“No os quedéis estancados. Todo, absolutamente todo se puede mejorar. Nadie sabe en qué dirección, o en qué sentido, pero si continuas quejándote y conformándote, te será muy difícil ser innovador o creativo”
Guy Kawasaki
Continuando con la entrevista a Hubert Jaoui, nos encontramos que le piden que explique qué estrategias se deben utilizar para que las organizaciones estén más abiertas a la innovación, más rápidas y más creativas para enfrentar el desafío de esta difícil etapa histórica. En este sentido dice que, analicemos la fórmula I = C + C. Traducido: Creatividad y Comunicación son las dos «C», los dos bueyes que tienen que tirar del carro de la innovación. Por eso todos somos y nos veremos obligados a convertirnos en especialistas en comunicación, un frente en el que hay muchas cosas por hacer. Francia e Italia por ejemplo, son dos países que se comunican de manera desastrosa, por una razón muy simple: se enfocan en transmitir el mensaje. ¿Y qué pasa con la escucha? Los más grandes científicos y filósofos del lenguaje nos han explicado que lo que comunicamos es lo que otros han entendido. Si el otro no reacciona, significa que nuestro proceso comunicativo no ha alcanzado la meta deseada. ¿Ha visto alguna vez a un ministro o director gerente que envía un mensaje y comprueba si se ha entendido o no? La escucha y el respeto deben convertirse en una obligación para los directivos en el presente y más aún en el futuro.
A menudo, los que toman las decisiones, ya sean ejecutivos de la administración pública o gerentes privados, no hacen ninguna diferencia, «matan» las mejores ideas. ¿Cómo se limita este fenómeno?
Aquí es donde también debemos afirmar una auténtica revolución cultural. La creatividad no es suficiente, se necesita respeto. Me horroriza escuchar la palabra dependiente. En la empresa recordemos que todo el mundo es creativo, no hay persona que no lo sea. El trabajador lo es a menudo más que el ingeniero. Existe una gran cantidad de innovación «clandestina» que hace bien los negocios, y que la propia dirección a menudo ignora. Es necesario potenciar este aspecto, por eso creo que el principio de subsidiariedad, inventado por los jesuitas, es todavía de una sorprendente modernidad. La responsabilidad de cada acción debe recaer en el actor de la organización que la lleva a cabo.
Según Hubert Jaoui, hablando de Italia, que nos refiere un ejemplo que se da en muchos países y en muchas empresas en el mundo, es una sociedad cerrada y este es el verdadero problema. Si existiera el campeonato de la burocracia, Italia lo ganaría sin ninguna competencia. Todo es inútilmente complicado, si no se realiza una reforma en ese sentido, es inútil hablar de competitividad. En Italia reina la inmovilidad, el caso de Lampedusa, donde se cambia todo para no cambiar nada es emblemático. Un tema fuerte, que incluso los líderes políticos más allá que los dirigentes empresariales, deben examinar con cuidado es aquello que llamo la transgresión inteligente, que quiere decir que reglas sí, pero que en ciertas condiciones es necesario transgredir, por que de otra manera, no solo el estado sino también las empresas, están condenados a morir. Cultura y un sano pragmatismo deben caminar juntas, para lograr resultados concretos y derrotar definitivamente la caída que pareciera haber marcado en forma irremediable estos años difíciles que se están viviendo.
Definitivamente, recalca Hubert Jaoui; Las empresas que podrán practicar una libertad equilibrada, una permisividad sazonada por reglas, serán más competitivas, adoptando la dialéctica como método para llegar a soluciones compartidas. 3M en Estados Unidos deja un día libre a la semana para que todas las personas involucradas en marketing e investigación cultiven sus pasiones, mientras que empresas como Google y Microsoft permiten a la gerencia dialogar con la competencia, que hasta hace poco era tabú. Estos son signos muy importantes de un mundo que finalmente está cambiando.
Italo Olivo
www.iolivo.com