Para Simón Bolívar la Gloria era su máxima ambición y en ese empeño gastó su inmensa fortuna. Luchó contra el peculado, lección traicionada por que quienes se dicen bolivarianos al cultivar el más feroz asalto al poder en Venezuela.Su más reconocido jefe militar desde la batalla de Carabobo, general José Antonio Páez, quería poder y fundos de ganado.Bolívar le entregó la jefatura de Venezuela y al descubrirse la Cosiata, fue a Caracas para aplacar la conspiración, le dio más poderes y le alborotó aún más la ambición.
Expulsado de Colombia por sus enemigos, Bolívar quiso volver a su ciudad natal y Páez se lo impidió. Le cerró todas las puertas. El caudillo llanero quería un país para él solito. En 1830 separó a Venezuela dela Gran Colombia, se hizo su constitución y su congreso lo designó presidente. El Libertador se fue a morir a Santa Marta, cuando planeaba un viaje en procura de salud para regresar
A José María Vargas, segundo presidente, por ser civil en 1835 le dieron un golpe de estado. Los militares decían que la presidencia no era para civiles. Mariño con Carujolo depusieron pero Páez lo repuso. A la final Vargas se fue al rectorado de la Universidad y el general Carlos Soublette culminó el período, para que Páez volviera a la presidencia en el tercer período, en 1839. Soublette gobernó en el cuarto periodo de 1843 a 1847.
Los liberales tenían al país alborotado y Páez con Soublette –los conservadores o godos– respaldaron las aspiraciones del muy ambiciosos general José Tadeo Monagas quien “saltó la talanquera” y se alió con los liberales. El congreso paecista quería enjuiciarlo y les dio un golpe en febrero de 1848. El héroe de Carabobo se alzó y salió derrotado por el codicioso presidente que presionó al congreso por más poder.
Monagas venció a Páez y luego de humillarlo en prisión lo expulsó al exilio e impuso a su hermano José Gregorio para suceder lo de 1851 hasta 1855. De nuevo presidente, José Tadeo Monagas pidió al Congreso llevar el período a seis años y reelección inmediata, copiado por Hugo Chávez en este siglo para atornillarse en el poder y aunque perdió el referéndum la asamblea nacional a su servicio le aprobó la reforma.
Monagas no disfrutó los beneficios del nuevo período. Conservadores y liberales rechazaron su ambición continuista y con el general Julián Castro a la cabeza le dieron un golpe de estado. Debió asilarse en la legación de Francia para luego ir al exilio mientras se convocaban elecciones abiertas para propietarios y alfabetos.
Electo presidente en 1859, el prócer civil Manuel Felipe de Tovar –quien donó las tierras donde se creó la Colonia Tovar con migrantes alemanes–hizo regresar a Páez de su exilio en Nueva York y lo encargó del ejército para enfrentar la guerra federal que acababa de reventar en el occidente venezolano,acaudillada por los generales Ezequiel Zamora, Juan Crisóstomo Falcón y Antonio Guzmán Blanco.
Cuatrero, traficante de indios y esclavos, Zamora ambicionaba repartir los bienes de los oligarcas. Lo mataron sus propios socios el 10 de enero de 1860 en el sitio a la ciudad de San Carlos, cuando inspeccionaba el emplazamiento de sus tropas. Falcón, su propio cuñado,dio la orden, dicen los historiadores, por su desmedida ambición y empeño en repartir las tierras de los propietarios a los campesinos. Un certero tiro de fusil en un ojo desde el campanario de la iglesia lo mandó al otro mundo. “Uno menos”, dijo Guzmán Blanco, otro ambicioso y para que no cundiera el desaliento por su muerte, la mala noticia se ocultó.
Tovar encargó a su vicepresidente Pedro Lander, otro civil, pero el caudillo llanero de las Queseras del Medio lo depuso en 1861, se quedó con la presidencia y la jefatura del ejército del gobierno, perdió la guerra y capituló ante Juan Crisóstomo Falcón y su codicia.Derrotado, Páez se fue con sus ambiciones a morir en Nueva York el 6 de mayo de 1873, cuando contaba 83 años.
