Caracas, que fue la amable ciudad de los techos rojos y de eterna primavera, llamada más tarde de forma presuntuosa “la sucursal del cielo” nunca fue un atractivo turístico a la par de las grandes capitales europeas, que plenas de historia son polos élites de atracción con el plus de cientos de puntos focales de interés. Monumentos, catedrales de impresionante belleza, museos gigantes de inmensas riquezas por la calidad y número de piezas de sus colecciones y antigüedades. En Latinoamérica por igual, varias ciudades ostentan la condición de elevado atractivo turístico. No hay comparación posible con nuestra ciudad capital, hoy por desgracia sin un mínimo resquicio de nombradía, no cuenta para nada en el ranking del turismo internacional.
Por otra parte sumada a la crítica situación del país la capital arrastra un deterioro acumulativo y continuo en sus elementos de estructura y graves déficit de los servicios básicos indispensables.
A la industria turística le basta con el sol, la naturaleza en sus expresiones de paisaje, vida animal, biota en general y eco sistemas. El marco y la estructura general se dará por complemento y entrará en juego para medir la calidad de la oferta y el grado de mercadeo competitivo, lo que significa que si tienes todo lo básico pero te falta estructura, está dañada, desarticulada o simplemente desatendida (factor humano incompetente o desmotivado) el resultado es muy pobre.
Veamos ¿aparte, que otras cosas mercadea el turismo además de sol y naturaleza?
Las ofertas incluyen diversiones, rarezas, costumbres, artesanía y folklore, espectáculos, competencias deportivas, monumentos, sitios históricos y en los últimos tres decenios se suma con gran fuerza la oferta gastronómica.
En cuanto a estructura básica el turismo requiere, más que cualquier otro elemento, un alto grado de articulación entre sus factores componentes, lo que significa; Disciplina, motivación, trabajo dedicado, pulcro y prolijo en sus detalles.
Nuestro país, con sol a raudales, playas magníficas y una rica variedad de paisajes que incluyen casi todas las tipologías medio ambientales, no puede competir en territorio caribeño prácticamente con ninguna de las pequeñas islas y menos con República Dominicana y México, para citar solo dos de los colosos del ramo en la zona, desperdiciando las oportunidades que le da sus encantos paisajísticos y los otros rubros mercadeables de la industria que menos insumos necesita y más baratos, para obtener su producto final: La alegre satisfacción de un cliente satisfecho y agradecido
Pese a tantas circunstancias negativas, Caracas dispone de uno de los más valiosos tesoros de la naturaleza. El manto vegetal de nuestra ciudad, su variedad, riqueza de tipos y variada paleta de colores de su floración puede convertir nuestra capital en el más extenso y rico jardín vegetal del mundo. Repito, dije el más hermoso y extenso Jardín vegetal del mundo. No hay un espacio de la ciudad donde no se vea un árbol, un pequeño bosquecito, un árbol majestuoso por su altura, su follaje, las curvas de su tronco, y la floración. Oh, la floración de nuestro tesoro vegetal.
Breve digresión obligada. En mis viajes por los mares de este planeta azul estuve en varios puertos japoneses. Recuerdo además de Tokio, Osaka, Shimonoseki y otros dos puertos del llamado mediterráneo japonés. Quedé asombrado del culto que se rinde en la tierra del sol naciente a la naturaleza vegetal. Es muy conocido como caso de ejemplo, la admiración y actos de ceremonia que brindan al cerezo en flor.
La floración del tesoro vegetal de Caracas es para escoger. La explosión dorada del Araguaney, la gama de violetas del Apamate, el derroche de fuego del Flamboyant, la vasta tipología de texturas y colores de las cayenas, el capacho y las trinitarias.
Un inmenso y valioso tesoro vegetal desaprovechado como atractivo turístico de primer orden. Se puede hace mucho por aprovechar y enriquecer ese tesoro vegetal. Se necesitará organizar, motivar, sistematizar varios pasos importantes, disciplina de trabajo es y un toque de imaginación y creatividad, dotes que tenemos de sobra.
Volveré sobre el tema la próxima semana y al despedirme del lector me permito recordar:
“Los venezolanos no soñamos, creamos y construimos”…
Qué nos hace falta: Será mantener, conservar…
Pedro J. Lozada