Por elemental angustia venezolana, deseo que la convocatoria pública de Juan Guaidó produzca buenos resultados. Si algo echamos de menos en el liderazgo político alternativo es unidad y estrategia. Es justo reconocer al joven político guaireño valentía y dedicación, al lo cual sumaba en 2019 una novedad que lo favoreció y objetivo reconocer también las dificultades nada despreciables que su llamado deberá vencer.
La unidad la he defendido y la defiendo, en torno a una estrategia para producir el cambio político que Venezuela necesita y que la realidad reclama a gritos desde su profunda crisis social, económica, sanitaria e institucional. La írrita convocatoria electoral está atravesada, pero ella por sí sola no marca un antes y un después, si la oposición sabe qué hacer y lo hace. La estrategia tampoco puede agotarse en crear una alternativa al voto parlamentario. Es preciso que mire más lejos y más adentro.
En el boxeo los pegadores buscan resolver rápido los compromisos con un golpe decisivo, mientras aquellos púgiles que dependen de su habilidad técnica, saben que ese no es el camino, se cuidan de recibir ese manotazo final y preparan su victoria. En un libro excepcional, Norman Mailer relata El Combate en Zaire (Hoy República Democrática del Congo) entre Muhamad Alí y George Foreman. Ali que en su juventud combinaba las dos virtudes, ya desgastado por el tiempo y afectada su salud, no podía hacer lo mismo de antes y trazó una estrategia para debilitar a su potente y peligroso oponente, aguantar y al final vencerlo. Parecía imposible, pero lo logró. Eso fue hace 46 años. Los actuales dirigentes opositores no habían nacido, estaban muy pequeños o pequeñas o algunos no lo recordarán, por lo mismo es lectura que les recomiendo. Porque ese es el tamaño de su reto.
No se ve fácil el camino que urgentemente debe recorrer el llamado de Guaidó. Estamos en el peor momento para el país, pero también para el liderazgo opositor, cuya credibilidad está muy afectada como lo está la del poder. La sociedad agobiada por sus preocupaciones ve con indiferencia la política, tanto la oficial que rechaza como la alternativa de la que duda. Y se nota una diferencia entre la dirigencia que está aquí y la que está el exterior, lo cual complica el cuadro. A riesgo de parecer ingenuo, espero que antes de este llamado público, haya habido contactos para preparar el camino, ello ayudaría a su viabilidad, pues no sería un emplazamiento impactante sino una convocatoria verdadera. Los contratos de adhesión sólo son posibles cuando no hay otro modo, como en los seguros o las tintorerías, en este caso no ocurre ni lo creo deseable.
Para que funcione, como deseo, el llamado de Guaidó, superando distancias y brechas de confianza, harán falta, en convocante y convocados, grandes dosis de disposición unitaria sincera, coherencia fáctica en el compromiso verbal y consistencia para llevarlo adelante, con paciencia y perseverancia. Para eso, siempre, autocrítica suficiente; capacidad de revisión y ajuste constante.
No puede pedirse una estrategia destapada, es necio sumar al poder otra ventaja a las que tiene y utiliza sin escrúpulos, pero sí la transmisión convincente a la sociedad civil y al sector castrense, de que el liderazgo democrático entiende la situación, se ha puesto de acuerdo en qué hacer y lo hace.
El tiempo es el único recurso natural verdaderamente no renovable.
Ramón Guillermo Aveledo