Algunas consideraciones económicas sobre el saqueo al Hotel Portofino (y sobre otros saqueos que puedan suscitarse)
Los liberales defendemos tres derechos fundamentales: el derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad. Es innegable que los saqueos significan una violación al derecho de propiedad privada, y por esta razón desapruebo en primera instancia lo que considero un acto vandálico, violento. Sin embargo, mi desapruebo no imposibilita o impiderealizar algunas consideraciones económicas que buscan comprender – desde nuestra ciencia – a la conducta humana. En modo alguno deberá interpretarse lo siguiente como una justificación. Sí responde a la necesidad de comprender un poco más los fenómenos económicos y sociales.
El pasado 26 de abril una horda de personas decidieron saquear el Hotel Portofino ubicado en Margarita, edo. Nueva Esparta. Una de las particularidades – que en realidad es común denominador en todos los saqueos – fue el hecho de que los perpetradores concentraron sus esfuerzos en extraer principalmente bienes muebles y otros productos de valor.
Esto generó una pregunta totalmente válida, la cual buscaremos responder en este artículo, yes que si estas saqueando por necesidad ¿por qué te apropias de bienes que en nada se vinculan con la alimentación o con la satisfacción de necesidades básicas? ¿Podemos atribuir esta peculiaridad solamente al pillaje y al oportunismo? ¿los saqueos son en este sentido un consenso de delincuentes? Veamos que podemos argumentar desde un punto de vista económico.
Vivimos en un mundo donde los recursos son limitados, y hasta ahora solo existen tres formas para solucionar el problema de escasez. El primer camino para hacerse con lo escaso es la violencia; si quiero algo lo tomo, sin mediación, sin acuerdos
. La planificación centralizada se muestra como una segunda forma para solucionar el problema de escasez; un poder central se instala y toma las decisiones de producción y distribución de acuerdo con los criterios que este grupo súper facultado determine como prioritarios, si es que llegan a tener algún criterio medianamente objetivo. El mercado es la tercera forma de solucionar nuestro problema.Esto se logra por medio de un sistema libre de precios y con el respeto de la propiedad privada.
Tanto la violencia como la planificación central son insostenibles en el tiempo. Por esta razón los saqueos no son la norma. Suelen ser vistos en la actualidad como hechos puntuales y excepcionales. Dado que no es un sistema sostenible, e incluso implica un alto nivel de riesgo que compromete la vida y la libertad de quien saquea[1], merecen especial atención las razones que promueven este tipo de decisiones, que en el caso venezolano se hace muy evidente ya que la calidad de vida sus ciudadanos roza la menesterosidad.
Para responder a nuestra principal interrogante conviene tener en consideración que los costos y riesgos a los que incurre el saqueador son los mismos si irrumpe una frutería o un hotel: en ambos casos estas violando propiedad privada y por lo tanto hay causa penal, es decir, se corre el mismo riesgo de ir preso; puedes resultar igualmente herido indiferentemente de lo que estés saqueando, y aquí podemos incluir otros tantos riesgos vinculados con un evento de esta naturaleza.
Es por esta razón que el cálculo económico decisorio o determinante para la toma de decisiones por parte de los perpetradores deberá estar en la valoración de los bienes a saquear y en sus costos de oportunidad[como por ejemplo el peso, la capacidad de carga, etc]. Además, los bienes no solo se aprecian por sus capacidades para satisfacer necesidades inmediatas[como ocurre con los alimentos], también se aprecian por sus valores de cambio en el mercado, y con ello, la mayor o menor oportunidad que se tiene para obtener otros bienes a cambio de estos.
El oportunismo y el vandalismo disfrazado de hambre son insuficientes para explicar las razones por las cuales una persona saquea bienes suntuosos. Una persona necesitada puede inferir que por medio de la venta de un bien de lujo obtiene el dinero suficiente para adquirir luego bienes prioritarios en una proporción mucho mayor. Este cálculo no es complejo, parte incluso del sentido común.
Un contrargumento que encuentro interesante a este planteamiento es que una situación de hambre extrema requiere de inmediatez, y la adquisición de muebles, maquinarias, equipos o electrodomésticos implica tiempo entre la ejecución de sus respectivas ventas y la compra posterior delo que efectivamente haga falta para comer. Esta consideración merece otra pregunta ¿las personas esperan hasta el último momento para saquear o responden a sus expectativas racionales?
Si las personas consideraran el saqueo como último recurso, entonces no tendría mucha utilidad apropiarse de bienes suntuosos, no sería económicamente muy racional. Si ocurre la segunda posibilidad, es decir, si las personas prevén un futuro mísero y comienzan a reaccionar en consecuencia, entonces tomarán decisiones con el margen de tiempo necesario. Esta posibilidad le da un poco de sentido al hecho, reiterado, de saquear bienes que no satisfacen directamente necesidades básicas.
No es mi intención suponer que estas razones expliquen la totalidad de los casos. Habrá situaciones en las que muchas personas, en medio de una confusión social, aprovechen el caos a su favor y se apropien de lo ajeno sin encontrarse en una situación de precariedad. Sí es mi intención negar u objetar la postura que afirma todo lo contrario, es decir, aquella que sostiene que los saqueos no están motivados por la menesterosidad, valiéndose solo por el hecho de que los saqueadores se apropian de bienes suntuosos. Saquear por hambre no circunscribe al perpetrador al saqueo exclusivo de bienes prioritarios.
Con relación a la imagen que acompaña este escrito: una máquina de escribir, un tobo de basura y una especie de mini cava es lo que logro percibir entre las múltiples cosas que la señora de buen vestir lleva consigo tras saquear un comercio durante el Caracazo.
Oscar J. Torrealba
@oscarjtorrealba