraulata Llanera, el Zamuro y la Guacharaca.
El origen de su nombre tiene dos hipótesis, algunos sostienen que tiene raíces indígenas mientras que la otra indica que es la forma onomatopéyica de su canto, que puede escucharse como “turu-pio, turu pio”.
En muchos sitios de Venezuela es común ver a esta ave cantando, y aunque emite llamados y fraseos a cualquier hora del día, es más común al amanecer.
Frecuentemente recorre sabanas y selvas de galería, zonas cálidas y de poca precipitación en las que consigue fácilmente su alimento.
Los tonos de su plumaje van con la edad, los turpiales amarillos son los más jóvenes, mientras que los adultos son anaranjados.
Como un dato peculiar está que no fabrican sus nidos, suelen utilizar los que hayan sido abandonados o en algunos casos incluso expulsan de manera agresiva a los ocupantes y una vez instalados lo defienden ferozmente.
A pesar de su cacería indiscriminada y su comercio, el turpial sigue siendo un ave común en estado silvestre.