Dada la irregularidad bajo la que se se cerrará este ciclo académico, los maestros consideran que no puede pensarse en dar tres meses de vacaciones escolares que bien podrían aprovecharse para dar clases presenciales de nivelación
En un intento por no perder el año escolar debido a la cuarentena por coronavirus, el Ministerio de Educación decidió continuar bajo una nueva modalidad de aprendizaje a distancia. Su propuesta, que incluía a los subsistemas de educación básica y media, fueron unas clases televisadas trasmitidas en Venezolana de Televisión y Tves, ambos canales del Estado. Sin embargo, estas teleclases, lejos de mitigar los efectos colaterales de la pandemia en el sistema educativo, ha evidenciado aún más la improvisación del ente ministerial.
El gran «alcance» de la televisión en los hogares venezolanos determinó que ese medio fuese el principal difusor de Cada familia una escuela, programa a través del que se supone los estudiantes deben recibir contenido académico de calidad que vaya en cónsono con las mallas curriculares oficiales de cada nivel.
Pero los errores recurrentes que comenten los docentes que integran la telescuela no solamente han convertido el carácter masivo de la televisora en un arma de doble filo, sino que han puesto en tela de juicio la poca formación de los docentes escogidos por las autoridades.
Durante la cuarta semana de trasmisión, para ser exactos el pasado 15 de abril, una de las educadoras de primaria dijo en pleno programa que la central hidroeléctrica Simón Bolívar (Guri) «surte de agua a todo nuestro país». Después de esto, no han sido pocos los profesores y asociaciones vinculadas al gremio docente los que se han pronunciado al respecto.
«Hay errores que no se pueden tolerar y que tienen que ver con el ejercicio de la profesión. Un médico puede equivocarse en un diagnóstico, pero no puede confundir el hígado con el corazón. Si lo hace, deberían pasarlo a un tribual disciplinario. Nos podemos equivocar en apreciaciones, pero en lo que deber ser la columna vertebral, no podemos excusarnos,» señaló el profesor Tulio Ramírez, Director del Doctorado y Postdoctorado en Educación de la Universidad Católica Andrés Bello.
El experto comentó que esos planteamientos equívocos se están replicando y por tanto podrían anclarse en el cerebro de los niños, más aún cuando no ha habido ninguna rectificación por parte de las autoridades. A su juicio, continuar con las teleclases con la misma o poca planificación que han tenido hasta ahora, es seguir dándole espacio a la multiplicación de la ignorancia.
En ese sentido, la coordinadora de Educación de Fe y Alegría, Luisa Pernalete, dijo que mientras más alcance se tenía, mayor responsabilidad se adquiría sobre los contenidos difundidos. A su entender no era lo mismo cometer un error en un salón de clases que hacerlo en la televisión nacional abierta.
«Si yo digo algo errado en un aula, bueno mi error cae en 30 alumnos, puede ser que sí o puede ser que no. Si yo soy la directora del plantel, lo que haga mal o bien va a afectar a los 800 niños que estudian ahí. Entonces, si uno tiene posibilidad de ir a medios, la responsabilidad es mayor porque estás al aire, sabiendo que en teoría los siete millones de niños están escuchándote», expresó Pernalete.
Educadores sin formación
Desde la escuela de educación de la Universidad Católica Andrés Bello se emitió un comunicado en el que se cuestionaba la ausencia de la academia en los docentes que impartían clases en Cada familia una escuela. Resaltan que la imagen del docente que se refleja en el programa no contribuía al rescate de la vocación por educar, que creen necesaria para reconstruir el país.
«Cada Familia una Escuela pone en evidencia en el desempeño de los facilitadores de las experiencias de aprendizajes la falta de conocimiento sobre los contenidos que se presentan, así como también la falta de pertinencia para las características del desarrollo de los niños a quienes va dirigido el programa, más aún en los niveles de Inicial y Primaria», rezaba el documento.
En la clase del pasado 16 de abril, durante el segmento matemática para la vida, una de las maestras de primaria explicó erróneamente cómo graficar cinco tercios, pues en realidad lo que se mostraba en la lámina era el esquema de una fracción correspondiente a tres cuartos.
Sobre eso, Olga Ramos, analista de políticas públicas en educación, recordó que existe una generación de «docentes» venezolanos que proviene de las misiones Sucre y Simón Rodríguez, las cuales ella considera tienen programas que además de no brindar la calidad académica suficiente, tienen «un currículo con alto componente político».
Ramos aseveró que la decadencia que existe en el sistema educativo venezolano estaba «frente a los ojos de todos. Eso que hoy muchos pueden verificar, porque les toca ver el programita en casa, jamás debemos olvidarlo» y agregó que la destrucción de una de las dimensiones de la educación «tomaría mucho tiempo y esfuerzo revertirla, para poder reconstruir y restaurar el derecho a la educación, a una educación de calidad y sin discriminación en Venezuela».
