Los primeros valientes regresaron a los cines en México.
Luego de casi cinco meses cerrados por la pandemia de COVID-19, las salas volvieron a dar la bienvenida al público y en su nueva normalidad incluyeron sanitización, asientos separados, menores aforos, cubrebocas y ¡palomitas!
El miércoles los asistentes se veían confiados, pero eran mínimos en el primer día de reapertura. Ahora les miden la temperatura al ingresar al cine, les proporcionan gel antibacterial, deben llevar puestos cubrebocas y pasar por tapetes desinfectantes de calzado.
“Se sintió padre el poder volver, para mí en lo particular ver una película en el cine es la manera definitiva”, dijo Matías Mora, un estudiante de 15 años, al entrar a una función en una sala IMAX de la cadena Cinépolis, donde era uno de los menos de 10 asistentes que se dieron cita. “Sí me sentía seguro”, agregó.
Andrea Ramírez y Víctor Diéguez, ambos de 16 años, fueron para celebrar el cumpleaños de Ramírez, quien no iba al cine desde 2019 y no llevaba su cubrebocas al llegar al cine. No sabían lo que iban a ver, “creo que sería mejor aventurarnos esta vez”, dijo Diéguez.
“Yo estuve aquí hasta el último día que estuvo abierto y estoy aquí el primer día que abre, no puedo vivir sin cine”, dijo Antonio Alamillo, un operador de una panadería de 47 años que iba acompañado de Nélida Cartujano, una profesora de 42 años, para ver “Rebelde sin causa”, una de las cintas clásicas que han regresado a la cartelera ante la falta de estrenos. Planeaban comprar palomitas. “Sin palomitas no es una ida al cine”, dijo Alamillo.
“Vale la pena, igual una comida, o un café, o lo que sea, finalmente tenemos que acostumbrarnos a lo nuevo que hay”, señaló Cartujano.
Para el público y para los cines era apremiante que se encendieran los proyectores y renaciera este popular entretenimiento.
En juego están los 19.050 millones de pesos (unos 854 millones de dólares) que generó la taquilla mexicana en 2019, según cifras de la Cámara Nacional de la Industria Cinematográfica (Canacine). Con 350 millones de boletos vendidos, el mayor número en la última década, México se colocó en el cuarto puesto del top mundial por número de boletos vendidos superado por China (1.650 millones de boletos), India (1.514 millones) y Estados Unidos (1.170).
En cuanto al top de millones de dólares generados en taquilla se colocó en el noveno puesto mundial y en el décimo mundial por asistencia per cápita. México tiene una población de 126 millones.
De acuerdo con Canacine se dejaron de vender 152 millones de boletos por el cierre entre el 25 de marzo y el 10 de agosto. Los cines proporcionan 40.000 empleos y siguieron pagando a sus trabajadores las 18 semanas que estuvieron cerrados. La pandemia provocó el cierre permanente de 12 complejos de cines en el país.
En la Cineteca Nacional, un conjunto gubernamental de oferta cultural, la limpieza cambió para realizarse en tres tiempos. Primero se retiran las palomitas que dejó el público en la sala y después rocían con una solución especial las butacas. Luego hay una limpieza de residuos y los asientos que se ocuparon en una función se dejan sin ocupar a la siguiente. Planean seguir el mismo proceso para todas las salas diariamente.
La Cineteca recibió el año pasado hasta 100.000 visitantes por mes. De momento sólo recibirán un máximo de 30% de su capacidad y sólo estarán abiertas sus salas más grandes. Para agilizar la visita se recomienda que el público compre sus boletos y golosinas vía internet. Los asistentes debe usar cubrebocas y sólo se lo pueden quitar para comer golosinas.
“Lo ideal es que vengan de dos en dos”, dijo Julio César Durán, jefe de prensa de la Cineteca. “Puede venir una familia pero tendrán que separarse justo porque no puedes tener a nadie atrás, adelante y evidentemente hacia los lados… Necesitamos reactivar la Cineteca, quedó demostrado, sin público no hay cine”.
Una de las asistentes a la primera función de la Cineteca fue la secretaria de Cultura de México, Alejandra Frausto, quien llevaba un cubrebocas con bordado de punto de cruz.
“Es un momento, regresar al cine, que parecía imposible. Pero justamente el arte hace que se logre lo imposible”, dijo Frausto al salir de una función de “Retrato de una mujer en llamas” (“Portrait de la jeune fille en feu”). “Vamos a retomar la vida cultural con enorme precaución”.
En las jardineras de la Cineteca había parejas con barbijos y grupos de amigos como los de la activista por los derechos humanos y la comunidad LGBT Marsha Beya Rubyn, quien llevaba uno de arcoiris.
“Morimos de ganas”, dijo Rubyn. “Estábamos en el encierro y ahora que se abrió la Cineteca vamos a disfrutar de una bonita película”.