Hace poco, recibimos un documento que representa para nosotros,un privilegio y un compromiso,ya que recoge el sentimiento de una persona, quien se convirtió en vocero de su promoción, para tratar que sean reconocidos por los gobiernos de turno, y se tome en cuenta lo que significa trabajar por la nación tantos años seguidos y con una recompensa poco clara, según las Leyes actuales, a la hora de jubilarse.
Esta historia fue escrita por el funcionario A., que por cuestiones obvias omitimos su nombre, pero representa la voz de quienes un día decidieron: “Servir a la Patria”. Estos hombres,desde jóvenes se alistaron y numerosos todavía están activos;entregados,como dicen por allí: “En alma, cuerpo y espíritu” y casi todos ellos, nunca pensaron que al finalizar sus carreras, ya jubilados, la recompensa de Servir a la Patria derrumbaría todo futuro de vida: Con mal sueldo de jubilación,poco respaldo de Institutos de Previsión Social, sin bono de alimentación y otros.
Nuestro amigo A, nos escribió así: “Siendo joven, decidí enrolarme en las filas de la Escuela de Vigilancia Vial (ESCUVIAL), para ser funcionario de la Patria, en la ciudad de Maracay, encrucijada de Cagua, vía a San Mateo, en el año 1990. Por unos diez (10) meses fuimos instruidos, padecimos, sufrimos y hasta sentimos momentos de nostalgias por la lejanía de nuestra familia y del amor juvenil.
“También experimentamos momentos de “alegría”, porque así tomábamos ciertas burlas de nuestros instructores; jocosidades de algunos compañeros de estudio, a quienes estábamos conociendo, porque muchos de ellos venían de diferentes partes de nuestro país. Así se formaba un funcionario de tránsito terrestre, hoy adscritos al Cuerpo de Policía Nacional Bolivariana (Cpnb),dependiente del Ministerio del Poder Popular de Relaciones Interiores y Justicia, a sabiendas que el ente empleador es el Estado Venezolano”.
Continúa señalando A: “Iniciamos nuestros estudios unas cuatrocientas (400) personas, todos del sexo masculino,y al finalizar la misma, apenas quedábamos ciento treinta (130). En esa ocasión, nos unieron con un grupo de Maracay, y en total sumábamos ciento ochenta y siete (187); quienes continuamos con una “hermosa carrera” que teníamos por delante; por lo menos así lo veíamos y como lo dicen por allí: “En el tren de la vida, unos fueron abandonados por muerte y otros por errores humanos…”.
En el mismo tenor, Teo Galindez en su canción dice: “y al tren de la vida, sube gente nueva, se va gente vieja, y algunos se marchan sin decir adiós, y el tren de la vida, sigue su camino, marcando el destino de quien lo tomó… Yo que voy en él, observo el contraste, que pocos comparten el mismo vagón” (www.musicallanera.co).
Tal vez por lo anterior, nuestro relator dice:“Debemos dejar claro que hay muchas personas que propenden prestar un servicio a la Patria, incluyendo a los que se alistan en las Fuerzas Armadas Nacionales Bolivarianas, quienes por medio de la Ley de Carrera Administrativa son protegidos al finalizar su servicio y pareciera que, en cuanto a la recompensa de Servir a la Patria, se considerara a unos funcionarios de primera y otros de segunda.Y en este caso, desde nuestra “Alma mater”, la ESCUVAL, somos amparados por leyes anacrónicas que para este momento no están acordes con la realidad económica y social que vivimos.
En ese sentido, Noboa, R. (2016), define que “Servir a la Patria es trabajar por la equidad de todos, pero señala que en su país, se es patriota: En la medida en que desde mi parcela política reciba las mieles del poder político y… nunca han ayudado mínimamente a ningún compatriota que lo necesite; es el patriotismo en función de sus propios intereses” (listindiario.com).
Según(A) y los de su cohorte, supieron“lo que es levantar a sus familias como dijo Churchill, W., en 1940, con: “Esfuerzo, sudor y lágrimas… desde diferentes lugares que se nos enviaban, hasta llegar a nuestra tierra natal. Y como el lógico y natural, todo quien sirve o no a la Patria, espera tener un final feliz en su trabajo o empleo, pero cada vez es más difícil vislumbrar la finalización de nuestra carrera;ahora por ley, por ejemplo,se nos obliga “servir” (trabajar) por 35 años, y deberíamos tener 60 años de edad para optar por la jubilación oficial”.
Dado lo anterior, “la recompensa de Servir a la Patria se convierte en una experiencia deprimente, ya que no toman en cuenta rangos, estudios, años de servicio y otros aspectos más”.
“Se esperaría que el Gobierno Nacional, legisladores y a todo quien le competa,le dieran la importancia debida a nuestro clamor y, añoramos el día para ver leyes que unifiquen a todos los que servimos a la patria, y nuestra labor se vea magnificada, enaltecida en la frase del juramento: “Que Dios y la Patria los premie, o de no ser así que os lo demande”.
Eduardo Iván González González
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