Cuando el ser humano creyente de DIOS afronta pruebas muy difíciles como la actual Pandemia y sus consecuencias (enfermedad mortal, carestía y falta de insumos médicos, muertes, confinamiento en el hogar, pérdida de empleos, crisis económica, falta de alimentos, incertidumbre, miedos y temor al futuro cercano etc.etc.), tiene la tendencia preguntarse por qué DIOS actúa así y permite que ello suceda. Se empeña en tratar de comprender a DIOS. Se parece un poco a la historia de Agustín de Hipona (San Agustín) muy conocida por todos y contada por él mismo. Que andando caminando por la playa, veía la inmensidad del mar y se preguntaba, cómo podía esa agua en movimiento no salirse de su sitio. Contemplaba la majestad del universo tratando de entender como Dios pudo hacer una cosa tan perfecta. Se preguntaba también acerca del misterio de un Dios trino, Padre, hijo y Espíritu Santo lo cual le embargaba y se sentía confuso.
Es entonces, cuando ve a la orilla de la playa un niño con un tobo que corría a la orilla, recogía agua y la vaciaba en un huequito que había hecho. El hombre pensante le pregunta al niño ¿Qué haces? Y el niño le contesta, estoy poniendo esa agua que está allá, y señala el mar, en este hueco. La respuesta fue suficiente para comprender que lo que él trataba de hacer era lo mismo. Meter en una mente finita, pequeña, corta, caída y sucia por el pecado lo infinito que es DIOS.
¿Cómo entender que antes de que existiera todo lo que existe en el cosmos, en el Universo, en la existencia misma, ya Dios existía?. Dios existía antes de lo que existe, por cuanto Dios existe en sí mismo, por cuanto él es Dios y existe desde siempre. ¡Así de simple!. No es juego de palabras y menos filosofía cristiana. “En el principio ya existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios.” Juan1:1. Solo tenemos que aceptarlo por cuanto él lo dice. No podemos explicar, racionalizar el gran amor de Dios por la criatura por cuanto él mismo lo califica como un amor que sobrepasa todo entendimiento.
Dios creó la raza humana por amor. Quería ver sus hijos, su criatura sonreír de felicidad por la eternidad. No lo razone. No lo filosofe. Su mente finita no puede entender lo que es infinito. Y fue tal la perfección de la criatura humana que Dios le dio lo que conocemos como el libre albedrío, para que pensara por si solo y decidiera por sí mismo. Para que amara a su Dios, su Creador de manera libre, sin presión, sin inducción, sin obligación lo cual trajo la desobediencia, por cuanto el hombre tenía y tiene la capacidad para hacer sus propias decisiones. Por ello decidió apartarse de su Creador y desobedeció. Tal es su amor por el hombre, que lo hizo a su imagen y semejanza. “Entonces dijo Dios: «¡Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza!” Gen.1:26.
Mi estimado lector, DIOS lo proveyó todo para que Ud. y yo fuésemos salvo. Ud. no tiene necesidad de buscar comprender a Dios, solo tiene que aceptarlo por fe, sustentándose en la esperanza de su Segunda Venida porque que él le ama y está esperando que Ud. le busque de todo corazón. «Me invocaréis, y vendréis a rogarme, y yo os escucharé. Me buscaréis y me encontraréis, cuando me busquéis de todo corazón. Me dejaré hallar de vosotros –declara el SEÑOR– «y restauraré vuestro bienestar y os reuniré de todas las naciones y de todos los lugares…» Jer.29:12-14. Ojalá podamos entender que todo lo que él permita suceda, espera sirva sirva para llevarnos a sus brazos amorosos y seamos felices.
¡Hasta la próxima semana Dios mediante por la WEB!
William Amaro Gutiérrez