La superación de la pobreza nacional ha de ser el objetivo claro de la nueva sociedad de libertades. Busquemos sin dogmatismos el equilibrio siempre inestable entre el estado necesario y la libre empresa imprescindible, entre la dimensión solidaria e igualitaria y la dimensión de la competencia e iniciativa diferenciadora.
El pronunciamiento lo hizo el sacerdote jesuita, Luis María Ugalde, ex rector de la Universidad Católica Andrés Bello, durante una conferencia dictada este lunes en la Confederación de Industriales de Venezuela (Coninudustria), bajo el título: “Nueva Realidad: Desafíos para el Sector Empresarial”.
Recordó que las encuestas más recientes van revelando que sube significativamente la valoración de la empresa privada por la población. Incluso la gente que en otros años recibió con entusiasmo las estatizaciones y aclamó el grito de guerra del “exprópiese”, ve cada vez más claramente que la economía socialista con las empresas estatizadas es causante de la ruina nacional y que el estatismo totalitario va contra natura del hecho productivo, que más bien requiere de iniciativa e inversión privada, libertad y creatividad.
Advierte que sería peligroso que los empresarios se quedaran satisfechos y no aprovecharan este estado de ánimo favorable para visualizar las nuevas expectativas y exigencias de la población hacia la empresa y los emprendedores, profundizar la reflexión económica en la población y promover iniciativas adecuadas.
Precisó que no somos un país petrolero riquísimo, sino pobre, endeudado y en bancarrota. Indicando que hizo un daño enorme la prédica chavista de que éramos riquísimos.
La ruina y el sufrimiento actual constituyen un momento privilegiado para entender que somos pobres, la suma de lo que producimos es pobre y ha bajado dramáticamente en los últimos 5 años. Pobreza que no debe ser aceptada con resignación sino como base para el camino hacia la “riqueza”: la producción crea lo que necesitamos y el talento y la productividad de toda la población son las palancas fundamentales para recorrer exitosamente ese camino productivo.
La educación formal e informal debe inculcar esto dando a entender que el país cambió. Eso no quiere decir que no tengan importancia los recursos naturales usados con criterios de cuidado ambiental.
Es el momento de hacer y acompañar los hechos con la explicitación pedagógica de lo que diferencia ahora las prácticas económicas de muerte y las de vida.
Sugiere que el actual dramático estado de necesidad debe usarse para fomentar el emprendedurismo. La búsqueda de ganancia y de productividad agrega valor; venimos de la prédica de que la búsqueda de ganancia es algo negativo y egoísta y que la productividad es neoliberalismo explotador.
Destaca que las sociedades hoy vuelan con dos alas: la empresa productiva y sociedad solidaria con su estado. La empresa es diferenciadora, pues retribuye de manera distinta de acuerdo al rendimiento productivo de cada uno. La sociedad solidaria genera vasos comunicantes, crea un estado igualador, y defiende igual dignidad, iguales derechos e iguales oportunidades para todos.
Toda sociedad que pretenda volar con un ala sola, fracasa rotundamente o bien por desigualdad escandalosa e insufrible o por igualdad paralizante. Las sociedades necesitan sabiduría para lograr un equilibrio- siempre inestable- entre estas dos tendencias: libre empresa privada y estado.
Advierte que capital y trabajo deben combinarse de tal manera que su relación sea la de ganar-ganar y no que uno deba perder para que el otro gane. Para que al empresario le vaya bien es necesario que al trabajador le vaya bien. Ello se logra combinándose de manera que se potencien mutuamente. Así mismo para que a los pobres de Venezuela les vaya bien a los empresarios y sectores de buenos ingresos les debe ir bien.
La empresa necesita el mejoramiento permanente de los ingresos de los millones de trabajadores. No le puede ir bien a la empresa si le va mal al trabajador y a los pobres. Y sin crecimiento y éxito de las empresas privadas no le puede ir bien al trabajador. Tenemos que lograr que sea realidad y conciencia que guíe actitudes y políticas. Hoy las empresas mundialmente compiten en equipo y, como en el deporte, el equipo gana más cuanto el conjunto y cada jugador se prepare mejor y produzca más goles.
De manera que debemos buscar el mejoramiento del todo social, además de la propia empresa: los servicios de salud, de educación, luz, agua… y la exitosa producción de los bienes y servicios que necesitamos.
La solidaridad está en desarrollar de tal manera la libre iniciativa que produzca como resultado un bien común superior. La libre empresa será más solidaria cuando produzca más bienestar común.
Este cambio hay que hacerlo y al mismo tiempo hay que explicitarlo, razonarlo y subrayarlo. La empresa privada va a necesitar muchas personas e instituciones con inteligencia haciendo ver el resultado en el bienestar social (no sólo en las ganancias de las empresas) de una manera distinta de entender la política y de hacer Estado y gobierno.
Dentro de ese enfoque los liberales deben explicitar que esa libertad que reclaman es solidaria con beneficios y ganancias para todos. Que la búsqueda del interés propio no es un vicio, sino la base de una virtud, «ama al prójimo como a ti mismo». Lo que quiero para mi quiero para ti y no hagas al otro lo que no quieres que te hagan a ti.
No somos millones de “yos” enfrentados, sino “nos-otros” que triunfamos juntos o naufragamos juntos. La superación de la pobreza es algo básico y fundamental que beneficia a todo el país y donde todos salimos ganando.
De nuestra libertad y responsabilidad depende que terminemos siendo lobos que se muerden o hermanos que se ayudan, afirmó el padre Ugalde.