El tarjetón electoral del 6 de diciembre mostrará a Unión y Progreso entre las opciones a marcar. Se trata de una nueva plataforma que encabeza Mercedes Malavé, expresidenta de Copei, y que busca ser vehículo para que figuras de la sociedad civil opten por una curul parlamentaria. De ser una tolda regional, cambió de manos y ahora tiene alcance nacional. Mientras organiza sus candidaturas, le pide al CNE que suspenda temporalmente los comicios debido a la pandemia y otras condiciones nacionales
Mercedes Malavé es la coordinadora nacional de Unión y Progreso, una organización política que ella evita calificar como «partido» y prefiere limitar el concepto a «tarjeta». Se trata de una opción política que parte de la tolda Progreso que fundó Miguel Cocchiola e el estado Carabobo, pero ahora con caracter nacional y nuevo nombre. Afirma que la estructura actual es «mínima», encabezada por ella y Daniel Castro como vicepresidente -ya formaba parte del partido en su forma anterior-, con otros activistas que «no provienen del partido Progreso» sumados a esta iniciativa.
Aunque no han comenzado a postular candidatos, están en el proceso de definirlos. Malavé quisiera que su tarjeta sirva de vehículo a personas surgidas de la academia -«exrectores, exdecanos»-, así como «gente del mundo empresarial que esté activa gremialmente, gente de los gremios, de los sectores productivos». Aunque se cuida de dar nombres, ciertos rasgos van asomando identidades, por ejemplo cuando menciona a quienes «promueven el turismo y los seguimos tanto porque Venezuela les sale por los poros», o quienes tienen trabajo en derechos humanos, de la mujer, de los niños «o todo el tema de la nutrición y se ha puesto en la palestra con gente muy experta».
Una sonrisa prudente es la respuesta de Mercedes Malavé cuando escucha que nombres como Susana Raffalli o Jorge Roig calzan con los perfiles que comenta. «Hay personas que hablan muy bien, que despiertan ese pathos cada vez que se pronuncian por Twitter, hay quienes denuncian con mucha vehemencia lo que sufren los venezolanos y sería buenísimo que lo hicieran desde el parlamento también».
Mientas afirma que hay que seguir reclamando las violaciones a la legalidad por las decisiones del CNE, así como las condiciones injustas del proceso, afirma que hay que participar para cambiarlas, en vez de esperar que cambien para luego participar.
-¿Qué es y para qué nace Unión y Progreso?
-Unión y Progreso es una tarjeta que logramos habilitar de manera nacional en el CNE. Ya existía, se llamaba Progreso. Fue una plataforma que utilizó en Carabobo el exalcalde Miguel Cocchiola. Por distintas razones se encontraba inactiva en el CNE. La última decisión de la ANC de habilitar a todos los partidos hizo que entaran en juego otras tarjetas. Nos reunimos, tuvimos varias convesaciones en Carabobo con la gente de Progreso. Llegamos a la conclusión de que compartíamos una estrategia común: la necesidad de habilitar la vía electoral, ofrecer una tarjeta a los electores que mereciera la confianza y se saliera de la dinámica del ecosistema que se ha venido construyendo alrededor de la Mesa de Diálogo, y ponerla a disposición con la única misión de llamar a votar.
-¿Qué rol cumple Eduardo Fernandez en esta organización? Rafael Simón Jiménez nos dijo a TalCual que esa tarjeta la manejaba él.
-Él nos ha inspirado en las ideas, en el impulso, en el propio testimonio de su entrega a esta causa, pero no forma parte de la directiva de Unión y Progreso ni tiene aspiraciones de ser candidato a las elecciones parlamentarias.
-¿Tiene idea de por qué Rafael Simón Jiménez dice que esa es «la tarjeta de Eduardo Fernández»?
-(Risas) Yo me imagino que muchas veces ha escuchado a Eduardo decir «hay que votar, hay que promover una tarjeta, vamos a ver qué tarjeta y partido se puede conversar para hablarle de la importancia de recuperar el camino electoral». Yo me imagino que es una forma fácil y rápida de hablar del asunto.
-Las postulaciones ya iniciaron y son hasta el 19 de agosto. ¿Ya tienen nombres, ya saben con quién armar esa maqueta nacional?
-No tenemos nombres todavía. Les hemos pedido a los estados proponer ellos las planchas de consenso. Están haciendo esfuerzos por convocar a movimientos pequeños, sectoriales, de la sociedad civil para tener planchas de consenso. Nosotros ayer introdujimos en el CNE la suspensión temporal del proceso porque es muy cuesta arriba, muy difícil, cumplir con el cronograma electoral en esta circunstancia país.
-¿Creen que el CNE pueda tomar una decisión como esa? Ese planteamiento ya lo han hecho Capriles y otros actores, argumentando la pandemia.
-Yo me imagino que eventualmente lo tomarán en cuenta, no por esa solicitud que se haga, sino por la misma situación del país que también a ellos les afecta. No es un invento, un capricho ni para favorecer agendas de nadie.
-El CNE anunció inscripciones y una nueva normativa sobre paridad de género que viola la prohibición de cambiar las reglas a menos de seis meses de las votaciones. Eso se suma al aumento inconstitucional de la cantidad de diputados o la violación legal con el voto indígena. ¿Cuál es la visión de Unión y Progreso al respecto?
-Esas cosas hay que denunciarlas, reclamarlas, no podemos dejar que pasen, hay que elevar la voz y pedir la suspensión temporal del proceso hasta actuar políticamente bajo cierta normalidad. Ahora, hay que tener claro que vamos a un terreno de lucha electoral, de combate, con un adverssario que ya conocemos perfectamente. La paridad de género en 2015 se introdujo cuando ya las planchas estaban mucho más constituidas, ya se habían realizado primarias para los candidatos de la tarjeta de la Unidad, se hizo irrespetando los lapsos.
