“Si no puedes hacerlo bien… hazlo lo mejor posible”.
ANÓNIMO.
Esta frase era repetitiva del gran amor de mi vida, mi padre, Epifanio Antonio Pérez Pérez, mi guía, ductor, mi gurú, mi maestro… “MI GRAN AMOR.”
Pido permiso a los lectores del “Elimpulso.com”, y perdón a quienes no compartan mis ideas o que no les interese saber de una persona que para mí fue insigne en su trayectoria ciudadana, baluarte de la amistad, de la honestidad, de la lealtad a sus principios y valores, a la familia, pero en vísperas del día de los padres, en estas entregas quiero rendir tributo a quien tanto amo… a Epifanio Pérez Pérez.
Quiero hacerles llegar una síntesis de su semblanza, la misma que forma parte de un trabajo que estoy haciendo y que he titulado:“Tertulias de Café”, aclarando que las virtudes que intento reconocerle, son de él, nunca he pretendido ser la tierrita que botó las sandalias del pescador…
En la infinita Omnipotencia Divina, en las serranías inhóspitas del municipio Morán, allá en la montaña, en lo intrincado de los bosques nublados, después de pasar por El Tocuyo, subiendo a Guarico para trepar hacia Villanueva, más allá de los caseríos: El Rincón, Palo Grande, El Cauro, Los Hoyos, La Laguneta, la Puerta, la Cuchilla, entre otros… antes de llegar a Las Cruces, en “Santa Marta”, el epicentro de 36 caseríos… ¡Allá! en la finca de los abuelos, en medio de los exuberantes cafetales sembrados por mis ancestros, surgió una llamarada incontenible de esfuerzo, tesón y perseverancia forjados en la integridad acrisolada en la indiscutible dignidad y probidad envueltas en la entereza otorgada por las ansias de servir que se desarrollaron en un niño entregado por Dios a los caficultores Blas y Petra (ambos de apellido Pérez), el día 07 de abril de 1908…
Ellos, mis abuelos, le asignaron por nombre Epifanio Antonio, la representación masculina de la celebración cristiana que significa “manifestación”, y que referida al Padre Todopoderoso, corresponde a los momentos en que Jesús se manifiesta o revela al mundo; y fue combinada con un homenaje al Santo más popularmente conocido, a:
“San Antonio de Padua”…
Podría haber sido el resultado de la causalidad, el que los abuelos se responsabilizaran por la formación de un ser excepcional, que para complemento, le dieron como segundo nombre: Antonio, en agradecimiento a “San Antonio de Padua” porque, supuestamente, salvó su vida, cuando, recién nacido, fue llevado a Humocaro Bajo por un gravísimo estado de salud; para ser bañado en la quebrada que nutre y refresca al pueblo. Esto, ante la creencia de que sus aguas son milagrosas; razón por la cual, entonces fue registrado legalmente como nacido en aquella población con el nombre de…
Epifanio Antonio Pérez Pérez.
Moldeado en su carácter indomable, papá se fundió a sí mismo en el crisol de la superación física y espiritual…
Después de haber aprendido a leer y a escribir, guiado por maestros “llevados a la finca por el abuelo”, también estudió las matemáticas y sus funciones elementales.
En las veladas nocturnas en la casa de la finca, parientes y obreros que trabajaron con el abuelo me contaron que su primer maestro se llamaba Nerio Jiménez, y que, fue José Eugenio Pargas quien le había enseñado los tres primeros libros…
Siendo un niño todavía, se empeñó en emigrar a Barquisimeto para continuar con su instrucción y, en 1925, estudiando en el internado, del Colegio La Salle, de Barquisimeto, o sea siendo un “Barquisimetío”… (Continuará).
Maximiliano Pérez
