Carora vivía una sacudida artística sin precedentes, la música, el arte, la poesía y la literatura estaban rompiendo un cascarón secular bajo el empuje de un hombre que llegó para eternizarse en la memoria colectiva, Juan Martínez Herrera, quien en compañía de Domingo Perera Riera y con la asesoría musical de Pedro José Zaspe y Eduardo Izcaray Muñoz, colocaron a esta ciudad como una referencia del canto polifónico a nivel nacional.
Y mientras los caroreños vivíamos este torbellino cultural apoyado por un auge ganadero soportado por el éxito en la cría de bovinos tipo Carora, en El Tocuyo también se vivía un despertar folclórico dentro del cual los hermanos Colmenares Peraza, José Rafael y Crispiniano, apuntalados en la fuerza económica de un Central Azucarero jugaron un papel estelar en el rescate y promoción nacional e internacional del Tamunangue.
Similares experiencias en torno al hecho cultural se vivían en los otros Distritos Larenses (así se denominaban en aquel entonces los Municipios), prohijada toda esta efervescencia por la estabilidad de un país que tenía varios años creciendo al 3 o 4 por ciento según indicaba su PIB, con una inflación de apenas un dígito bajo, con un dólar a 4,30 y tasas de interés estables donde las activas no superaban el 12 por ciento y las pasivas se colocaban entre el 4 y el 6 por ciento.
Por su parte la Democracia también mostraba signos de equilibrio y pluralidad ante la mengua casi absoluta de los movimientos guerrilleros. Era el año 1966 y Venezuela parecía haber dejado atrás los cuartelazos y el esfuerzo se ponía en buscar caminos políticos para allanar las profundas desigualdades sociales propias de un país tercermundista en la cual élites importadoras habían monopolizado el aparato productivo y el sistema financiero.
En este marco de aparente tranquilidad republicana pudo aflorar de manera hermosa el caudal de talentos larenses que anteriormente fluía de manera subyacente en los espacios constreñidos del ambiente artístico. En 1966 , con el apoyo del Gobernador Miguel Romero Antoni y el Presidente del Concejo Municipal, Luis Gallardo, se celebró el Primer Festival Folclórico de Barquisimeto, para beneficio y disfrute de todo un pueblo que con orgullo copaba las instalaciones del estadio Daniel Chino Canónico y también se agrupaba multitudinario en torno a los templetes y kioscos instalados en una avenida Venezuela que con transversales de tierra parecía en ese entonces un moderno implante urbano sin mucha utilidad para la cotidianidad de los barquisimetanos.
Para este festival cada Distrito preparó sus valores artísticos más destacados. Domingo Perera fue el líder de la legión caroreña, con la gran suerte que estando en estas lides organizativas el Piyuye Rojas le dio el dato que en Curarigua había un policía jubilado que era una maravilla cantando tamunangue. Allí fueron Juan Martínez y Domingo Perera a descubrir a Don Pio Alvarado, a quien le armaron un trío con la participación de Félix y Manuel Campos , el cual fue toda una revelación sobre los escenarios de este festival inolvidable, en el cual los caroreños ganaron 14 premios Reina . Y eso que estamos refiriéndonos nada mas a las competencias, porque Carora fuera de concurso se dio el lujo de traer a los maestros de la guitarra Alirio Díaz y Rodrigo Riera , quienes sin cobrar un céntimo y pagándose ellos mismos el traslado y el alojamiento entregaron su arte como un regalo de Carora a todos los larenses.
Mención aparte y especialísima merece la elección de la Reina del Festival, la cual estuvo muy reñida entre María Magda Colmenares en representación de El Tocuyo, Norma Pinto en representación de Carora y Rosario Anzola en representación de Barquisimeto. Las tres bellas, las tres cultas, las tres artistas. Al final ganó María Magda quien brilló bailando Tamunangue y cantando La Barquilla. Su padre Crispiniano demostró de donde le venía su chispa y alegría al acompañarla en su triunfo bailando con ella sobre el escenario.
Uno de los aspectos más hermosos de este primer festival folclórico de Barquisimeto es que sus frutos fueron continuados en el tiempo. María Magda con el apoyo de su padre se convirtió en promotora nacional e internacional del Tamunangue, organizando un conjunto completo que se presentó con grandes éxitos en calificados escenarios de Caracas y varias ciudades europeas. Ella además perfeccionó sus conocimientos sobre el origen y evolución de esta danza criolla y es actualmente una referencia ineludible al momento de evaluar el Tamunangue en las últimas décadas.
Por su parte los caroreños con sus éxitos obtenidos reforzaron su orientación de dinamizar el talento popular. Don Pío se estableció como un fenómeno folclórico a nivel nacional, sus canciones obtuvieron una excelente difusión y de esta manera su nombre quedó grabado como una reliquia caroreña del canto. Luego de este festival se manifestaron a la superficie ejecutantes formidables del cuatro, como por ejemplo La Chía, quien como caletero tenia manos y dedos muy gruesos no obstante “punteaba” el instrumento con singular estilo, siendo conocido nacionalmente por ser uno de los integrantes que se sumó al conjunto de Pío Alvarado , también surgieron de este boom musical guitarritas como Álvaro Álvarez y Valmore Nieves, cuatristas como Juan Carlos Álvarez y directores de orquestas sinfónicas como Felipe Izcaray.
Sí, ese primer festival folclórico de Barquisimeto celebrado en el año 1966 fue una autentica explosión cultural
Jorge Euclides Ramírez