Despertó. Sintió la sangre caliente, volteo y Dionisio estaba en la cocina como si nada. Durante años los vaivenes se disimulaban con distancias sociales. Hoy están en cuarentena.
Lorena tenía el virus en su propia cama, en el cuerpo de Dionisio, su esposo. Un hombre con barriga de apariencia insana, manos y voz fuertes, ambas las había sentido en su cuerpo y espíritu. La maltrataba
En estas horas de encierro, lo peor es compartirlo con quien no quieres.
Y por más que ella subía fotos de su bello jardín en Instagram, su casa era un lugar de miedo y abuso. Todo comenzó sutilmente: impidiendo ver a su tía, manejando el dinero, acusaciones de infidelidad, un celular contra la pared.
Lorena cree que sólo es a ella y lo disimula escribiendo frases de Walter Riso en su WhatsApp, pero en las últimas 5 semanas, en el mundo, las llamadas de emergencia por violencia doméstica subieron 18%.
La mascarilla 19 (código mundial) es una llamada a farmacias, hospital para decir, me estaban golpeado en casa.
Dionisio se disculpa y dice no volverá a pasar, Lorena se pregunta si ella imagina el maltrato o es real. Justo allí se sufre formalmente de violencia domestica según la ONU. Es una víctima.
Lorena decidió detenerse y con ello la irritabilidad e insomnio terminó. No hizo trato con el maltrato y pidió ayuda. Se cansó de tirar la toalla, de sentirse extraña en su propia casa. No más golpes que duelan ni palabras que hieran; se puso sus tacones para hacer sonar sus pasos.
Del otro lado del teléfono no solo estaba el fin, sino la vida. Lorena se puso fin para poder tener un principio.
Fritz Márquez
@fritzmarquez360