La emergencia del coronavirus ha golpeado a todo el mundo, afectando a millones de personas y obligándolos a cambiar de hábitos. En abril de 2018, la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró el 3 de junio como el Día Mundial de la Bicicleta.
Ante esta nueva situación en la que se presentan diferentes retos, surgió la necesidad de readaptarse y transformar la manera tradicional de vivir.
Un cambio que ha significado importantes costes humanos y económicos y, sin embargo, ha dado un respiro a las ciudades y la sostenibilidad gracias a la menor cantidad de vehículos circulando y por tanto a la reducción de la contaminación.
Y es ahí donde la bicicleta quiere jugar un rol clave como alternativa de transporte público.
Esto ocurre a pesar, incluso, de los beneficios que supone invertir en peatones y ciclistas, ya que pueden salvar vidas, ayudan a proteger el medio ambiente y a reducir la pobreza.
Satisfacer las necesidades de estos ciclistas y peatones sigue siendo, por tanto, crucial para solucionar los problemas de movilidad de las ciudades, para mitigar el aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero debido al crecimiento de la población y para mejorar la calidad del aire y la seguridad vial.
Sin embargo, el uso de la bicicleta en Venezuela es principalmente para recreación, deportes y para algunos como medio de transporte para sus trabajos.
Ángel López, coordinador general de la Organización Ciudadana Ciclovías, considera que los gobiernos en Venezuela y en particular en el Zulia «deberían darle cabida a políticas que aporten una inclusión a los ciudadanos con el uso de la bicicleta, que aporta diversos beneficios particulares como colectivos, pero que aún estamos en ese aspectos desfasados».
Ciclovía productiva
Con ocho años de creada esta organización civil, su coordinador destaca lo positivo y beneficioso que ha resultado el uso de la bicicleta por parte de algunos emprendedores y empresariado marabino.
“Hemos tenido colaboraciones con Pepsi, muchos restaurantes, casas reposteras y minimarkets para un total de 76 empresas que han contado con el aporte de ciclistas para el delivery de sus productos”, destaca.
López agrega que “la inclusión de ciclovías en la ciudad disminuiría el hacinamiento en las unidades de transporte a motor, como también activaría la elevación de las defensas y alejaría al ciudadano del sedentarismo”.
Asegura que, por ejemplo, en Bogotá hay 350 kilómetros de ciclovía y recientemente se agregaron unos 90 mil metros adicionales, lo que ha aminorado la contaminación por la emisión de gases y humo producidos por los vehículos carburantes.
“Los gobernantes deberían ponerle la lupa a esta importante y antigua modalidad para el desarrollo urbano y de la ciudadanía que le aportaría un importante ahorro al herario público y ciudadano con el uso de esta herramienta que aún sigue visto como un instrumento de esparcimiento”.
5 ventajas del uso de la bicicleta en la ciudad:
1. Reducción de la contaminación
Andar en bicicleta es un factor clave para reducir los niveles de contaminación ambiental, obvio, pero también ayuda a reducir otra contaminación también muy importante, la acústica.
«¿Te habéis fijado alguna vez en el nivel de ruido que generan los vehículos a motor?» De acuerdo a estudios es el 80 por ciento del ruido ambiental de las ciudades, superando los valores máximos recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), de 65 dB para el día (8-22h) y de 55 dB para la noche (22-8h).
Pese a los asfaltos que cada vez ahogan y absorben más el ruido, en ciudades con mucho tráfico a motor se generan problemas de salud pública, que, aparte de problemas de sueño, estrés o dolores de cabeza, también se detectan trastornos cardiovasculares y otras patologías relacionadas con respuestas hormonales.
2. En bicicleta vamos más seguros
Los accidentes en bicicleta son muy minoritarios, y respecto a los coches la proporción es de dos accidentes de bicicleta por cada 100 de vehículo automotor.
Al mismo tiempo, el crecimiento de desplazamientos en bicicleta hace que el número de accidentes en vehículos a motor también se reduzca, debido a la moderación de velocidad al convivir con la bicicleta.
3. Ahorro, ahorro y ahorro
En trayectos urbanos relativamente cortos se reducen los tiempos de desplazamiento y a la vez se ahorra dinero en combustible, mantenimiento, entre otros. Se gastan 30 veces menos en la adquisición y mantenimiento de una bicicleta que en la de un carro.
Respecto al ahorro energético, una bicicleta es mucho más eficiente, gasta 12 veces menos energía que un automovil lleno y 50 veces menos que un carro ocupado por solamente una persona. También se reducen los costos energéticos de construcción.
4. Devolvería la ciudad a las personas
Una bicicleta ocupa cinco veces menos espacio que un carro, dato simple pero demoledor que por sí mismo implica mejoras en la movilidad de las ciudades.
En términos de calidad de vida en la ciudad, a parte de la reducción de la contaminación acústica ya comentada, pedalear provoca un aumento de la comunicación, invita al saludo y acerca a las personas, aún de lejos. Ya sea entre los propios ciclistas como entre ciclistas y peatones, reduce así también el stress urbano general.
5. Para ponerse en forma
No hay mejor ejercicio que andar en bicicleta, se movilizan grandes grupos musculares y una vez el ejercicio de pedalear con la bicicleta sea algo ya regular, se reduce la frecuencia cardíaca y respiratoria. Al mismo tiempo es un trabajo excelente de prevención de enfermedades coronarias, hipertensión, colesterol o diabetes.
Algo a considerar
La bicicleta es la opción más sana para moverte en tu ciudad, más práctica, más sostenible, sin humos, sin ruido y sin consumir derivados del petróleo, contribuyendo a recuperar la ciudad para las personas, ganando espacios de convivencia ciudadana mejorando así nuestra la calidad de vida.
Lea más en www.laverdad.com