Quizás el presidente Isaías Medina Angarita, el primero en decretar la conmemoración del Día del Trabajador y Rómulo Betancourt en establecerlo como feriado, jamás imaginaron que esta celebración se convertiría, desde hace 20 años, para los venezolanos, en una fecha más. Un día cualquiera.
En Venezuela sus ciudadanos no han podido celebrar un primero de mayo cuando el país que los vio nacer se encuentra sumergido en una crisis política, económica y social, la más profunda de su historia.
Desde hace algún tiempo, el venezolano decidió empaquetar este día, acumularlo y llevarlo escondido en un bolso invisible, cuyo valor sólo él conoce.
Por eso, hoy quiero hablarte a tí profesor, ingeniero, médico, enfermera, periodista, administrador, contador, electricista, chofer, albañil, zapatero, psicólogo, arquitecto, abogado, ama de casa y todo aquel que con entusiasmo, mística y lucha diaria aporta al crecimiento humano y desarrollo de esta nación.
Sigamos dibujando ese gran mapa de Venezuela, arranquemos las raíces del odio y busquemos la soluciones a nuestros problemas.
En este país aún existen venezolanos que reconocen el valor del trabajo, inspirados y en reinvención constante, resistentes al fracaso, que siguen buscando oportunidades a pesar de todas las vicisitudes que se les ha presentado en el trayecto.
Gente valiosa, comprometida y apasionada que piensa que la desidia, injusticia e impunidad no prevalecen para siempre.
Amigo trabajador, renovemos energías para continuar en la lucha, en la búsqueda de nuestros sueños, rescatemos el valor del trabajo honesto, honrado y decente, que nos permite un mejor presente y asegura un futuro diferente.
Tú que no te rindes, que trabajas con compromiso, que te inspiras aunque las circunstancias te golpean… ¡Sigue adelante! Venezuela necesita de tú esfuerzo.
