La gasolina iraní fue insuficiente. El cansancio y el hastío se sienten con fuerza en todo el territorio nacional mientras el país se pregunta cómo es que PDVSA llegó a la ruina. En una alianza informativa, Tal Cual, La Nación, Correo del Caroní, La Mañana, Yaracuy al día, La Verdad y ElImpulso.com, ofrecen un balance general de este flagelo
Pedro Hernández empuja con fuerza su carro para acercarlo a la estación de gasolina, donde ha esperado más de seis horas por el despacho de combustible. De profesión médico, refleja en su rostro la indignación de quien se siente humillado. «Esto no puede seguir así. ¿Cómo es que un país petrolero, como Venezuela, se ha convertido en esto?», dijo.
Su lamento hace eco a lo largo y ancho del territorio nacional pues las enormes colas en las estaciones de servicio han convertido las calles de Venezuela en un estacionamiento a cielo abierto.
La gasolina iraní que arribó al país el pasado 24 de mayo resultó insuficiente, así como los esfuerzos para reactivar las plantas refinadoras de Pdvsa. La información fue suministrada por Freddy Alvarado, secretario ejecutivo de la Federación Unitaria de Trabajadores Petroleros de Venezuela (Futpv).
De acuerdo con el sindicalista, la refinería El Palito, situada en el Estado Carabobo, retomó este 4 de agosto las operaciones solo al 7% de su capacidad instalada, por lo cual producirá entre 8.000 y 10.000 barriles diarios de combustible, de los 140.000 que realmente puede procesar.
Con la refinería Cardón, en Falcón, todavía paralizada y El Palito procesando aproximadamente 10 mil barriles diarios de combustible, en Venezuela se registra un déficit de 78% en la cobertura del mercado interno.
Táchira y Zulia: El tormento
El Táchira es el estado más limitado y golpeado por la escasez de gasolina en Venezuela. Aunque la Mesa de Combustible -ente regulador en Táchira- ha permitido el despacho a sectores prioritarios, también es muy común conseguir gasolina revendida, problema que se ha recrudecido con la cuarentena.
Muchos tachirenses han tenido que dejar parados sus vehículos, pues ahora no hay suministro ni siquiera a precio internacional, solo a sectores priorizados ¿La razón? Medidas preventivas ante el aumento de casos de COVID- 19 en el estado.
Edgar Medina, presidente de la Asociación de Ganaderos de Táchira (Asogata), declaró que pese a la situación, el gremio agrario ha recibido apoyo de la Mesa de Combustible para surtir gasolina “gracias a una alianza que nos ha permitido tener cierta prioridad, al menos una vez por semana”.
Por ahora, el alcance es de 260 productores, específicamente 130 por jornada semanal.
No obstante, entre finales de marzo y principios de abril, el sector ganadero de la zona norte tachirense, se vio paralizado por la falta de combustible. Fueron dos semanas sin operaciones en la Bolsa Agrícola, donde se comercializan las verduras y hortalizas que se producen en el Táchira y surten al menos diez estados de Venezuela.
La situación no es menos crítica en el estado Zulia. Las enormes colas han sido noticia nacional pues el estado petrolero ya padecía la escasez de combustible mucho antes de la cuarentena.
Es importante mencionar que en el mes de mayo 196 estaciones de servicio en Maracaibo recibieron gasolina iraní. No obstante, para el mes de Julio solo permanecían abiertas el 20% de las gasolineras, situación que promovió el mercado negro de combustible a precios exorbitantes.
La ciudad que fue consideraba la Arabia Saudita de Venezuela, por su incalculable riqueza petrolera, se encuentra hoy en la miseria.
Caracas y Yaracuy no son intocables
Aun cuando Caracas y Miranda son de las regiones del país menos afectadas por la escasez de combustible, comparten con el resto de los estados las incongruencias, precariedad y fallas del sistema de pago: escasez de bolívares en efectivo; fallas del sistema Patria, demoras por la caída del sistema (por fallas de luz o internet), captahuellas dañados o puntos de venta deficientes o inexistentes.
Esto complica aún más la diligencia y suman malestar al calvario de las cuentas de días para surtir y las cantidades permitidas del carburante, por semana y por mes.
De acuerdo con datos aportados por los trabajadores del sector, en las estaciones de servicio a precio internacional, la demanda ha disminuido de 36 mil litros a 3 mil 700 litros diarios. En cambio, en las gasolineras subsidiadas por el Estado se mantienen enormes colas.
En Yaracuy la situación es similar. Tras la cuarentena solo se abastece el 20% de la demanda regional pues reciben cinco gandolas de las 26 que requieren.
Los sectores transporte y agrícola son prioritarios y cuentan con el suministro constante, a excepción de los fines de semana cuando disminuye considerablemente la distribución.
Bolívar, Falcón y Lara: El drama de la corrupción
Hasta 3 dólares cuesta el litro de gasolina en el estado Bolívar. Abastecerse de combustible implica, muchas veces, pasar más de dos días en una fila interminable de vehículos.
Quienes no logran llegar al surtidor deben esperar a la semana siguiente pues el despacho es interdiario y por número de placa.
De estas calamidades no están exentos los sectores prioritarios por cuanto transportistas, productores y personal de salud también realiza enormes sacrificios para equipar sus vehículos.
En Falcón el panorama es desalentador. «Tenemos como 15 días sin echar gasolina. Nosotros tenemos ahí el camión para transportar cambur, plátano, yuca… Pero nos dijeron que la gasolina se acabó», indicó un productor consultado.
En la región larense el mercado negro de gasolina es un negocio. Azalea Colmenárez, secretaria general del Sindicato de los Trabajadores de las Estaciones de Servicio, ha denunciado en varias oportunidades que los funcionarios de seguridad como FAES, Guardias nacionales, CICPC y PNB aprovechan sus cargos para incorporar personas a las colas, desviar el combustible, entre otras irregularidades.
La situación es aún más preocupante para el sector agrícola. Solo en Valle de Quíbor se produce el 60% de las hortalizas que se consumen en el país. La escasez de gasolina pone en jaque la distribución de alimentos, una amenaza más a la ya golpeada calidad de vida de los venezolanos.