Ascendido a mariscal y elegido presidente en 1863, Falcón no pudo con un país arruinado por las guerras y su corrupta gestión. Con cualquier pretexto se iba de permiso a Coro y encargaba a Guzmán Blanco o Miguel Gil. Cuando se pensaba que Falcón reformaría la Constitución para presentar su candidatura, renunció y encargó al general Manuel Felipe Bruzual. El flamante mariscal se fue con su estrepitoso fracaso y sus ambiciones a su hacienda luego de su dimisión el 28 de abril de 1868. La realidad: Falcón estaba enfermo.
Al conocer el avance de la Revolución Azul encabezada por José Tadeo Monagas, quien reaparecía en 1868 con sus ambiciones, Bruzual huyó a Puerto Cabello y se encargó de la presidencia a Guillermo Tell Villegas, quién expulsó a Falcón a Curazao. De 88 años, Monagas murió en el intento de una tercera presidencia. Y Falcón en Martinica en 1870, cuando Guzmán Blanco llegaba con su Revolución de Abril y sus ambiciones de poder y dinero.
El arribo al poder del líder de la Revolución de Abril se inició el período llamado por los historiadores el guzmancismo, desde 1870 hasta 1899, cuando los andinos encabezados por Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez asumieron el poder para iniciar el siglo XX bajo un nuevo signo. Pero esa es otra historia.
A Guzmán Blanco se le considera el mandatario más corrupto del siglo XIX. La Constitución establecía el periodo de gobierno de dos años, pero le pareció muy poco y necesitaba más tiempo para hacer lo planeado. Mandó por siete años en su primer gobierno. El septenio. Ya había dado legalidad de las comisiones por gestiones oficiales de préstamos y contratos. Y se fue a su amado París, con sueldo de plenipotenciario. En 1877 le sucedió el general de vocación democrática Francisco Linares Alcántara, primer presidente muerto en la presidencia.
Guzmán Blanco, regresó por aclamación para un gobierno de cinco años desde 1879 hasta 1884. El quinquenio. Siguió robando y negociando. Al finalizar su gestión se fue de nuevo al París de sus amores y correspondió el turno de saciar sus ambiciones de poder al general Joaquín Crespo, quien respetó los dos años de ley, hasta 1886. De nuevo regresó Guzmán a “raspar la olla” en un tercer gobierno de dos años que no terminó y en 1887 encargó al general Hermógenes López concluir el período. Su París de nuevo lo esperaba y allá se quedó hasta su muerte en 1899, viviendo como un príncipe con lo robado al erario público. Fueron catorce años depredando el tesoro nacional. Ambicioso y ladrón como hemos dicho.
En 1888 resultó electo para suceder la gestión un civil, Juan Pablo Rojas Paúl, quien al concluir sus dos años reglamentarios de mandato entregó en 1890 a otro civil, Raimundo Andueza Palacio, coincidente con Guzmán de la insuficiencia de dos años para un periodo de gobierno. Además por ambición intentó llevarlo a cuatro años. Desde su hato El Totumo, ante las pretensiones de Andueza en marzo de 1892 Crespo lanzó un manifiesto y al frente de la Revolución Legalista entró triunfante a Caracas en octubre. Toma el poder, primero de facto y luego una Constituyente lo elige presidente hasta 1898, cuando entregó a su protegido general Ignacio Andrade, electo en descarado fraude contra el general José Manuel Hernández «el mocho», quien desconoció el proceso y se alzó en armas con el “Grito de Queipa”.Protector de Andrade, como jefe del ejército Crespo salió a defender a su protegido y someter al mocho y el 16 de abril de 1898 de un certero disparo lo bajaron del caballo en La Mata Carmelera. Montaba un brioso alazán peruano de gran alzada, con capa blanca, botas de charol, sombrero de Panamá. Su muerte puso fin a la era del guzmancismo y cerró un apasionante capítulo de la Historia de Venezuela, caracterizado por lo violenta vida política nacional,la desaparición de los partidos venezolanos del siglo XIX y la ambición de los caudillos por el poder.
Juan José Peralta