Son cosas que enfrentamos y no las vamos a resolver hasta que no haya democracia, instituciones.
-Quienes cuestionan la participación también argumentan que la Asamblea Nacional de 2015 apenas días después de ser inslada ya le fue impuesto el desacato y no pudo actuar por completo en toda la legislatura. Que eso puede repetirse. Que el chavismo no se expondrá a perder. Y que los optimistas pasan a ser ingenuos. ¿Qué responde?
-El desacato de la Asamblea Nacional, que fue un atropello gigantesco a la voluntad de millones de venezolanos, no impidió la lucha de los demócratas desde la AN, siguieron sesionando, abriendo los ojos del mundo, y fueron reconocidos porque eran los diputados electos por el pueblo. Quien da legitimidad no es el TSJ, ni Maduro, ni la FAN, es el pueblo de Venezuela. Si después el gobierno atropella, debemos insistir en la consulta popular. Es la única fuerza que tenemos. No desamparas al pueblo cuando lo consultas, cuando te sometes a procesos electorales y buscas ganarlos. Lo otro no se sabe qué es o cómo puede activarse el ciudadano y participar, y eso nos parece una calle ciega.
El ecosistema actual de partidos
-¿Es posible pensar en candidaturas compartidas con otras organizaciones políticas?
-Las dinámicas de las alianzas políticas electorales como se han llevado hasta ahora en el país están bastante obsoletas, o superadas. Eso de que se sientan cuatro partidos y se reparten el país sin pensar en quiénes son los candidatos, qué promueven, eso no funciona. Por eso promovemos una descentralización de las alianzas: que en cada estado, cada circuito, se reúnan para ver quiénes son los candidatos más idóneos. No está conversado ningun tipo de preacuerdo o alianza previa. Sí te adelanto que en aquellos estados y municipios donde gobierna la oposición, hemos puesto la tarjeta a la orden de la propuesta que hagan los alcaldes y gobernadores, en caso de que se decidan a participar.
-El actual sistema electoral privilegia a partidos o alianzas más grandes. Una dispersión del voto opositor puede llevar al partido más hegemónico, el PSUV, ser sobrerrepresentado. ¿Lo consideran a la hora de con quién aliarse? En este momento están Unión y Progreso, los partidos de la «mesita», los partidos intervenidos; es un panorama con cada vez más actores.
-Para involucrarse en esto hay que tener una visión más trascendente de este evento electoral, que nos agarra en las peores circunstancias: con pandemia, crisis humanitaria compleja, ausencia de combustible y desarticulación de todas las fuerzas opositoras. Hay que prepararse para el día después, qué le podemos ofrecer al país luego de un resultado parlamentario que se vislumbra tétrico, difícil, confuso, con una ausencia de condiciones políticas. Podemos ofrecer continuar en la vía electoral. Hay que estar preparado para las luchas que vienen después. Hay que ser congruente. Tenemos que estar en las verdes y en las maduras con la vía electoral.
-¿Si los partidos intervenidos por el TSJ se acercan a Unión y Progreso pudiera plantearse una alianza circunstancial para candidaturas?
-Sí, hay dirigentes de PJ, de AD, que merecen todo el respaldo y el respeto de los factores políticos. Me viene a la mente el alcalde de Seboruco (Táchira), de Voluntad Popular. Lo mismo pasa con muchos otros dirigentes en todos los rincones del país.
-Al salir de la presidencia de Copei usted dijo: «un partido judicializado no puede estar abocado a serle útil a un país». ¿Cómo mantener la congruencia en ese caso, usando la palabra que usted usó?
-Separando las personas de las instituciones. A nivel de las bases el tema de la judicialización de los partidos no se comprende absolutamente. La visión que tenemos desde Caracas es muy clara de las cosas, sin embargo cuando te vas a los municipios las bases te dicen «pero si esta persona es con la que yo he trabajado toda mi vida, este dirigente siempre nos llamó a votar por la oposición», entonces se crean confusiones por dinámicas creadas en Caracas. Uno lo que tiene que hacer es explicar lo que está pasando y respetar sus decisiones.
-En TalCual hemos reportado lo que ha pasado con algunas de esas bases, convocadas no por factores que «siempre llamaron a votar por la oposición», como en Aragua donde PJ ahora lo maneja el fundador del Movimiento Hugo Chávez, o una diputada electa por Tupamaro que ahora se dice justiciera. Pero volviendo a la congruencia, usted dijo en febrero que la gira internacional de Juan Guaidó había sido exitosa y que «nosotros queremos apoyarlo, haciendo organizaciones de abajo hacia arriba, ¡es obligante!». ¿Ese apoyo a Juan Guaidó se mantiene? Si no, ¿cuándo dejó de existir?
-La gira internacional de Guaidó fue muy bien acogida y le abrió nuevas esperanzas al país. Llegó con aires nuevos y la posibilidad de impulsar la unificación de la oposición. Luego, con el tiempo vuelve a caer en la misma rutina, esta inercia. Nos convencimos de que había que crear algo nuevo, y sobretodo porque es la Constitución la que nos convoca porque se vence el período de los diputados.
-Unión y Progreso funciona como tarjeta y no como partido, según nos dice, pero se han planteado organizar testigos para defender el voto en las mesas?
-Sí. Estamos generando una página web de voluntarios. Tiene que ser un gran voluntariado de personas convencidas no de un credo ideológico, sino de que el voto es un arma de lucha que tenemos que defender, movilizar y promover en todo el país.
-¿Será usted candidata a diputada?
-(Risas) Como soy la que encabeza esta tarjeta, debo ser la última en montarse en el autobús.
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