A don Trino Niño M. Mi padre (QEPD)
Con todo y sus limitaciones y pobreza, llevó la vida a su máxima expresión para que no se le escapara el encanto y alegría de vivir.
Hoy han vuelto a salir mis ancestros del álbum de los recuerdos, invitando me a dar un paseo por los jardines de la rica genética heredada, en la que nunca germinó la oscuridad a pesar de lo difícil y rudas pruebas del destino.
Como bandada de pájaros desde un rincón de la memoria brotan incesantes los recuerdos de mi hogar paterno. Por tal razón hoy quiero dedicar este espacio a mi padre don Trino Niño, un hombre que fue humilde, sencillo, honesto, inteligente, jocoso, creativo, incansable en el trabajo.
Fue un hombre feliz, sabio, muy sabio en sus abismos, creativo en sus penurias, sacó tiempo para inventarle a su lira modulaciones de sonidos singulares. Amó su instrumento musical la riolina a la que arrancaba notas de canciones de su tierra. Las preferidas «Soy boyacense», «Se fue una tardecita», «Tiplecito bambuquero», «El cafetal» «Brisas del Pamplonita», «Los guaduales», etc. En sus ratos libres nos entretenía con su armónica, sus chistes, sus coplas, la historia, sus cuitas, etc. Le gustaba tomarse un aguardientico de vez en cuando. Hablaba y su palabra era sabia. Decía que uno tiene que aferrarse a la esperanza que está al otro lado de los miedos, buscar el hidratante milagro del esfuerzo que está al otro lado de la flojera y mantener viva la alegría que está al otro lado de la depresión.
Decía que existen en la vida dos potencias, la que se vive y la que se sueña vivir. Trabajan las manos, la inspiración trabaja, unos trabajan sin gran esfuerzo y aseguran su bienestar, otros apenas sobreviven aunque trabajen como esclavos.
La historia de la familia se atesora en la recopilación de fotos, relatos, vivencias, tradiciones, principios, costumbres y caminos que trajinamos sus descendientes, cuyo deber es mantener activo lo bueno de ese pasado cocido en el horno de los mejores alfareros nuestros padres Trino y Aminta.
Su ejemplo es el vigor que sostiene nuestro brazo, su entusiasmo el aliento, su recuerdo la incitación a no perder el camino recto. Es un orgullo saber que heredamos su resistencia, su coraje, su indestructible voluntad, su erguida fe, su cariño, su dignidad y su casta.
Venero las remembranzas que fueron la escuela de quienes tuvimos el honor de haber nacido en una tierra de fecundas y gratas evocaciones de un pasado cuya herencia es hoy el resultado de nosotros los que de esos padres nacimos (Trina, Marlene, Elsa, Betsabé, Amanda, Hortensia, Aurelio, Rosa, Francisco, Adelfa, Julio y Herwin)
Viendo a mi padre ir a ganar el sustento por difíciles pasos de montaña con su viejo camión atravesando múltiples peligros, aprendí de él que hay que elevarse por sobre las dificultades hasta vencerlas y mantenerse contento a pesar de la agotadora labor.
La vida es una sola por eso es tan necesario sacar fruto a la prosa de la existencia, trabajar con amor y sudar bastante, porque al final lo único que uno se lleva es la satisfacción de haberlo hecho bien.
Con su fe y voluntad don Trino ha dejado en el alma de sus doce hijos grabado el ejemplo de sus siembras y lo divino de su esperanza al vencer las sombras que en algún momento quisieron impedirle ver la luz y avanzar.
En nuestra memoria y corazón quedó tatuado lo grande de su existencia.
Evocarlo se ha hecho una necesidad similar a la gota de agua que hace falta en el desierto.
Mañana es el » Día del padre», ocasión que aprovecho para enviar un fuerte abrazo a todos los padres que conforman mi familia, a los de la gran familia EL IMPULSO, a Ramón en Chile, a todos los padres de Venezuela, de Colombia especialmente a Mauricio y a los padres de la hermosa Holanda.
«He aprendido que cuando un recién nacido aprieta con su pequeño puño por primera vez el dedo de su padre, lo tiene atrapado por siempre»
García Márquez.
Descanse en paz mi querido viejo. Usted fue un hombre singular a quien agradezco la vida y rindo en este día tributo a su recuerdo.
Amanda Niño de Victoria