Mientras algunos países de Asia y Europa comienzan a relajar las medidas de distanciamiento social, otros en América Latina se han visto obligados a endurecerlas debido a la multiplicación de casos de coronavirus.
Chile iniciará la noche de este viernes una cuarentena total en la capital y sus alrededores en un desesperado intento por frenar el contagio mientras Guatemala declaró un toque de queda por tres días. En contraposición, en algunos suburbios de la capital boliviana se reactivó el transporte público pese a que los casos de COVID-19 están en aumento.
El gran Santiago, con ocho de los 18 millones de habitantes de Chile, concentra más del 80% de los 39.542 infectados y 394 fallecidos hasta ahora.
Chile tiene la menor tasa de mortalidad, un 1%, y el mayor número de testeos para detectar el virus y aislar a los infectados de América Latina. Pero a inicios de esta semana el panorama cambió violentamente, el gran Santiago casi duplicó sus nuevos infectados y el viernes registró el mayor número de decesos en un día: 26.
En la capital, de una docena de hospitales públicos con ventiladores mecánicos al menos dos rozaron el 95% de ocupación, admitió el Ministerio de Salud. Muchos otros están tocando el 90%.
La demanda de unidades de cuidados intensivos llevó a las autoridades a trasladar pacientes intubados a ciudades del interior, dijo el subsecretario de Redes Asistenciales, Arturo Zúñiga.
En tanto, Raschid Saud, director del Cementerio General, el mayor de Santiago, confirmó que ya se habilitaron 1.000 nuevas sepulturas. “Ojalá no las usemos”, dijo. Otros cementerios de la ciudad y de otras regiones también se están preparando para un eventual aumento en la llegada de cuerpos.
Otra preocupación adicional es que decenas de miles de santiaguinos viven de sus ingresos diarios. Las municipalidades han incrementado la distribución de canastas de víveres para los más necesitados, aunque no podrán ayudar a todos por mucho tiempo.
A horas de que se instale la cuarentena, centenares de vehículos congestionaban la principal carretera a la costa a pesar de que está prohibido trasladarse a segundas viviendas, mientras miles hacían largas filas en los supermercados para abastecerse pese a que los negocios de venta de alimentos y farmacias seguirán abiertos.
Por su parte, el presidente guatemalteco Alejandro Giammattei anunció un toque de queda de 24 horas por tres días para frenar la tasa de contagios que pasó de un promedio de 35 nuevos casos diarios a 176 en una semana. Sin embargo, lo hizo con algunas salvedades que dieron pie a que miles de personas se aglomerasen en las tiendas de barrio que están autorizadas a abrir por tres horas para abastecerse de alimentos.
“Sin salud no es posible la vida, ni la economía” dijo Giammattei el jueves por la noche al anunciar la medida.
En la última semana las medidas de distanciamiento se habían relajado con la apertura de comercios no esenciales como peluquerías y casas de venta de ropa y se había registrado un notable incremento en el tránsito de vehículos.
Giammattei informó que hasta el jueves había 1.487 infectados y más 30 personas fallecidas.
En contrapartida, en algunos suburbios de La Paz el transporte público comenzó a operar antes de que se levante la cuarentena y en momentos en que los contagios están en aumento debido a la presión del sector informal, que representa un 60% de la economía boliviana. Las autoridades analizan flexibilizar la cuarentena que lleva 55 días ante un creciente desacato en varias ciudades. En una semana los contagios se han duplicado en Bolivia, que el viernes registraba 3.320 casos y 152 decesos.
En Colombia, el ministro de Industria y Comercio, José Manuel Restrepo, señaló que “hemos venido avanzando con el reinicio de parte de las actividades productivas y en los últimos tres días 33.000 empresas de industria y comercio han solicitado la validación de sus protocolos de bioseguridad» de las cuales 23.000 ya reiniciaron sus labores.
Según el último informe del Ministerio de Salud colombiano en el país hay 13.610 casos y 525 fallecidos.
En América Latina se han registrado más de 430.000 contagios y más de 27.700 muertos.
El coronavirus ha infectado a más de 4,4 millones de personas y causado la muerte a más de 304.000 en todo el mundo, según el Centro de Ciencias e Ingeniería de Sistemas de la Universidad Johns Hopkins, que basa sus datos en los informes de los gobiernos y las autoridades de salud de cada país.