El hecho de que en la frontera no haya paso vehicular, no impide que alimentos, medicamentos, repuestos de toda clase y uso, es decir todo tipo de artículos y bienes, sean grandes o pequeños, pocos o muchos, al detal o al mayor, incluyendo la “ayuda humanitaria”, sin dejar de mencionar el dinero en efectivo de remesas, continúen su traspaso de la línea de frontera, en ambas direcciones.
En realidad, el transporte automotor de carga ha sido sustituido por “personas de carga”, especializadas en el traslado de mercancía, legal e ilegal, que además han encontrado en esta actividad su modus vivendi, aparentemente productivo, pese a los riesgos que hacen parte de los pasos fronterizos no legales.
Cargando sobre su espalda y su nuca bultos de hasta cien kilos de peso, o unos pocos kilos más, cientos de hombres se mueven por los únicos caminos existentes, supuestamente “a escondidas”, y que no todos pueden atravesar, integrando una compleja red de trabajo, relaciones, trámites, en todo caso irregulares más que ilegales, o sea, no registradas, evidenciando la razón de vida de la frontera más viva de América.
De alguna manera, esta intensa actividad, pese a los controles, es la razón por la cual casi no se nota el desabastecimiento de alimentos y de otros artículos prioritarios, entre otros, como víveres en general, productos de higiene personal y de aseo del hogar, alimento para mascotas, etc., cuya abundancia se aprecia claramente en las decenas de puestos informales de venta de productos colombianos en calles, avenidas, zonas residenciales y barriadas de nuestra ciudad, los cuales son permanentemente reabastecidos.
Ello se debe a que, prácticamente, se ha logrado una especie de “normalización”, casi que legalización, según la cual el comercio informal, no registrado, no pagador de impuestos, se ha encargado de suministrar bienes y servicios a la población venezolana, dado que las ventas informales también proliferan en otros estados del país, y en la zona capital.
El intercambio legal
De acuerdo con datos de la Cámara de Comercio Colombo-Venezolana, a raíz del cierre del paso vehicular y peatonal, consolidado con la obstaculización de los puentes internacionales Simón Bolívar, Tienditas y Unión, en San Antonio, Ureña y zona norte, respectivamente, desde febrero 2019, el comercio total entre ambos países se ha reducido en cerca de 82 %, si se compara con los números de 2015.
Los números indican que, en ese año, el volumen total de las operaciones del comercio binacional sumó un mil 331 millones de dólares, y para 2019 solo se registró un volumen de negociaciones por un monto de 241 millones de dólares. Del mismo modo, en particular, las exportaciones que Colombia realizaba a Venezuela también sufrieron una dramática caída, dice la Cámara, dado que en 2015 las exportaciones totalizaron un mil 50 millones de dólares, y en 2019 apenas alcanzaron 196 millones.
A partir de febrero 2019, como efecto de la obstaculización del paso por los puentes con los contenedores soldados a la estructura metálica, el intercambio experimentó una nueva caída de casi 50 %, si se compara con los números de 2018, cuando el intercambio binacional registró 479 millones de dólares, según la Cámara, con base en DANE.
En Cúcuta de acuerdo con reabrir los puentes
Por otra parte, autoridades municipales de Cúcuta han manifestado estar de acuerdo con la pronta reapertura de la frontera, por cuanto lo consideran como el elemento básico para el inicio de la reactivación de la economía fronteriza binacional, en particular del comercio.
La apertura del tránsito fronterizo aliviaría el paso legal y sin dificultades, en especial, de medicinas y alimentos desde Colombia hasta Venezuela, dando un respiro a la situación crítica que se vive en nuestro país, al poner en manos de los compradores nacionales, y en sus ciudades de origen, los alimentos y demás artículos que la industria colombiana pueda suministrar, a través. por supuesto, de la libre circulación para el transporte de carga.
Y, de hecho, reduciría de forma importante el tráfico de venezolanos hacia Cúcuta, a donde van, en gran mayoría, a comprar esos productos, lo que, a su vez, facilitaría un cambio favorable en las políticas asistenciales. no solo de la municipalidad cucuteña, sino también de las de San Antonio y Ureña, que igualmente verían disminuir el exceso de población flotante, que la necesidad mueve hacia la frontera.
Pero ¿qué implicaría la reapertura?
Hay dos puntos de vista. Por un lado, de acuerdo con comentarios de algunos expertos en materia fronteriza, el proceso para esta decisión es más complejo de lo que parece. Para Ronald Rodríguez, investigador y vocero del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario, en declaraciones dadas al Proyecto Migración Venezuela, de la revista Semana en febrero de este año, dijo que, si se da un planteamiento oficial, “implicaría que el Estado colombiano entre en diálogo con el régimen de Nicolás Maduro”, a quien no reconoce.
Pero Wladimir Tovar, director de la Cámara Social de Transporte de Carga del estado Táchira, y experto aduanero, explica que la decisión de reabrir el paso, y facilitar la reanudación de la actividad comercial binacional, es directamente del Ejecutivo nacional venezolano.
—No tiene nada que ver el gobierno de Colombia, asegura, por cuanto allí están en vigencia plena todas las medidas de orden aduanero, ya que ellas no han sido bloqueadas. Por lo tanto, desde el momento en que se produzca la apertura de los puentes, por voluntad del Gobierno nacional, empiezan a desarrollarse todas las operaciones de comercio internacional de importación y exportación a través de la frontera, porque las autoridades de aduana de Colombia y los demás entes competentes están habilitados.
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