El teléfono de Libia Guillén dejó de ser de uso personal. Desde que inició la cuarentena su WhatsApp se llenó de videos y fotografías de más de 300 estudiantes de primero a sexto grado de primaria que debe atender como especialista de Inglés en el colegio privado donde trabaja en San Cristóbal. A cualquier hora suenan las notificaciones de recibido de contenido audiovisual, pues debido a los cortes eléctricos en la región, no se puede condicionar a los padres y representantes los momentos de envío de los trabajos desarrollados por los niños en casa.
La rutina cambió no solo para los niños y sus padres o representantes, la cantidad de trabajo que tienen los docentes también se multiplicó y su privacidad se acabó, pues directivos y coordinadores les exigen usar sus equipos personales para planificar, enviar y corregir los trabajos de los estudiantes, que en una semana pueden rebasar la capacidad del docente, pero también del aparato que usan para recibirlos.
Guillén contó que al recibir fotografías de los libros de Inglés que usan los niños para cumplir sus clases y tareas, el teléfono colapsó. “Asignamos a los estudiantes hacer las actividades de 4 páginas del libro de Inglés, deben enviar las fotos de cada página desarrollada, son 4 fotos por niño y si tengo 312 estudiantes en varias secciones de primaria puedo recibir alrededor de mil fotos en un solo envío, es terrible. Tengo que descargar las fotos, corregir de inmediato, limpiar el teléfono, enviarlas a la coordinadora, esto se complica aún más con la falta de energía eléctrica. Hay que trabajar incluso de madrugada”.
Es estresante y agotador
José García es docente especialista de Matemática de segundo año de secundaria, por fortuna es especialista en e-learning (enseñanza por internet) y eso le ha permitido aprovechar algunas herramientas para laborar durante el aislamiento social obligatorio; no obstante, calificó el trabajo como estresante y agotador.
“Tengo 130 estudiantes en cinco secciones de 27 alumnos por sección, el trabajo es demasiado agotador. Mi labor debería ser de 40 horas, eso es lo que me pagan, que además es insignificante, pero estamos dedicando muchas más horas en estos momentos”, advierte el matemático.
Los cortes de electricidad complicaron más la tarea, indicó García, quien señaló que los estudiantes y representantes dicen que no pueden ingresar a los contenidos en línea, que no pueden completar el envío de las tareas hechas, porque tanto alumnos como padres no manejan herramientas tecnológicas y padecen la crisis de los servicios públicos.
Para facilitar el trabajo solicitó que las tareas sean enviadas en formato PDF, pero muchos envían imágenes por separado. Esta situación de atender tantas fotos complica la recepción y la corrección. García conoce docentes a los que se les ha dañado el teléfono y el sueldo no les alcanza para recuperarlo o comprar uno nuevo.
El especialista en Matemáticas reside en Rubio, municipio Junín del Táchira, donde se va la electricidad al menos 18 horas al día. Se quedan sin internet ni señal telefónica, lo que dificulta mucho más la educación en línea.
Él pasó tres días diseñando una hoja de ejercicios de polinomios, un paso a paso para que los estudiantes entendieran. “Hice un video dando la clase y lo subí a YouTube, pero los representantes tampoco quedaron satisfechos porque el video no les carga, no abre, no tienen internet. En gran parte todo el esfuerzo de diseño y planificación de una buena clase se perdió debido a la situación de conectividad”.
La Educación Física también demanda 24 horas
Un docente especialista de Deporte en un colegio privado de San Cristóbal detalló que el tiempo laboral durante la cuarentena es de 24 horas por 7 días a la semana, no hay descansos de noche ni los fines de semana.
Este maestro de deportes, que prefirió no ser identificado, atiende alrededor de 750 estudiantes desde preescolar hasta sexto grado de primaria. En un día recibe alrededor de 30 videos por mensajes en su teléfono personal y unos 30 más al correo electrónico. No se impone un horario de entrega, ya que la situación de la energía eléctrica y de la conectividad es igual para familias y docentes. Con mucho gusto recibe el material, corrige y envía un mensaje de regreso a cada representante o estudiante.
Para dar sus clases el profesor de Deportes hace videos de rutinas de ejercicios que se pueden desarrollar en casa con objetos sencillos y disponibles. Él les da varias opciones mediante videos que edita, musicaliza y sube a YouTube. Los estudiantes reciben el enlace y deben imitar lo visto en el video.
Esto representa un giro total en su trabajo, que antes era en amplias canchas, con material deportivo y con los muchachos frente a frente. “La rutina cambió para todos, pero hay que tener buena actitud”.
Con la recepción del material hecho por sus estudiantes el teléfono se colapsa a cada momento, pues el espacio de almacenamiento es insuficiente. Lo que va recibiendo lo pasa al computador y lo organiza por carpetas para ir vaciando el teléfono. Ha logrado construir en estos dos meses un mecanismo de trabajo organizado que, sin embargo, no deja de ser mucho más volumen que en las clases presenciales.
La pandemia modificó las rutinas de enseñanza y aprendizaje. En el medio quedaron los docentes, agobiados por las exigencias de sus superiores en los planteles, de las familias en casa, y con muchas limitaciones para desarrollar la clase de forma virtual. Es una manera de desenvolverse que desconocían y que los llevó de golpe a la virtualidad, para la cual ni ellos ni sus aparatos estaban preparados.
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