¿En Zulia hay un tipo de coronavirus más agresivo que en el resto del país?

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Sobre la base de la información médica o las estadísticas que ha mostrado el régimen de Nicolás Maduro, no se puede aseverar que haya una cepa más agresiva de coronavirus en Zulia


Las afirmaciones de Nicolás Maduro sobre la existencia de al menos dos tipos diferentes de coronavirus en Venezuela han sido recurrentes desde que, el miércoles 20 de mayo de 2020, las autoridades regionales de Zulia hicieran mención a un brote de coronavirus en el mercado popular Las Pulgas de Maracaibo.

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«Sin lugar a duda, el Zulia ha sido víctima del contagio de coronavirus que viene de Colombia. Es el estado más golpeado por el coronavirus que viene de Colombia. Es un tipo de coronavirus que está en estudio (…) porque es brutal. Nos ha matado ya a varios compatriotas. Cinco compatriotas que estaban tranquilos hoy, y se agravaron y murieron al otro día», reiteró el gobernante de Venezuela en su alocución del domingo 7 de junio.

«Pareciera, lo estamos determinando en este momento con el apoyo del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas y del Ministerio de Ciencia y Tecnología (…), diera la impresión de que este es un virus de una cepa más violenta, más virulenta que la que hemos notado en el resto del territorio nacional. Es muy probablemente, casi seguro, un virus proveniente de Colombia, una cepa proveniente de Colombia (…). Es una cepa que genera muchos más síntomas de los que aparecen en otros pacientes en el resto del país y además es un virus que genera una mortalidad mayor», había deslizado un día antes (sábado 6 de junio) su vicepresidente de Comunicación, Jorge Rodríguez.

Una similar reincidencia ha tenido, en la narrativa de Maduro, la tesis de que el gobierno de Colombia ha exportado la pandemia a su país vecino con premeditación y alevosía: «Era el plan de Iván Duque, contaminar a toda Venezuela. Ellos hicieron un plan macabro, sucio, la pagarán en la justicia divina, de contaminar a los venezolanos que venían caminando por Bucaramanga, por Ocaña, por Pamplona, de contaminarlos, mandar gente contaminada, contaminar los autobuses para que llegara contaminado el mayor número de venezolanos a Venezuela», aseguró el mandatario el mismo 7 de junio.

No hay mayor mortalidad en el Zulia

Sobre la base de la información médica —hasta ahora muy vaga— y las estadísticas que han ofrecido Maduro y sus voceros, no es posible llegar a ninguna conclusión sobre una presunta mayor letalidad del coronavirus en el estado Zulia.

El «boletín epidemiológico» que se ofrece en la página web del Ministerio de Salud de Venezuela no discrimina por estados los fallecimientos (23 personas hasta el martes de junio), solamente los casos conocidos.

Pero si se analizan las estadísticas que han elaborado algunos medios de comunicación sobre la base de los informes oficiales que se ofrecen en cadenas de TV, no se aprecia ninguna tendencia demasiado desequilibrante: 6 muertes en Zulia, 6 en el Distrito Capital, 4 en Miranda, 2 en Trujillo, 2 en Lara, 1 en Aragua, 1 en Sucre y una restante que no ha podido determinarse (Efecto Cocuyo, análisis de fallecidos y cobertura del informe del martes 9 de junio).

Si cruzamos estos números con los casos conocidos oficiales por estado, la tasa de mortalidad sobre contagios de Zulia no es la más elevada de Venezuela:

  • Trujillo (19 casos y 2 muertes): 10,53%
  • Sucre (19 casos y 1 muerte): 5,26%
  • Lara (42 casos y 2 muertes): 4,76%
  • Distrito Capital (178 casos y 6 muertes): 3,37%
  • Zulia (183 casos y 6 muertes): 3,28%
  • Miranda (310 casos y 4 muertes): 1,29%
  • Aragua (106 casos y 1 muerte): 0,94%

Si nos vamos a muertes sobre total estimado de población, en Miranda ha habido una muerte por cada 10.380 habitantes (base; proyección para 2019 del Instituto Nacional Estadística, que no contempla la migración de los últimos cinco años). La tasa más letal del país. En Distrito Capital, una muerte por cada 11.630 habitantes. Solo después viene Zulia: una deceso por cada 23.390 pobladores.

