En esta misma columna, el 18 04 2019 propuse que, así como las izquierdas latinoamericanas han conformado y mantenido el llamado Foro de Sao Paulo, las derechas de estos países deberían conformar una coordinadora que les oriente, apoye y financie como lo hace el foro de izquierda.
Los acontecimientos en Estados Unidos alrededor del absurdo y aborrecible asesinato de George Floyd en manos de la policía de Minnesota obligan a ampliar el reto. No se trata solamente de Latinoamérica sino de toda América, Europa y otras partes del mundo en donde aparece un tipo de protesta que, teniendo una base popular, como el caso de Floyd, tienen poco de espontáneas y mucho de organizadas por una mano invisible pero efectiva que no necesariamente busca reivindicar a un agraviado, como Floyd y su familia, sino que va mucho más allá, buscando subvertir el orden y llegar al poder.
A este tipo de protesta la podemos llamar “Protestas Políticas”, las cuales, aunque tengan su origen en alguna molestia social, se caracterizan porque no son espontáneas ni momentáneas, sino que son sostenidas en el tiempo, ocurren en múltiples ciudades o países simultáneamente, reclaman la misma causa, tienen los mismos slogans (“Black Lives Matter” o BLM) y algunas manejan violencia con método (no casual). Esa violencia viene de cuadros organizados minoritarios quienes la inducen en contra del gobierno o de agentes provocadores del gobierno para promover la violencia y hacer perder legitimidad a quienes protestan.
Otras protestas, que podemos llamar “Protestas Sociales”, se caracterizan por ser espontáneas, reclaman múltiples causas(falta de agua, de electricidad, el asesinato de alguien por el hampa o la misma policía, etc.), buscan reivindicar a los afectados, son temporales o de corta duración y son locales, es decir, que el tema que se protesta en una ciudad en un momento en el tiempo no coincide con el tema ni el tiempo de otras protestas que pueden estar ocurriendo en la misma ciudad o país.
En Venezuela se observan los dos tipos de protestas. Por una parte, hay decenas de protestas sociales al día reclamando el deterioro de las condiciones de vida que sufre la mayoría.En países cuyos gobiernos tengan una vena democrática, estas protestas tienden a que el gobierno responda y solucione la exigencia popular, y “fin de la historia.” En cambio, en países cuyos gobiernos no tenga una vena democrática, estas protestas tienden a servir de catarsis y terminan agotando a quienes protestan, más que lograr las reivindicaciones exigidas ni, mucho menos, un cambio de gobierno. Volverán a protestar y volverá a “no pasar nada.” Por otra parte, las protestas políticas en Venezuela siguen el patrón de las que ocurren y se están acentuando a nivel mundial: son protestas sostenidas en el tiempo, simultáneas en varias ciudades o países, se basan en la misma causa, repiten los mismos slogans y están asociadas a la violencia sistemática. Ejemplos de estas protestas políticas en Venezuela son los saqueos de febrero de 1989 cuando subió el precio de la gasolina; protestas que fueron promovidas y movilizadas por el Partido Comunista de Venezuela y Bandera Roja, según el informe oficial que le presentó el General Ítalo del Valle Alliegro, entonces ministro de la Defensa, al presidente Carlos Andrés Pérez. Otros ejemplos, más recientes, fueron las protestas sostenidas por tres o cuatro meses por la oposición venezolana en 2014 y 2017. El caso curioso de las protestas en Venezuela fue el del 11 de abril de 2002, protesta de origen netamente social, espontánea, promovida por decenas de organizaciones civiles, comunales, no por partidos, y que duró tres días y, así y todo, logró la renuncia de Hugo Chávez. Sin embargo, precisamente, la falta de hilo u organización político-partidista y de otras élites no permitió capitalizar el logro de dicha renuncia.
Los acontecimientos en los Estados Unidos alrededor de la muerte de Floyd muestran un claro patrón de Protesta Política con un alto nivel de organización, dentro de ese país, así como en muchos otros países del mundo. En particular, se destaca su simultaneidad y las mismas consignas en varios países. En el caso norteamericano se destacan los mismos métodos de saqueos para subvertir el orden: pequeños cuadros de agitadores armados con mandarrias y patas de cabra, que se movilizan en motos o vehículos pequeños,abren las tiendas e incitan al saqueo, y así siguen hacia otros locales. Los métodos de saqueo que vemos hoy por TV sobre el caso norteamericano son los mismos métodos empleados en Venezuela en febrero de 1989. Las protestas contra el gobierno de Sebastián Piñera en Chile en 2019 movilizadas por el Partido Comunista de Chile y otros movimientos siguen este mismo patrón. Ídem, las protestas en Francia contra el gobierno de Emmanuel Macrón, las cuales fueron iniciadas por los Gilets Jaunes por el aumento del precio de los combustibles al sector agrícola, pero fueron infiltradas y secuestradas por cuadros de la ultraizquierda interesados en llevar al país al caos para forzar la renuncia de Macrón; casi lo logran. Lo que ocurre en Estados Unidos actualmente tiene el mismo fin: el caos que fuerce al gobierno a renunciar o que deje severamente debilitada la posibilidad de reelección de Donald Trump. Y, si ganase Joe Binden, luego buscarían las causas para movilizarse en su contra porque el objetivo final es cambiar el grupo que gobierna, por uno nacido dentro de las izquierdas mundiales, y acabar con el capitalismo.
Estas manifestaciones de esa forma no digna ni democrática de ese tipo de izquierda, ojo, que no todas son así, tienen también su contrapartida en defender lo propio a como dé lugar: la defensa de Hugo Chávez, de Nicolás Maduro, de Manuel Zelaya en Honduras, de Evo Morales en Bolivia, de los Castro en Cuba, de Daniel Ortega en Nicaragua, entre otros. Todos estos casos muestran que existe una organización mundial de izquierda, con diversas manifestaciones y tonalidades, como pueden ser el Foro de Sao Paulo, Attac en Francia, Antifa en Estados Unidos, etc.
Frente a un enemigo declarado de las democracias pluralistas y de las libertades individuales, llama la atención que los partidos y gobiernos democráticos no tengan una coordinadora que los asesore y financie. Así, se ve poca coordinación entre los gobiernos de centro derecha que han surgido en medio de los fracasos de los gobiernos de izquierda. Entre lo poco que coinciden es en sustituir a Nicolás Maduro en el poder. Sería conveniente que estos movimientos crearan su propio think tank y fuente de financiamiento porque el contrario es poderoso, como lo reconoció Jair Bolsonaro, quien, después de su elección dijo: “No será fácil gobernar frente a esta maquinaria tan poderosa, a la que le desaparece una cabeza por un lado y le surge otra por otro.”
José Antonio Gil Yepes
@joseagilyepes