Fausto Izcaray se instaló en la poesía cuando sintió que el mundo era un karma difícil de cargar sobre las espaldas del ego. Decidió entonces romper el cascaron para nacer a una nueva vida sin las limitaciones e imposiciones de los ranking sociales y profesionales y así poder viajar desde la humildad de sencillos actos cotidianos a los infinitos espacios sensoriales donde la energía no distingue formas ni clasificaciones.
Se convirtió así en la esencia que invoco Bécquer para desde los cotidiano viajar por los intersticios de la realidad al cosmos donde la materia es una eternidad de luces siempre en fuga. Fausto se coloca frente a la computadora y se niega a ser el sujeto esclavo de la red para instalarse en la matriz donde se reparten las instrucciones y se ordenan los espejos donde miramos la vida con pluralidad aunque sepamos que todos somos uno.
Fausto parece estar quieto, cómodamente sentado en un panel de invitados de un programa de televisión , a su lado estamos varios y de pronto desaparece, esta allí pero tenemos la sensación que furtivamente se escapo hacia el otro lado de la pantalla y desde allí televidente nos observa con la espera de una palabra sabiamente esquinada.
Siempre esta en viaje, algunas veces mientras se afeita se le hace invisible a su esposa Lilian. Ella sabe que temporalmente se mudo al otro lado del espejo y aguarda su regreso del estro becqueriano.
Y no son metáforas las idas y vueltas de Fausto Izcaray Yépez por la rendijas entre lo concreto y lo abstracto. El viene desde hace tiempo ideando la manera de trascender lo fáctico para cubrir el trecho que lo separa de la luz que observa en su maestro espiritual José Manuel Briceño Guerrero. Por eso algunas veces se abraza a Gurdiej buscando el tercer camino y otras se repliega en sus oraciones infantiles tratando de encontrar la ruta vital que lleva al cielo donde se encuentra su mamá María Cristina.
Eso es Peregrino Cósmico, mas que un poemario un registro de los muchos viajes del protagonista hacia el reino de las esencias donde el Tao no distingue las formas porque todo sucede a la velocidad del pensamiento y se puede ser hombre y positrón al mismo tiempo.
Convertido en peregrino el poeta ya no es sujeto o miembro de una familia, de un grupo, de una sociedad, es solamente parte del camino, un elemento incorporado a la inmensidad donde cohabitan lo real y lo soñado. De esta forma el Fausto peregrino deshace su pacto con la materia atrapada en formas para adentrarse en las entrañas de su propio ser implosionado.
Lo singular de este proceso de bilocación permanente que ejecuta el poeta Fausto Izcaray es que esta perfectamente camuflado. El continúa siendo el doctor Fausto, asesor de empresas, experto en neurolinguistica, operador de encuestas de opinión, profesor de postgrado, analista de temas políticos y económicos, al mismo tiempo que el peregrino del cosmos que describe en su último poemario.
Para saber como lo hace podemos buscar explicación en la terapia que un iluminado tibetano le dio a un ciudadano europeo victima de múltiples enfermedades y angustias. :”Un día llego hasta el maestro un hombre desesperado por varias dolencias de tipo material y espiritual. Había visitado médicos internistas, psiquiatras, alergólogos, homeópatas. De todo había intentando para sanar sus males cotidianos y permanentes… El sabio maestro le curo en apenas minutos. De forma instantánea le desaparecieron todos sus quebrantos. Simplemente le cambio de nombre y al hacerlo le quito de sus espaldas el peso del mundo, su lista de obligaciones, su esquema de responsabilidades. Al cambiarle el nombre le disipo las ataduras del Ego y lo puso en camino de una nueva vida.”
No es fácil tomar esta medicina por la carga de compromisos que tenemos con los seres queridos y por la culpa o pecado que nos generaría esta ruptura, pero acordémonos de lo dicho por Jesús Dios, quien quiera salvarse que me siga y lo deje todo. Quiere decir que no hay pecado o culpa en asumir la ruta de un peregrino ligero de equipaje para buscar el amor donde confluyen las esencias y no existe confrontación para mantener espacios controlados para el Ego.
Hermoso poemario el de Fausto. Peregrino del Cosmos tiene el abracadabra personal de sus viajes astrales. Derroche de cultura, alarde de conocimientos, fina sensibilidad contenida en palabras esculpidas en aire. Se pueden leer todos los poemas de forma continua y se queda uno en trance y reflexión, se puede leer uno por uno lentamente y se produce el mismo efecto.
Peregrino Cósmico no es un libro, es un viaje para el cual Fausto Izcaray generosamente nos cede un asiento para que lo acompañemos.
Jorge Euclides Ramírez