Si el gobierno logra su objetivo de convertir a la oposición institucional en un movimiento de lucha en el exilio, incluso con todo el apoyo de los aliados internacionales, la posibilidad de cambio se reduce dramáticamente, como ejemplifican los casos de Haití, Cuba, Irán entre muchos otros.
El planteamiento lo formula el economista y presidente de Datanálisis, Luis Vicente León, al referirse a los actuales escenarios que hoy se están registrando en el país y a las estrategias que adelanta el gobierno, en su pretensión de mantenerse en el poder, a cualquier costo que sea.
Por esto estima que es obvio que esta acción del gobierno profundizará las fracturas de la oposición, pero ya no entre moderados y radicales, sino entre quienes pierden todo y deben luchar o abandonar y quienes reciben una cuota mínima de poder para pincelar de apertura la profundización de la autocracia.
Advierte que la estrategia oficial intenta romper la simbología institucional de la oposición sacándola del Hemiciclo, excluyéndola del CNE (dejando a sus adversarios internos), quitándole sus partidos (y dándoselos a los tránsfugas) y obligándola a decidir entre clandestinidad y exilio, que es lo que en estos momentos estamos observando en el acontecer nacional.
Ratifica que el gobierno no intenta construir popularidad, demostrar legitimidad, rescatar relaciones perdidas, vender ilusión de democracia. Descontando que ya no tiene ninguna de ellas, intenta destruir la simbología de su adversario, fracturarlo, exiliarlo y hacerlo inocuo. Y juega duro.
Por lo tanto, hay poco que agregar sobre qué significa que la fuerza en control territorial, decida los miembros del árbitro electoral (controlando mayoría), la directiva de partidos opositores (nombrando a sus aliados circunstánciales) y quienes pueden ser candidatos (inhabilitando enemigos).
El especialista recuerda la definición de Gobierno (del griego: κυβερνέιν kybernéin ‘pilotar un barco’), señalando que es la autoridad que dirige, controla y administra. Aclarando que no tiene que ver con legitimidad de origen, pues un dictador, de izquierda o derecha, ejerce el poder y por ende es gobierno. Lo otro son adjetivos; el mensaje aun cuando no lo señale, tiene nombre y apellido de los destinatarios.