Lo que parecía un resfriado para una pareja de venezolanos residenciados en Argentina, resultó ser el inicio del aislamiento aplicado a pacientes con la Covid-19.
Beatriz Pérez trabaja en una panadería y su novio Fernando es repartidor en una moto. Ambos viven en la ciudad de Buenos Aires y pese a la pandemia por Coronavirus se han mantenido en actividad comercial para pagar sus gastos personales, entre estos, la renta de la residencia, ubicada en un conjunto residencial en el que viven más de treinta personas.
«Era miércoles. Él me llamó y me dijo que tenía fiebre y que iba a ir al médico y yo le dije que sí, que allí le darían un antibiótico, que quizás era una amigdalitis», expresó Beatriz.
El joven, había trabajado el domingo y se mojó con la fuerte lluvia que cayó ese día. Por ese motivo, la pareja pensó en un resfriado, pero en el hospital fue tratado con la prueba rápida para la Covid-19, por presentar varios de los síntomas de la enfermedad.
«A mí novio lo aíslan y a los cuatro días le dan los resultados. Ese mismo día que le dijeron que era positivo, me llamaron del hospital Ramos Mejía en la calle 24 de Noviembre, para hacerme el chequeo.»
A Beatriz le indicaron que debía hacerse el hisopado, y que debía llevar listo un bolso con suficiente ropa y artículos personales.
«Me hicieron una placa de tórax porque soy asmática. Y al día siguiente me dieron los resultados, también positivos y me aislaron en el mismo hotel donde estaba mi novio».
Beatriz no presentó ninguno de los síntomas de la Covid-19, aún así era portadora del virus. Ninguno de los dos sabe dónde se contagió o quién contagio al otro.
Tras confirmar el resultado fueron diagnosticadas varias personas de la residencia donde viven, quienes también fueron aisladas.
Los protocolos en Argentina
Beatriz llena de incertidumbre fue enviada a un hotel de aislamiento en un taxi cubierto con plástico en su interior. «El chofer me contó que llevaba hasta 5 personas diarias, por cada viaje cambiaba el plástico», dijo.
Al llegar, la recibió una enfermera vestida con el equipo de protección, quien le indicó la habitación a la que debía dirigirse.
«Mientras iba al ascensor ella iba detrás de mí rociándome alcohol con un spray. Entré sola al ascensor, destinado solo para pacientes. Subí al piso y me esperaba otra enfermera que me llevó a la habitación».
Los quince días de aislamiento de Beatriz pasaron entre la televisión, las lecturas a través de su teléfono celular y llamadas a sus seres queridos en Venezuela.
Atención y menú
Beatriz describe que el personal médico del hotel de aislamiento le brindó buena atención y aseguró que recibía tres comidas al día, incluyendo dos meriendas de frutas.
El testimonio de esta larense permite hacer el contraste con la realidad en su tierra natal. En Lara se han registrado denuncias por parte de los familiares con pacientes aislados por la Covid-19, que cuestionan la mala alimentación que reciben los pacientes aislados en los edificios de la Villa Bolivariana.
«Fue cero contacto, dejaban la comida en un banquito afuera y luego me tocaban la puerta para que saliera a tomar mis alimentos», señaló.
Su deseo para los venezolanos
Durante el aislamiento reflexionó sobre la complejidad de la pandemia y sobre las consecuencias de no cumplir una cuarentena con las medidas correctas de prevención. Por eso hizo un llamado a los jóvenes y adultos, en especial de Venezuela, a mantener la prevención y cumplir la cuarentena.
«Yo tuve la suerte de ser asintomática, pero hay personas que son vulnerables porque sus defensas no responden a la magnitud del virus. Yo les pido que guarden la distancia y apliquen las medidas de prevención, así de fácil. Rezo para que Venezuela no llegue al nivel de contagios de otros países, porque preocupa bastante», finalizó.
Por su parte Fernando, logró mejoría y los síntomas de la enfermedad desaparecieron con el reposo.
Tras quince días de aislamiento regresaron a su residencia, Beatriz el día 8 de julio y su novio Fernando el día 4. Ambos están en condiciones de salud estable y volvieron a sus rutinas laborales.