La famosa película de 1939, «Lo que el viento se llevó», vuelve al tapete y rompe récord de ventas en Amazon, después de que HBO Max la retirara de su catálogo de películas «por su contenido racista». Personas que ni siquiera sabían de la existencia del film, hoy poseen el DVD. Y es que las prohibiciones logran eso: que la gente compre lo que jamás hubieran pensado comprar antes de la prohibición.
Pero hay unas buenas razones. La página de CNN Business publicó las declaraciones del portavoz de HBO Max: “Lo que el viento se llevó” es “un producto de su tiempo y describe algunos de los prejuicios étnicos y raciales que, desafortunadamente, han sido comunes en la sociedad estadounidense. Estas representaciones racistas estaban equivocadas entonces y ahora, y sentimos que mantener este título sin una explicación y una denuncia de esas representaciones sería irresponsable. Cuando la película regrese a HBO Max, lo hará con una discusión de su contexto histórico y una denuncia de esas mismas representaciones, y se presentará tal como se creó originalmente, porque de lo contrario sería lo mismo que afirmar que estos prejuicios nunca existieron. Si queremos crear un futuro más justo, equitativo e inclusivo, primero debemos reconocer y comprender nuestra historia”.
Aplaudo esa decisión. Muchos la han considerado “radical” –definitivamente “Lo que el viento se llevó” es un clásico del cine y lo seguirá siendo- pero hay ocasiones en las que para lograr que un péndulo se quede en el centro hay que llevarlo de un extremo al otro. Y el asesinato de George Floyd ha destapado nuevamente una olla de racismo en un país que, habiendo electo presidente de la república para dos períodos a un hombre de color, parecía haber dejado atrás su historia de injusticias, segregación y miseria humana.
Pero no, el racismo sigue su escalada y hay que detenerlo. No sólo hay que hablar de la esclavitud, un hecho histórico lamentable e ineludible. Hay que hablar del drama que significó la segregación post emancipación de los esclavos: hospitales para blancos, hospitales para negros. Baños para blancos, baños para negros. Autobuses divididos, donde los negros estaban obligados a sentarse de la mitad para atrás. Y así en muchas otras instancias. Hattie Mac Daniel, la actriz que interpreta a “Mammy”, la nana de Scarlett O´Hara en la película, fue la primera persona de color en obtener un premio Oscar. Sin embargo, quedó encasillada en el estereotipo de sirvienta. Así apareció en muchas otras películas. Su indiscutible talento histriónico no fue reconocido para otros papeles.
Pero esta situación no es exclusiva de los Estados Unidos. Los americanos no son los únicos racistas. El apartheid en Suráfrica es una vergüenza histórica, sólo para mencionar una de las tantas que hay.
Aquí en Venezuela, aunque no hubo ese tipo de segregación, hay un racismo solapado. Chistes de mal gusto, comparaciones chocantes, que tal vez provengan de una visión distorsionada de la historia: a nosotros nos enseñaban (y a mis hijas también se lo enseñaron) que el Padre Bartolomé de Las Casas era una suerte de héroe, porque para proteger a los indios, trajo esclavos negros. Y ningún libro –y peor aún, ningún profesor- comentó sobre la injusticia que aquel “acto de piedad” significó.
De manera que, rechazando de hecho el vandalismo como forma de protesta- celebro las otras protestas: inteligentes, llenas de contenido y con mensajes. Porque hay discriminación hasta en la selección de la queja: por ejemplo, Breonna Taylor, una trabajadora sanitaria de Louisville, Kentucky, fue asesinada el 13 de marzo por agentes policiales que irrumpieron en su casa buscando drogas. No estaban uniformados, aparentemente no entregaron la orden de allanamiento, y cuando su novio, que estaba en la cama con ella cuando entraron, disparó a la pierna de uno de los policías en defensa propia, la respuesta fue una lluvia de disparos. Breonna recibió ocho impactos de bala. Sin embargo, aunque hubo protestas en la ciudad, no fue un escándalo como el asesinato de George Floyd. Breonna tenía todas las de perder: además de ser de color, era mujer. Lo peor de los dos mundos.
De manera que cuando nos devuelvan “Lo que el viento se llevó”, espero que sea porque definitivamente soplen vientos de cambio, más profundos, más empáticos y, sobre todo, más solidarios.
Carolina Jaimes Branger
@cjaimesb