De todos modos debe acotarse que:

  1. Son muy pocos todavía los decesos hasta el 9 de junio (23) para llegar a conclusiones contundentes. Un mayor número de muertes en un período más corto de tiempo («cinco compatriotas que estaban tranquilos hoy, y se agravaron y murieron al otro día», cita de Maduro) en una determinada región podría ser simplemente una anomalía estadística.
  2. Las cifras ofrecidas por el régimen han sido confusas e incongruentes, con hasta 10 tipos distintos de anomalías estadísticas, y debido a la movilidad entre regiones —por distintos motivos—, con frecuencia no es posible determinar si la discriminación oficial por estados se refiere al origen del contagio o al lugar donde está (o estuvo) el paciente.
  3. Debido a las características del coronavirus y al bajo porcentaje de test de tipo PCR (los más confiables para su detección), es probable que exista un subregistro de casos. No solo en Venezuela, sino en muchos otros países.

«Es una cepa que genera muchos más síntomas de los que aparecen en otros pacientes en el resto del país y además es un virus que genera una mortalidad mayor»: recordamos la cita del sábado 6 de junio de Rodríguez, vocero de Maduro. Sobre lo  primero, no se ha informado con precisión cuántos y cúales son esos síntomas. Sobre lo segundo, no es congruente con el universo de estadísticas oficiales.

¿Hay más de un coronavirus?

La verificación sobre un presunto tipo distinto y más mortífero de coronavirus en Zulia ya ha sido efectuada por medios de comunicación como Efecto Cocuyo (6 de junio de 2020) y Contrapunto (en la misma fecha), y en ambos casos se ha llegado a la conclusión de que la tesis oficial es cuestionable, aunque obviamente no puede descartarse por completo. En términos relativos, la enfermedad COVID-19 —cuyo agente infeccioso es el coronavirus SARS-CoV-2— sigue siendo novedosa y casi todos los días se lanza alguna línea científica de hipótesis sobre la pandemia. Que después sean comprobadas, es otro asunto diferente.

«No hay virus más agresivos o menos agresivos. Lo que si hay es malas gestiones y buenas gestiones» (Julio Castro, infectólogo); “Cientos, si no miles, de cepas del virus se han secuenciado y no existe ninguna evidencia sólida de que las mutaciones que se detectan tienen alguna consecuencia con referencia a transmisibilidad, patogenicidad o efecto de una posible vacuna» (José Esparza, virólogo); «El virus ha demostrado ser bastante estable» (Flor Pujol, viróloga): estas son algunas de las respuestas de expertos venezolanos a la hipótesis oficialista, tomando como fuente la verificación de Efecto Cocuyo.

Líneas divergentes

¿Qué han revelado publicaciones de investigaciones científicas internacionales sobre «cepas» distintas de coronavirus? Tampoco hay resultados determinantes. Las variantes o mutaciones en el genoma del virus han sido útiles para que la comunidad científica rastree el origen y las posibles rutas del contagio del SARS-CoV-2, pero hasta ahora no hay evidencia sólida de que hayan derivado en varios tipos más o menos «agresivos» de virus.

«Hay una diferencia sustancial en los términos científicos que se están utilizando. Cada nueva mutación del virus no es una nueva cepa. Hay una diferencia entre el aislado de un virus y una nueva cepa. Un aislado del SARS-CoV-2 es cuando el virus de la COVID-19 se aísla de un paciente. Los aislados forman parte de la misma cepa del SARS-CoV-2, incluso si presentan secuencias genómicas diferentes. Mientras, una cepa del virus es un aislado con una evolución biológica diferente. El primer aislado de virus, tomado de un paciente de Wuhan en diciembre de 2019, es la misma cepa que el aislado más reciente tomado en cualquier otro lugar del mundo en mayo de 2020. Una nueva cepa de la familia de coronavirus provocaría una patología diferente. Para que una nueva cepa aparezca es necesario que: 1) Haya variaciones relevantes en la secuencia genética. 2) Se expanda de manera dominante en alguna región. 3) Existan cambios que deriven en otra patología aún más virulenta o que el virus pierda fuerza», señala Vincent Racaniello, del Departamento de Microbiología e Inmunología de la Universidad de Columbia, citado por el portal español Cambio 16 (mayo de 2020).

