El término abstención tiene que ver con la no participación en un proceso electoral. Pero una vez más, lo que hoy vuelve a plantearse en Venezuela, no son elecciones, pues esa elección estaría inmersa en un proceso viciado en el marco de un Estado fallido. Es decir: al no haber institucionalidad, no haber República, y un territorio tomado por el crimen, no puede hablarse de unas elecciones y en consecuencia mucho menos de abstención.
Estamos frente a un régimen que no solo roba y fabrica votos, sino que aun reconociendo un resultado adverso en una elección, a posteriori, desconoce el ejercicio del cargo que derivo de esa elección, como ha sucedido con el desacato en que se declaró a la Asamblea Nacional, y con la destitución, encarcelamiento a varios diputados, alcaldes y concejales, llegando al extremo de lanzar desde un piso 10º a un concejal . Con esto, es más que evidente concluir que la salida electoral con estas mafias en el poder, está bloqueada.
La tiranía, no solo decide quién vota y quien no, que votos cuentan y que votos no, quien si gana gobierna y quién no. Sino también quien puede ser candidato y quien no, para lo cual ha construido una “oposición” a su medida.
Así que no existe tal abstencionismo. Lo que hay es una Venezuela decente y mayoritaria que se resiste a participar en un proceso interno de un sistema de mafias, para la asignación de cargos dentro de las diferentes bandas que conforman esta corporación criminal y que pretenden con estos actos vestirlas con un ropaje institucional al simular con unas «elecciones» la existencia de un Estado democrático.
En consecuencia, quienes sean candidatos, así como quienes promuevan y animen a través de viles manipulaciones y chantajes a los ciudadanos a participar en esos procesos internos de este cartel de delincuentes, no sólo quedarán ante la historia y ante el mundo como sus colaboradores, sino como parte de ellos.
José Antonio Vega C.
@JoseAVega