El inconformismo del ser humano ha contribuido de una manera determinante en su crecimiento. Es, sin lugar a dudas, el detonante de su actitud frente a los restos que les depara el destino, para bien o para mal, la guía de sus pasos cuando se hacen lentos, azarosos y tímidos e impiden enfrentar los obstáculos con los cuales seguramente encontraran en el transcurso de su existencia. Por eso, y por muchas razones más, los gobiernos deben dejar la sensiblería cuando sus administrados dan rienda suelta a sus reclamos y las quejas no son escuchadas, con la atención que merecen, por quienes están en la absoluta obligación de cumplir con un insoslayable deber de responder positivamente a las demandas del pueblo que los eligió. Se equivoca de plano el populismo cuando elude responsabilidades y apela a la demagogia como una manera de adormecer la inconformidad expresada por las víctimas de esa extraña forma de gobierno, que solo conduce a exacerbar los ánimos de los que se sienten burlados.
II
Hace apenas una semana terminé de leer una entrevista que Caopolican Ovalles le hizo a un ex presidente venezolano, en la cual tuvimos la sensación de estar frente a un Jefe de Estado con una gran capacidad de entender a su país, capaz de ofrecer respuestas adecuadas a los problemas que se le presentaron en su mandato constitucional. Su apego a la democracia fue incuestionable y su popularidad alcanzó cifras altísimas en su proyecto político.
III
El Presidente de esta pequeña historia que les cuento no pudo, sin embargo, desarrollar esas ideas que, de haberlas instrumentado con éxito, tuviéramos hoy un país inserto en el concierto de las naciones militantes del llamado primer mundo. Se lo impidió, al menos eso modestamente creo, las concesiones al populismo y a la ambición de glorificar su nombre en la historia, sin darse cuenta que estaba abonando su propia tumba y la de un país que pudo ser el orgullo de nuestra América Latina.
IV
Los lectores de estas líneas, ávidos de información, pretenden obtener respuestas concretas sobre lo que nos depara el futuro inmediato, como si fuera tan fácil predecirlo, sin caer en inexactitudes. Solo tenemos algunas sensaciones, la mayoría especulativas, donde vemos una nueva civilización intentando reparar los daños causados por esta pandemia que parece haber llegado para quedarse, por lo cual lo primero que se debe aprender es a vivir con los virus y modificar nuestros valores existenciales, si es que deseamos sobrevivir en este complicado universo donde nos movemos.
V
COVID-19.- Los venezolanos no parecen estar gestionando bien la terrorífica pandemia que nos azota a todos, tenemos la sensación que hacemos más caso al mundo político que al científico a juzgar por el comportamiento que se observa a diario en nuestras principales capitales. Mientras los médicos insisten en el distanciamiento social y en la capacidad de recepción en los comercios – 400 metros de espacio–,en Barquisimeto, donde vivimos, causa asombro como el público pasa por encima de la norma recomendada, especialmente en el China Town y en las zonas de espera del transporte público. La mayoría obvia las prevenciones y circula libremente desafiando temerariamente el mortal virus. O no entienden que significa el distanciamiento o simplemente no se enteran del peligro que corren sus vidas. En cuanto al mundo político, lo ideal es una mayor presencia de médicos en las pantallas de televisión y menos exposición de los políticos, la mayoría ignorantes del tema.
Luis Rodríguez Moreno