Ante la pandemia del COVID-19, he visto lo que podría calificar como dos actitudes de la ciudadanía y del régimen que nos mal conduce.Una absolutamente responsable y seria, heroica diría, y otra totalmente irresponsable, de una gran dejadez e indiferencia. La primera se corresponde con la de los ciudadanos que han respetado su propia vida y la de sus semejantes, no han salido de sus casas, salvo para diligencias estrictamente necesarias, han evitado a toda costa reuniones de amistad y familiares, incluso de importancia como bodas, primeras comuniones, bautizos, funerales etc, y en especial deseo enaltecer la de los médicos y personal sanitario completo, quienes se han desvivido por atender a los enfermos y paliar su amarga situación y buscarle solución a su terrible enfermedad. Más de veinticinco médicos han fallecido en todo el país hasta el momento de escribir estas líneas. Algunos veteranos y otros muy jóvenes.En ningún otro país del mundo han fallecido tantos médicos como consecuencia de los contagios producidos por el COVID-19. Ni en Estados Unidos, ni en Italia ni en España, ni en Francia, ni en Brasil, países tan afectados por la pandemia, se ha producido esa espantosa tragedia con el personal médico. Igual se puede decir del resto del personal sanitario que lo ha dado todo para atender a los enfermos. Quiero agregar dentro de este personal sanitario a los estudiantes de medicina y enfermería. Nunca habrá como pagar esa entrega tan humana, tan cristiana y tan llena de bondad.
Mientras esto ocurre por un lado, por el otro he visto la actitud irresponsable de quienes hacen chistes y comentarios irrespetuosos y hasta burlas, saltándose el dolor de los enfermos y sus familias. Los datos acerca de fiestas (Rumbas las llaman hoy en día) son de una perversidad inimaginable, he sabido de viajes a la playa de grupos que se van en ese mismo plan de fiesta, como si acá no estuviera pasando nada. Qué clase de ciudadanos son esos. El mundo entero, pero especialmente Venezuela, vive una horrorosa realidad. Los venezolanos en este momento sufrimos los estragos de una enfermedad que hasta este momento no se le ha conseguido una vacuna que la pueda evitar. Nunca como hoy habíamos requerido tanto de la solidaridad, del acompañamiento aunque sea de lejos, de una llamada telefónica, de una medicina que proporcionar porque nos sobra en la casa, en definitiva una palabra de aliento que ayude a sobrevivir el dolor que hoy sufren tantos semejantes en esta aciaga hora.
Y podría decir que existe una tercera actitud que la igualo a la segunda que señalé arriba.La calamitosa situación económica, política y social que vive la República, a la que el régimen de Maduro no le presta atención alguna ni le da ninguna importancia. Nunca antes habíamos estado en semejante situación. Ya conocemos lo que nos pasa, no hace falta que nadie enumere las circunstancias que vivimos, existe un régimen ilegítimo que no permite la reinstitucionalización de la República, ni el combate a la corrupción, ni el progreso social necesario. Pánico me produce, por ejemplo, la situación educacional del país. Qué ira a ser de nuestros niños y jóvenes si no hay escuelas en condiciones mínimas para funcionar y, además, se quieren destruir las universidades grandes, autónomas y de prestigio.Oír mentiras todas las noches no arregla los problemas, los agrava. Confiemos en Dios.
Joel Rodríguez Ramos