Silentes andan los tamunangueros de la comarca y acarician otra oportuna fecha para rendir homenaje a San Antonio con la celebración de los sones de negros, rituales, ofrendas y agradecimientos por los favores concedidos y acostumbradas solicitudes de novios para las damas, aunque sean parranderos.
Este sábado 13 de junio sus danzas y sones no alegrarán una amplia geografía, desde su ancestral raíz en El Tocuyo hasta los circunvecinos estados donde gracias al sincretismo el tamunangue supo unir A negros, indios e hispanos en un sentimiento colectivo por San Antonio de Padua, sacerdote nacido en Lisboa, Portugal, en 1195, primero agustino, después franciscano, predicador de gran prestigio misionero en África y sus últimos días los pasó en Padua, donde sin cumplir un año de muerto fue canonizado por milagroso.
En El Tocuyo sus compañeros franciscanos le dedicaron la fiesta de los negros de San Antonio, también llamado tamunangue por el más grande de los tambores que marca el ritmo, el tamunango. Lo acompañan, el cuatro y una batería de cordófonos parientes suyos, con varias encordaduras y diferentes afinaciones que en su conjunto provocan esa música sin igual, muy original y propia de esta fiesta.
Antes de empezar cada son, los bailadores se santiguan para reverenciar su permiso, ella con el garrote en el antebrazo izquierdo y él en el derecho para iniciar los giros con gracia y alegría, dando comienzo a los galanteos. Solistas y coros ordenan qué harán los bailadores, mientras promueven el enamoramiento.
A este Doctor de la Iglesia y teólogo notable San Antonio de Padua se le reconoce como prodigioso hallador de cosas extraviadas, para recuperar la salud y como conseguidor de pareja, aunque dicen las consigue demasiado parranderas. Las damas bailan los sones pidiéndole novio y dicen no les importa porque ellas los enderezan. Son ellas quienes sacan la imagen de la iglesia para la procesión.
Siendo El Tocuyo el más importante centro de producción en tiempos de la colonia, para la explotación minera, labores de siembra y recolección así como pastoreo del ganado, trajeron negros esclavos de África a quienes catequizaron como mandaba la corona española y se les atrajo a las sociedades religiosas de ese tiempo. Tanto las etnias locales como los negros esclavizados celebraban a su modo –con sus propios rituales– la llegada del solsticio de verano, comienzo de las cosechas y la multiplicación de las especies animales.
Este fervor por la temporada la aprovecharon los catequizadores para acercar a indios y negros a la fe religiosa, asignando santos cristianos por similitudes a sus devociones. En la Cofradía de San Antonio de Padua de El Tocuyo, con sede en el Convento de San Francisco, aceptaron a negros y morenos, libres o esclavos, para honrar a San Antonio, permitiéndoles manifestarse con sus expresiones propias y así nació el tamunangue.
Bien de Interés Cultural, el tamunangue fue declarado Patrimonio Cultural de la Nación por el Ministerio para la Cultura en 2015 y se espera que la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, Unesco, lo declare Patrimonio Cultural de la Humanidad, como fueron los Diablos Danzantes de Yare y la Parranda de San Pedro, en el estado Miranda. Es lamentable no se haya logrado que esta fiesta sea reconocida por la Unesco debido a la falta de orden de quienes se disputan que haya sido original de sus particulares poblados.
El tamunangue es una expresión netamente larense, considerada la danza folklórica venezolana de mayor riqueza coreográfica que se baila en diversos pueblos del estado Lara, desde la época colonial, desde El Tocuyo, de donde se le considera originario y donde se le rinde mayor culto a San Antonio. Curarigua, Sanare, Guarico, Carora, Barquisimeto, Quíbor y poblaciones circunvecinas, dan relevancia a esta tradición extendida también a poblaciones de los vecinos Yaracuy, Portuguesa y Falcón. En su estructura se conjugan el teatro, el baile y la música para expresar la creación popular y lo componen siete sones y la batalla que es la procesión y el comienzo donde dos personas con garrotes representan la lucha por la vida y algunos estudiosos aseguran es la lucha entre el bien y el mal. También se celebra otros días del año en pago de promesas.
Trece martes antes del 13 de junio se hacen rezos en honor a San Antonio y un novenario en días previos en lo llamado el Mes de San Antonio, tiempo cuando las bailadoras preparan sus faldas generalmente floreadas y las blusas con volados, porque no está permitido bailar en pantalones y si alguna intrusa se metiera, los músicos de inmediato detienen el son. Una flor en la cabeza completa el tocado, además de las alpargatas, calzado artesanal original en extinción.
También tejen hermosas pantaletas por si en los furores del baile se les esponja demasiado el camisón. Las mujeres también se ocupan de las flores para adornar el altar. Los hombres preparan sus trajes, a veces liquilique, nuestro traje nacional, también en extinción. Ropa blanca en general, pantalones y camisas. Alpargatas y sombrero. Se ocupan de la música, recogen donaciones y buscan los ingredientes del infaltable sancocho o el mondongo para los asistentes a la fiesta.
Para aclarar la garganta los cantadores degustan nuestro cocuy, nuestra bebida tradicional durante mucho tiempo ignorada, pese a ser de nuestras costumbres más ancestrales, herencia de nuestros antepasados, los pobladores de estos territorios muchísimos años, siglos antes de la llegada de los conquistadores españoles quienes se maravillaron encontrar en tierras lejanas sustituto a sus acostumbradas bebidas europeas.
El cocuy es patrimonio artesanal del estado Lara, luego de pasar siglos de persecuciones y desconocimiento, para nuestros aborígenes planta generadora de salud por sus beneficios medicinales, además de promover múltiples usos con sus fibras. Gracias al virus chino, salido por descuido de sus laboratorios o quizás intencional, asunto por descubrirse, el mundo vive hoy duros momentos con cientos de miles de personas infectadas y un alto número de ellas muertas por sus daños al cuerpo, en particular los adultos mayores y esperamos el pronto descubrimiento de la vacuna para retomar en paz la lucha contra los otros males que nos agobian, la dictadura y los abusos contra los derechos humanos y la desmedida corrupción.
La batalla con Francisco Pacheco, Aquiles Báez y Santoral
Juan José Peralta