De la improvisación no queda nada
En otras naciones las teleclases han funcionado, pues tal y como lo señala el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), lo que se quiere es no vulnerar el derecho a la educación de 1.400 millones de niños que viven en los 186 países en donde hay aislamiento total o parcial debido a la pandemia. Sin embargo, en Venezuela varios profesionales han coincidido en el mismo punto: no es malo ver clases por televisión, lo malo son las clases.
Pernalete considera que la idea de las clases televisadas no estaba mal, pero cree que el ministerio no debió improvisar, pues educación a distancia no significa tomar el texto de la clase presencial y dictarlo por la televisión. Se requiere adaptaciones de contenido y un despliegue técnico para llevar adelante un tercer lapso escolar de tanta calidad como uno en un salón de clases regular. Si no estaban listo, díganlo. ‘Nosotros vamos a tener las clases el próximo mes o dentro de 15 días’, pero no inventen decir que todo lo tienen listo y quien saben a quienes pusieron ahí», expresó la docente.
«Ha debido ser no tan apresurado y sobre todo con la debida atención de lo que se esta haciendo. El ministro ha debido girar instrucciones para que que los supervisores de la zona educativa escogiera a los mejores profesores de cada área de conocimiento, darles un debido entrenamiento y confiarle a esos profesores el dictado de esas asignaturas. Hacer que los niños del alto del Orinoco tengan la posibilidad de que el mejor profesor le de clase, no esta comiquita que están haciendo. Da vergüenza que estos programas salgan al exterior, ¿qué van a decir los países vecinos? «, explicó también el profesor Ramírez.
Rectificación que no pasará
Pese a que ni el ente competente ni tampoco los docentes participantes del programa se han pronunciado sobre sus equivocaciones, en el canal de YouTube de Venezolana de Televisión, donde se suben todas las clases del diario, los vídeos correspondientes a los días en que se dijo lo del Guri y las fracciones inversas, 14 y 15 de abril, ya no están, los borraron.
Tulio Ramírez opina que muy por el contrario a lo que es una rectificación, es lo que aquí llamamos «barrer la basura por debajo de la alfombra». Los niños ya recibieron el conocimiento y si no hay rectificación verbal, no hay manera de aclararles que la hidroeléctrica no distribuye agua.
Si bien el profesor afirma que con una enseñanza a distancia como la que existe se ampliará más la brecha entre»una pobre educación para los pobres y una cierta educación de calidad para los más pudientes«, Pernalete consideró necesario motivar a los estudiantes a mantenerse activos académicamente.
«Yo no digo que se acabe la televisión o la radio, sino que, un adolescente que pasó tres meses sin hacer nada, muy difícilmente cuando regresemos se reincorporará a la dinámica escolar», sentenció la docente.
En ese sentido, la educadora afirmó que cualquiera sea el avance que se logre en este tercer momento pedagógico, igual se tendrá que hacer una nivelación antes de iniciar el nuevo año escolar, pues no todos los niños desarrollarán las mismas competencias.
Respecto a una posible nivelación, la escuela de educación de la UCAB fijó su posición:
«Solicitamos al Ministerio de Educación a buscar formas de aprovechar el tiempo tradicional de vacaciones escolares, con la intención de recuperar espacios de atención presencial de calidad orientados a la enseñanza. Declarar vacaciones escolares en un año escolar no usual sólo confirmaría la separación del aula de clases de nuestra juventud por un lapso de seis meses, entiéndase más de 180 días sin actividades escolares regulares.»
La telescuela utópica
Para una docente con 40 años de experiencia como Pernalete, a la educación a distancia no se le puede pedir lo mismo que a la presencial. Es por esa razón que considera importante centrarse más en las competencias y no en el contenido, en actividades que estimulen la creatividad y el gusto por la lectura.
«El ropaje del programa, la forma tiene que ser mucho más atractiva porque además no puedes tener al niño cinco horas sentado viendo televisión o escuchando radio. No es posible sostenerse porque no es verdad que cada familia es una escuela, pues una familia acompaña, pero la mamá no es maestra«.
Señala que la unidereccionalidad de la radio y la televisión impide que se cree la relación personal entre el estudiante y el alumno, «¿Cómo yo pregunto: «Fulanito, me expliqué? No puedo».
Siguiendo esa idea, Ramirez señala que no únicamente el ministerio tenía que centrarse en que los maestros para las clases fuesen de calidad, sino también en que se reprodujese en el set de televisión el ambiente de un aula de clases.
Tulio Ramírez afirma que después de la pandemia, el ministerio va a mostrar unas cifras ficticias de lo que fue la tasa de prosecución escolar basándose en lo que se pudo dar en el programa. Cree que aunque digan que fue de un 1000%, va a haber muchos estudiantes con un falso positivo, con falsos conocimientos como los que se están impartiendo en las teleclases. A su juicio, cuando la educación venezolana retorne a su «regularidad», se va a tener que recoger los vidrios rotos que haya dejado la cuarentena, pues según él, no sólo serán «los errores conceptuales sino es el intento de adoctrinamiento».
Lea más en www.talcualdigital.com