Director: Jayme Monjardim. Guion: Augusto Cury
Creo que todos en alguna parte de nuestras vidas hemos perdido a alguien y algo que sabemos jamás lo volveremos a tener, está muerto o ya no vuelve.
“Un ser humano no muere cuando su corazón deja de latir, muere cuando de alguna forma deja de sentirse importante”,esta frase sacada del diálogo entre el mendigo Mellon Lincoln y el psiquiatra que ha decidido suicidarse, Julio Cesar, deja entrever el significado de avanzar y honrar lo vivido en el film El Vendedor de Sueños.
Es una película que muestra cómo un mendigo consigue salvarle la vida a Julio Cesar, un famoso psiquiatra que se había puesto al borde de un rascacielos para suicidarse. El misterioso mendigo se presenta como “El Vendedor de Sueños”, y gracias a esta proeza se convierte en toda una celebridad, ayudando con sus mensajes a comprender los problemas cotidianos de una sociedad agitada por el ritmo del modernismo, que en muchas ocasiones conduce a un individualismo exacerbado.
Ahora bien, en estas horas de encierro y desesperanzas por el mañana para muchos, éste film muestra la necesidad de darnos antes del punto final, una coma, para seguir escribiendo nuestra historia. Muy a pesar de cada problema, dificultad, experiencia de dolor, es una opción nutritiva. “Te regalo una coma para parar, respirar y seguir” tal como lo dijo Mallow al psiquiatra en el momento que deseaba suicidarse.
El objetivo fundamental de los sueños no es el éxito, sino librarnos del fantasma del conformismo. De movernos ante lo paralizante que puede ser vivir tras una perdida, un adiós. Este film toca temas existenciales: el suicidio, trama siempre compleja; la lógica depredadora de lo humano en el comportamiento de personas y empresas; la posibilidad siempre latente de redención; el valor de la amistad sobre barreras socioeconómicas y la importancia de la familia en medio de todas estas tribulaciones.
Pero ¿Por qué se quiere suicidar un psiquiatra adinerado y famoso desde su lujosa oficina? Su hijo no le hacía caso. Y Julio Cesar quería que su hijo “fuera”, “debería”, “hiciera”. El joven adolescentes se hastió, estalló e hizo una carta donde manifestaba suicidarse, su frustración por no ser lo que su padre quería solo podía terminar con su existencia. ¿Le parece cercana esta historia en cuarentena?
La película trata el tema del abandono y la pérdida en dos grandes historias, la del mendigo: el trabajo, el día a día, los grandes sueños de tener y no ser, hicieron su vida una competencia. Perdió su familia. La del Psiquiatra: el ego profesional, la soberbia en creer saber todo le hizo perder el amor de su hijo, quien no necesitaba un súper papá, un policía, un juez, sólo un hombro en donde llorar, un ser humano con quien poder compartir sentimientos secretos y que lo enseñase a pensar, a vivir.
En estas horas de encierro temprano es bueno saber que cada ser tiene su propia historia, y cada historia su mente, y cada mente un universo infinito. Cada uno lo vive con sus herramientas, demonios y sueños. Son días donde nos hemos dado cuenta de lo breve de la existencia, del ínfimo paréntesis de tiempo que representa y donde la condición de centro del universo nos hizo pasar a ser caminantes en rumbos desconocidos. El Vendedor de Sueños nos muestra que la culpa, los errores y las desgracias son privilegios de una vida consciente. Y la muerte no tiene ese privilegio.
Este film es un retrato de la sociedad de deseos, no de proyectos existenciales, donde nadie planea tener amigos, superar fobias y tener un gran amor ni ser tolerante, donde el que exige demasiado de sí mismo es un verdugo con los otros, pero también muestra una llamada optimista a buscar la verdadera felicidad y ser capaces, si es necesario, de volver a empezar a pesar de los vendavales inesperados y las aventuras imprevisibles.
Fritz Márquez
@fritzmarquez360