En tiempos de crisis como la que estamos viviendo en este país actualmente, es imperioso buscar con diligencia donde están los regalos que Dios nos prodiga diariamente, para evitar que la ira o el desánimo tome nuestras vidas. Y los hay. Muchos. El detalle es, que Ud. los va a buscar en el mercado y no los va a poder comprar ni con la divisa norteamericana, por cuanto son “Regalos del Creador”.
Mi caso. Y tal vez el de muchos otros. Cuando salgo a correr por la mañana vía autopista, me paseo por debajo de los cujíes que adornan las orillas del sector, por lo cual, recibo por lo menos tres veces a la semana la bienvenida de un concierto polifónico de chicharras llamadas también Cigarras. Con un sonido que sería interesante medir en decibeles.
Ese sonido “ensordecedor” que regularmente escucho, evoca en mí las tardes soleadas en el solar de mi casa cuando era niño. Aquel, donde se encontraba un enorme cují que a duras penas nos guarecía del sol y donde jugábamos con estos animalitos mi hermano gemelo, Alonso y yo. Ese cují, que refresca mis recuerdos, que me acompañan siempre cuando corro o entreno ya no existe. Dejó sus lágrimas bajo el polvo del verano para dar paso al progreso.
Es bueno saber, sobre todo aquellos que todavía piensan que lo que existe en el mundo de la naturaleza apareció por azar, evolucionando hasta ahora. Descartando la acción omnipotente y poderosa del arquitecto del universo, del Creador, que el canto bullicioso que escuchamos cada día en las chicharras, es entonado solo por los machos para atraer a las hembras. Y aunque el sonido es emitido a cualquier hora del día, es más frecuente e intenso al anochecer y al amanecer. Y curiosamente, cada especie emite su sonido. Propio, distinto, diferente, característico de cada una de ellas. Otra cosa que debieran explicar los evolucionistas, es la perfección en la elaboración del sonido. Este es producido por un aparato estridulatorio situado en los costados del primer segmento abdominal, que consta de membranas quitinosas llamadas timbales y de sacos con aire que funcionan como cajas de resonancia. ¿Cómo les parece?
Es triste ver como hombres y mujeres brillantes. Con grandes estudios, con títulos y carreras universitarias que apuntan a la excelencia, son capaces de creer que las características de este animalito que hemos descrito anteriormente sea producto de la casualidad. Y que tiene su origen en la teoría del BIG BAN que acuñaron los franceses.
De las chicharras aprendemos lecciones de la Creación, por cuanto la naturaleza es el otro libro del Altísimo. Así, como el canto de los machos, es un canto de amor exclusivo para el llamado de las hembras. Así, es el canto persistente de Dios para sus hijos. Para quienes andan en un mundo de confusiones teológicas. Para quienes, cierran sus oídos y su entendimiento y le dan prioridad a su yo por lo cual se alejan más de Dios. Y para los que necesitan de su amor y su poder. De allí la necesidad de afinar el oído cada día. Si Ud. quiere ser del redil del Señor, entonces reconocerá su voz y obedecerá. Si no, aún sin darse cuenta, atenderá el llamado de los extraños. Dice Dios «Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen»(Juan 10:27). Un texto claro y contundente para meditar en él.
¡Hasta la semana que viene Dios mediante!
William Amaro Gutiérrez