Resulta llamativo que, al menos desde el 28 de abril, el IVIC venezolano anunció estudios para secuenciar el genoma de la «cepa de coronavirus» que se ha propagado en el país, sin que hasta el 9 de junio de 2020, más de un mes después, se haya notificado algún resultado relevante que respalde o ponga en duda las tesis oficiales. «Al ser un virus pequeño, es relativamente fácil de secuenciar”, aseguró el virólogo Esparza a Efecto Cocuyo.

Solo hipótesis de coronavirus peligrosos

Entre el 5 de marzo y el 6 de mayo de 2020, algunas estudios internacionales anunciaron la posible detección de al menos dos cepas del nuevo coronavirus. una de ellas más agresiva que la otra. «Los genomas sugieren que el tipo L (de coronavirus) es más agresivo que el tipo S. La cepa más agresiva está causando 70% de los casos, frente a la cepa S que supone 30% por ciento. Los datos examinados en este estudio aún son muy limitados»: investigación china difundida en National Science Review.

«Un nuevo estudio realizado por el gobierno estadounidense ha encontrado una nueva cepa del coronavirus que se contagia mucho más rápido que las versiones iniciales. El estudio encabezado por el Laboratorio Nacional en Los Álamos indica que la nueva cepa, una mutación del coronavirus original, fue detectada hace tres meses en Europa. Se desplazó rápidamente hacia el este de Estados Unidos antes de convertirse en la variedad más dominante desde mediados de marzo»: esta versión apareció en Voz de América, también en Los Ángeles Times.

Sin embargo, con estas hipótesis ha ocurrido lo que con tantas otras teorías científicas catapultadas en medios de comunicación durante la pandemia: pasado un tiempo, no se ha sabido más de ellas. La Organización Mundial de la Salud que sigue siendo una referencia informativa clave —a pesar de cuestionamientos desde varios frentes—, no ha emitido datos sobre un nuevo eslabón evolutivo del agente infeccioso, que posiblemente complicaría más el hallazgo de una cura o una vacuna.

«Un análisis de más de 500 genomas de los cinco continentes no ha mostrado cambios en la virulencia del coronavirus COVID-19 por ahora, y tampoco la aparición de cepas distintas. Así se desprende del último informe del proyecto de código abierto Nextstrain», divulgó la agencia Europa Press tan temprano como el 16 de marzo, en una línea de investigación divergente de las anteriores.

«No hay ninguna evidencia sólida en este momento para pensar que esa mutación (la investigada por el Laboratorio Nacional de Los Álamos, en Estados Unidos) o cualquier otra mutación es más transmisible o causa síntomas más graves de COVID-19, aunque es válido seguir investigando este tema», declaró a BBC Mundo la directora del Centro de Tecnología del Genoma de la Escuela de Medicina Grossman (Nueva York), Adriana Heguy (14 de mayo de 2020).

¿Un virus con kriptonita?

Algunos científicos —especialmente italianos— han argumentado hacia mitad de 2020 una teoría en la acera opuesta: el coronavirus habría perdido letalidad a medida que hemos incursionado pandemia adentro. Massimo Clementi, director del Laboratorio de Microbiología y Virología del Hospital San Raffaele de Milán, sostiene que el presunto debilitamiento del agente infeccioso se debe no a una mutación genética, sino a una menor viralidad, es decir, el virus se estaría multiplicando con un ímpetu atenuado dentro de su alojamiento humano (hasta 100 veces menos que en marzo) como parte de su adaptación al nuevo huésped.

Estas declaraciones desde Italia también han levantado roncha, en un momento en que, hacia el 9 de junio de 2020, la COVID-2019 ha superado el hito de las 400.000 muertes en todo el planeta. Recibieron reacciones de cautela y escepticismo en otros miembros de la comunidad científica e incluso dentro de la OMS. Nuevamente: deben tomarse como una pieza más dentro del libre intercambio de investigaciones sobre la enfermedad. No (por ahora) como un hallazgo definitivo.

La tesis oficial de un «tipo» de coronavirus en el brote de Zulia que es más «agresivo» que el del resto de Venezuela carece de pruebas públicas y sólidas que la sustenten, al menos hasta comienzos de junio de 2020. La afirmación de que la COVID-19 es más mortífera allí que en otros estados tampoco tiene base estadística. Sin embargo, también sería temerario descartar por completo la hipótesis de un «subtipo zuliano» de coronavirus. En todo caso, el planteamiento debería debatirse en la tribuna de la ciencia, no la de la política.

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