El administrador apostólico de la Arquidiócesis de Barquisimeto y obispo de san Felipe, manifestó su preocupación ante lo que calificó una violación a los Derechos Humanos. «Las personas son botadas como un desecho»
En Venezuela el calvario se padece todos los días. Y es que no solo la población se enfrenta a la dramática realidad de la COVID- 19, sino a un sistema de salud deficiente que pone en riesgo su vida.
Así lo han manifestado los voceros de las organizaciones de Derechos Humanos quienes han elevado su voz para denunciar tratos inhumanos en los centros de confinamiento para migrantes que han retornado al país en los últimos meses.
En Barquisimeto, la Villa Bolivariana ha sido escenario de situaciones muy lamentables, pues las personas allí recluídas denuncian malos tratos, insalubridad, alimentos descompuestos, ausencia de agua potable para asearse, retraso de hasta dos meses en los resultados de pruebas PCR, privación ilegítima de libertad, entre otras irregularidades.
Al ser consultado sobre este tema, monseñor Víctor Hugo Basabe, manifestó su preocupación ante lo que considera una evidencia más del mal manejo que ha tenido el Estado frente a la pandemia. «Los centros centinelas tienen las peores condiciones de salubridad. Además, son los principales centros de contagio del coronavirus».
Monseñor agregó que desde el punto de vista de los DD.HH. constituye una privación ilegítima de libertad. «Están ahí casi que penados por haber salido del país. Estos centros centinelas son una especie de campo de concentración, las personas son botadas como un desecho y no son atendidas en sus necesidades. Incluso, en San Lorenzo, un funcionario del CICPC se fugó del centro ante las malas condiciones».
Las deficiencias de la infraestructura hospitalaria revelan la desinversión durante años de gestión. «Todo esto se suma a la mala situación de nuestros hogares, la escasez de gas doméstico que obliga a la gente a cocinar con leña y a desarrollar enfermedades respiratorias«.
Protocolo sanitario
Las autoridades eclesiásticas ratificaron el pasado 10 de julio que los templos permanecerán cerrados, a fin de evitar aglomeraciones que promuevan el contagio de la COVID- 19. «La mejor contribución que podemos hacer es ayudar a la gente a permanecer en su casa. En la Iglesia escuchamos al mundo de la ciencia que ha pedido evitar las reuniones de personas».
Hasta ahora, la Iglesia católica ha perdido dos sacerdotes a causa de la pandemia. «Este miércoles murió en Cabimas el padre Andrés Montero de 41 años. Si la gente joven no está teniendo la resistencia suficiente para afrontar este virus, cuánto más nuestros sacerdotes de avanzada edad«.
Monseñor explicó que tanto en san Felipe como en Barquisimeto, los sacerdotes están aplicando un protocolo sanitario para evitar contagios. «Lo fundamental es prevenir: Prevenir es caridad. Para nosotros lo más importante es preservar la vida«.
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