Científicos rusos dieron a conocer tardíamente los primeros resultados de las pruebas iniciales con la vacuna experimental Sputnik V, que recibió el visto bueno del gobierno el mes pasado a la vez que críticas de los expertos porque se las aplicó apenas a unas decenas de personas antes de aplicarla más generalizadamente.
En un informe publicado en la revista Lancet el viernes, los creadores de la vacuna dijeron que aparentemente era segura y provocó una reacción de anticuerpos en tres semanas en las 40 personas participantes de la segunda fase del estudio. Sin embargo, los autores señalaron que el seguimiento duró apenas 42 días, la muestra era pequeña y no se aplicó un placebo o una vacuna de control.
Parte de la prueba de seguridad utilizó solamente a hombres y la mayoría de los participantes tenían entre 20 y 40 años, de manera que no está claro cuál sería su eficacia en las poblaciones de mayor edad, las que están más en riesgo de sufrir complicaciones graves del COVID-19.
Los expertos internacionales siguieron expresando dudas sobre la eficacia y seguridad de la vacuna. No obstante, sus creadores rusos hicieron algunas afirmaciones audaces el viernes al presentarla a la prensa.
El profesor Alexander Gintsburg, director del Instituto Gamaleya de Moscú que creó la vacuna con ayuda del ministerio de Defensa, dijo a la prensa que ésta provoca una reacción inmunitartia «suficiente para contrarrestar cualquier dosis imaginable que infecte (a una persona) con COVID-19.
“Estamos dispuestos a afirmar que el efecto protector de esta vacuna será detectable y permanecerá en un nivel adecuado durante dos años o quizás más”, dijo Gintsburg, aunque no presentó prueba alguna en respaldo de su declaración.
Según el informe en Lancet, las pruebas tuvieron lugar en dos hospitales rusos con adultos sanos de entre 18 y 60 años, a quienes se sometió a aislamiento una vez que se registraron para la prueba. Permanecieron en el hospital durante los primeros 28 días del estudio tras la vacunación.
Parte del estudio utilizó una fórmula congelada de la vacuna y otra una variante liofilizada. Los científicos dijeron que la versión congelada sería adecuada para las cadenas de suministro globales mientras que la liofilizada podría utilizarse en zonas de difícil acceso.
Las dos versiones utilizaron una versión modificada del adenovirus que provoca el resfriado común para transportar genes de la proteína de pico del coronavirus a fin de preparar al organismo para reaccionar si lo ataca un verdadero virus del COVID-19. Es una tecnología similar a la de las vacunas en elaboración por la farmacéutica china CanSino Biologics y la británica de la Universidad de Oxford con AstraZeneca.
Los investigadores rusos dijeron que los 40 participantes reaccionaron con anticuerpos neutralizadores, moléculas que son cruciales para bloquear una infección. También aparentemente provocaron una reacción en los linfocitos T, que destruyen las células invadidas por el virus.
Los efectos secundarios más frecuentes fueron dolor en el sitio de la inyecciòn, jaqueca y dolores musculares o articulares.
Un comentario que acompañó la nota, firmado por el doctor Naor Bar-Zeev de la Facultad Bloomberg de Salud Pública de la Universidad Johns Hopkins, dijo que los estudios eran “alentadores pero pequeños”. Dijo que la reacción provocada por la vacuna es un “buen augurio”, pero que “aún no se ha demostrado la eficacia de ninguna vacuna contra el COVID-19”.