El colapso económico de Venezuela ha dejado a la mayoría de los hogares sin un suministro de agua corriente confiable, por lo que Irima Moscoso, una residente en Caracas, vio el agua que se acumulaba en el interior de una obra abandonada como la solución al sufrimiento de miles de sus pobres vecinos.
Hacía mucho que los obreros habían dejado de trabajar en un túnel de autopista que cruzaba la montaña sobre ellos. Sin embargo, el agua de manantial seguía acumulándose dentro del viaducto y discurría, malgastada, por delante de sus casas. La empresa de construcción también había dejado atrás rollos de tubo.
Moscoso, de 59 años, reunió a sus vecinos para recuperar los materiales y construir su propia canalización, aprovechando la enorme laguna del túnel y llevando el suministro hasta sus casas. Ahora, no dependen del precario sistema de la ciudad y disfrutan de lo que muchos venezolanos consideran un lujo.
“Todo el mundo está agarrando agua”, dijo Moscoso, sentada en las escaleras de su del barrio donde vive. “Todo el mundo está beneficiándose”.
La crisis de agua no es nada nuevo en Venezuela, pero ha empezado a llevar a los residentes a tomar medidas extraordinarias: desde unirse para montar su propio sistema a excavar pozos poco profundos en sus casas. El agua es todavía más importante hoy en día para protegerse de la pandemia del coronavirus.
Los críticos del régimen de Nicolás Maduro achacan los fallos crónicos de las infraestructuras a los años de corrupción y mala gestión, que han provocado también fallos en el suministro eléctrico y destruyeron la en su día próspera industria petrolera nacional.
Se estima que el 86% de los venezolanos reportó problemas con el suministro de agua, incluyendo un 11% que no tiene, según una encuesta realizada por la ONG Observatorio Venezolano de Servicios Públicos entre 4.500 residentes en abril.
María Eugenia Gil, de la fundación sin ánimo de lucro de Caracas Clear Water Foundation, dijo que los residentes no tienen más opción que buscar el agua, saltándose la cuarentena decretada en todo el país para frenar el coronavirus. Se están exponiendo a la enfermedad o propagándola entre los demás, agregó.
“La gente no tiene más alternativa. No puedes quedarte en tu casa trancado si no tienes agua”, apuntó.
El régimen ha acusado a sus enemigos políticos de sabotear estaciones de bombeo, y recientemente celebró la compra de una flota de 1.000 camiones “súper cisterna” a China para llevar agua a los residentes.
Pero esta no es la solución para Arcangel Medina, de 66 años, que reclutó a jóvenes de su vecindario para excavar durante cinco días hasta que encontraron agua a cuatro metros de profundidad. Compró tuberías valoradas en 200 dólares y un motor eléctrico para poder compartir el agua con otras casas.
“Tenemos como cuatro meses que el agua no llegaba”, dijo Medina, quejándose de que cuando las tuberías municipales funcionaban cada dos semanas, de los grifos salía agua sucia.
“Es una bendición«, afirmó Medina, uno de la docena de residentes de su sector que tomó esa drástica medida. Después tuvo que averiguar cómo deshacerse de la pila de tierra acumulada en la calle delante de su vivienda.
Moscoso, quien organizó a sus vecinos para construir su propia canalización, estima que 5.000 personas del barrio tienen agua ahora. Comenzó a funcionar en mayo, explicó Moscoso, quien trabaja en la alcaldía.
Su tubería comienza en la boca del túnel abandonado y recorre 1.000 metros por debajo de una autovía, colgada de postes eléctricos en una calle de la ciudad y hasta sus casas.
Otros cuatro vecindarios tienen canalizaciones similares también desde el túnel.
El agua es perfectamente segura para su consumo, dijo Moscoso tomando un vaso para demostrarlo. No quiso decir cuánto les había costado recuperar las tuberías abandonadas señalando que no había tenido tiempo de sumar los gastos.
“Para mí no tiene precio«, aseguró.