Director: Humberto Hinojosa y Natalia Beristain
Para un fan de Luis Miguel y un hombre que desde que nació Moisés adoptó la crianza respetuosa, escribir este artículo fue una tarea compleja. Veamos:
“Luis Miguel, la serie” narra la vida del famoso cantante. Tiene su autorización y es un recorrido de su vida con aspectos resaltantes desde que nació hasta que se convirtió en un ícono de la música. Sus dramas, fama, las controvertidas relaciones de pareja, la influencia de su familia (en especial de su padre Luisito Rey). Es una serie con un buen texto con personajes creíbles y confusos.
En ella no verá la caravana de novias del protagonista y,las pocas que aparecen, es en ráfagas de presentación, no percibirá emoción del cantante ante la fama, pareciera que poco la disfruta. Tampoco verá derroche de su familiaridad.
Le invito a ver esta serie desde su rol de padre, de hijo. Quizásle muevala forma como vive ambos roles. Luis Miguel, al igual que Beethoven, tuvo una infancia de exigencia musical, de castigos severos, de vejaciones por parte de su padre. Mozart, por otro lado, tuvo al mismo tiempo a su padre de guía y manager por así decirlo, pero con otra actitud hacia el hijo, de estímulo y respeto. A los tres músicos la figura paterna los influyó por el resto de su vida para bien o para mal.
Sigamos. Imagínese a un niño de 12 años, obligado a cantar en un burdel a la una de la mañana, a oscuras, entre bombillos rojos y cortinas floreadas, allí Micky comenzó, obligado o de la mano de su padre Luisito Rey.
Al respecto, en el libro “El drama del niño dotado”, Alice Millernos dice que “para satisfacer las expectativas de sus padres y conseguir su afecto, muchos niños se ven impelidos a realizar esfuerzos desmesurados. Adoptan el papel que los demás quieren que desempeñen pero no se permiten expresar sus sentimientos”, pierden su verdadero yo y, en consecuencia, solo pueden manifestar sus sentimientos reprimidos mediantes depresiones o comportamientos compulsivos”
Y es que en la serie su padre se convierte en un villano odiado, pero a la vez inolvidable, es un personaje sólido e imprescindible para una trama que muestra las miserias y abusos a los que fue sometido Micky por parte de éste. De forma paralela está uno de los puntos más turbios del Sol de México: la desaparición y búsqueda de su madre Marcela Basteri. Es un tráiler que logra capturar la audiencia por la tensión de las relaciones de odio incertidumbre entre sus protagonistas.
El: “Tranquilo, hijo, papi resuelve”. Los miedos de convertirse en hombre o mujer, el abandono de la niñez, las travesuras con los amigos, los miedos y errores por inexperiencia crean en la adolescencia la necesidad de sentirse protegido y acompañado. En el film, en cada una de estas etapas, Luis Miguel recibe el “Tranquilo, hijo, papi resuelve”. Usted y los estudiosos de la psicología infantil y adolescente sin duda sobre ello dirán algo. Confieso que al escucharlo en el film no dejaba de sonreír y de alguna forma envidiar unas veces, cuestionar otras, aplaudir muchas y bajar la cabeza pocas. Le invito a vivir ese: “Tranquilo, hijo, papi resuelve”.
Al terminar cada capítulo es inevitable pensar, justificar, entender o no al Luis Miguel de hoy, un hombre hermético, de roce nulo con su familia y público, el mismo que se escapa al final del concierto y deja al auditorio esperando la última canción para correr y encerrarse al hotel, el mismo que en plena cuarentena lleva 100 días sólo con su hermano en un yate distante de un mundo que, al igual que él, es víctima de una exigencia, de un éxito ajeno y muchas veces sin sabor a vida. “No sé si todo esto valió la pena”, dijo El Sol de México en días pasados a una periodista.
Fritz Márquez
@fritzmarquez360