Ya han pasado cuatro meses, vamos a cumplir cinco, del confinamiento obligatorio. Por supuesto que sabemos la razón de esa medida: La aparición en todo el mundo de esa extraña enfermedad que ha cobrado ya muchísimas vidas, el COVID-19. Tuvo su origen en un laboratorio de los chinos, tan amigos del régimen venezolano. Medidas había que tomar y se han tomado, aunque al comienzo no se le dio la importancia que la enfermedad requería. Y el confinamiento obligatorio continúa, las decisiones del régimen no son claras ni efectivas tampoco, hay quienes no las cumplen, dejarían de comer y sería peor para todos. En Venezuela no ha cesado de subir la cifra de los contagiados. Todos los días hay más, en muchos casos superando las del día anterior, y numerosos fallecidos, también superando los que hubo el día anterior. Las clínicas y hospitales no son suficientes y tampoco los insumos necesarios para combatir el COVID-19. A los médicos y enfermeras, y con razón, no les importa minutos de aplausos, les importa los insumos, su protección y su resguardo, pero el régimen nada responde sobre este aspecto. Las cifras que conocemos son las oficiales, las que diariamente entrega el régimen, sin embargo la incredulidad aumenta, estamos acostumbrados que la norma del régimen es la mentira.
Adicional a eso, los servicios públicos no funcionan, grandes colas para llenar o medio llenar de gasolina un tanque de un carro pequeño, y parece que tiende a terminarse definitivamente la gasolina. Triste el asesinato por parte de un funcionario de la GNB, en contra de un ciudadano que reclamaba la violación del turno de su carro y la de varios carros, en una estación de servicio de Aragua de Barcelona; pero además, tampoco hay gas, difícil de encontrar; los alimentos de toda naturaleza carísimos y no digamos nada de las medicinas en tiempos de pandemia; el sempiterno problema de la luz eléctrica. En Barquisimeto continúan los cortes de luz de por lo menos cinco horas a cualquier hora. A veces cuando se va a almorzar o de noche, cuando nos disponemos a ver las noticias o a entretenernos con un programa de televisión. Ahora no sabemos si los niños venezolanos regresarán o no a clases este próximo mes de septiembre. La educación on line no existe y es muy difícil que exista en Venezuela, mientras no haya un cambio de gobierno. Por otra parte, al régimen se le ocurrió la peregrina idea de pedirle los templos y conventos a la Conferencia Episcopal Venezolana, para atender enfermos del COVID-19, esa idea no se le había ocurrido a ningún gobernante en ningún país del mundo. Si no hay cupo en los hospitales y centros médicos, es culpa exclusiva del régimen, miles de millones de dólares se han gastado en la corrupción y en asuntos superficiales, si los hospitales no son suficientes, es culpa del régimen. Habría que recordarle al régimen que si no contamos donde pedirle a Dios la ayuda divina necesaria, nada de lo que se haga valdrá la pena. Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.Se oye con frecuencia la frase esto se acabó. Y a veces parece de verdad que se acabó. Como dije antes, llevamos más de cuatro meses de confinamiento, lo había cumplido plenamente y hace una semana salí a acompañar a un amigo por un duelo familiar y me llené de tristeza. Me parecía que estaba conociendo otra ciudad. Barquisimeto, en horas que suelen ser de mucho bullicio, estaba como en silencio, solo, sin casi carros ni jóvenes esperanzados por las calles y avenidas de la ciudad. Dios se lleve al COVID-19 y nos ayude a encontrar una solución al mal que vive hoy esta Patria.
Joel Rodríguez Ramos