En el mundo médico venezolano no hay un profesional acerca de quien se haya escrito más que no sea José Gregorio Hernández, ha afirmado el doctor Leopoldo Briceño Iragorry, miembro de la Academia Nacional de Medicina y de la Sociedad de Historia de la Medicina.
Considera que programas de radio y televisión han desfigurado su señera silueta. Ya ha sido canonizado por El Vaticano, tras ser comprobados los requisitos exigidos por las comisiones que analizan las condiciones que debe tener un ser humano para ser elevado a los altares.
Con base a los archivos de El Impulso, hemos elaborado esta serie de preguntas y respuestas para reflejar, brevemente, la vida del ilustre trujillano, considerado el médico de los pobres.
¿Cuál era su identidad?
-Para la época en que vivió la documentación oficial era la partida de nacimiento, ya que el registro de la población estaba a cargo de cada parroquia de la iglesia Católica, reconocida como culto nacional por el Estado venezolano. No fue sino hasta el 3 de noviembre de 1942 cuando fue emitida la primera cédula de identidad, la número V-0001 al entonces presidente de la República, Isaías Medina Angarita. José Gregorio Hernández tuvo pasaporte, pero no cédula de identidad.
¿Quiénes fueron sus padres?
-Benigno María Hernández Manzaneda, de descendencia colombiana, comerciante, dueño de un almacén de víveres, mercancías seca y farmacia. Su progenitora, Josefa Antonia Cisneros Mansilla, era descendiente de canarios, quien murió cuando José Gregorio Hernández Cisneros tenía 8 años.
Ambos eran católicos practicantes.
¿Dónde fue bautizado y confirmado?
-Fue bautizado el 30 de enero de 1865, en el templo colonial de Escuque, a los 96 días de nacido en Isnotú, entonces la capital del distrito Libertad del municipio Betijoque (hoy municipio Rafael Rangel). Nació el 26 de octubre de 1864. Y lo confirmaron el 6 de diciembre de 1867.
¿Cuántos hermanos tuvo?
-Seis. Antes de él, nació una niña, María Isolina, que murió a los siete meses. José Gregorio se convirtió en el mayor de sus hermanos: María Isolina del Carmen, María Sofía, César Benigno, José Benjamín Benigno y Josefa Antonia.
¿Dónde estudió primaria?
-En esa época, la educación era muy precaria Había maestros particulares. El suyo fue Pedro Celestino Sánchez, quien al darse cuenta de sus aptitudes para el estudio convenció a Benigno Hernández para que enviara al chico a Caracas, para que hiciera el bachillerato.
¿Cuántos años tenía cuando se fue a Caracas?
-Trece años. En ese entonces no había la red de carreteras y autopistas que existe hoy día Ni tampoco autobuses. En mula, que era el medio que existía para transitar grandes distancias, se fue el muchacho desde Isnotú pasando por Betijoque, Sabana de Mendoza, Santa Apolonia y bordeando el lago llegó a Maracaibo. Allí embarcó a Curazao, para trasladarse a Puerto Cabello y de este lugar a La Guaira. Al desembarcar montó en el tren que iba a Caracas. Y como ocurría, en aquella época para los provincianos, tuvo que buscar un colegio privado.
¿Cómo fueron sus años de estudiante en Caracas?
-Muy provechosos, porque cursó la preparatoria y el bachillerato en filosofía en el Colegio Villegas, cuyo director era el Dr. Guillermo Tell Villegas. Al principio, quería ser un profesional de leyes y después, convencido por su padre, se inclina por la medicina en la Universidad Central de Venezuela, en la cual se hacía la evaluación en base a cuatro aspectos fundamentales: aplicación, aprovechamiento, buena conducta y asistencia. En los seis años fue sobresaliente. Aún más, con un amigo aprendió sastrería y hacía sus propios trajes. Además, daba clases privadas, para ayudarse económicamente. Y se hizo políglota al punto de saber alemán, inglés, francés, italiano y portugués. Por supuesto, latín, porque era obligatoria esta lengua.
¿Cuándo se graduó de médico?
– El 28 de junio de 1888. Su interés por la bacteriología lo llevó a presentar estudios de tesis acerca de la Doctrina de Laennec (que revolucionó el estudio de la tuberculosis) y la fiebre tifoidea en Caracas.
¿Dónde comenzó su ejercicio profesional?
-Se fue a Isnotú, donde estuvo hasta el 30 de julio de 1889 cuando volvió a Caracas. El doctor Calixto González logra que el presidente Juan Pablo Rojas Paúl lo envíe a Europa con una beca de 600 bolívares mensuales. En París trabaja en el laboratorio del doctor Charles Richet (posteriormente premio Nobel en 1913) y cursa con eminentes científicos, especialmente en microscopia, bacteriología, histología y fisiología experimental. Y en Berlín, histología y anatomía patológica.
¿Qué hace al regresar a Caracas?
-Regresa en 1891 y funda el Instituto de Medicina Experimental, así como también el laboratorio del Hospital Vargas. Establece varias cátedras de medicina, tales como histología normal y patológica, fisiología experimental, bacteriología (la primera en América).
¿Qué otras actividades desarrolla?
-Fue uno de los fundadores en 1904 (el mismo año de la fundación del diario EL IMPULSO) de la Academia Nacional de Medicina y como tal, individuo de número, ocupando el sillón número XXVIII.
¿Cómo es que deja la medicina para hacerse un religioso?
-Sucedió en 1909 cuando renuncia a la UCV y a todas sus actividades para irse al monasterio de La Cartuja y toma la denominación de Fray Marcelo. No soportó las condiciones del enclaustramiento y se regresó a Caracas. También en 1914 hace otro viaje a Italia, para ingresar al seminario, pero no puede hacer carrera sacerdotal porque su salud no se lo permite. Y una vez más se vuelve a Caracas para continuar sus labores.
¿Murió, como se ha dicho, al ser atropellado por un vehículo?
-El periodista larense José Emilio Castellanos, a través de una investigación hecha hace años, demostró que no murió atropellado por el vehículo que conducía Fernando Bustamante, quien fue el fundador de la cadena de ópticas que lleva su apellido.
Según el expediente número 32 se hace constar que cuando transitaba el tranvía por la zona, también lo hacía el vehículo, en el sector La Pastora. Ni el conductor ni el doctor Hernández pudieron verse. El carro lo golpeó por el guardafango derecho. Sin embargo, el médico caminó un trecho “pretendiendo guardar el equilibrio”, pero cayó de espaldas y se golpeó la cabeza con el filo de la acera. El propio Bustamante, que lo conocía, lo trasladó al Hospital Vargas, sin embargo no pudo recuperarse, porque sufrió fractura del cráneo. Su sepelio fue una extraordinaria manifestación de duelo por el pueblo que lo acompañó hasta el Cementerio General del Sur, donde fue exhumado para ser llevado a la iglesia de la Candelaria, al comenzar el proceso de su canonización.