El doctor Enrique Aristeguieta Gramcko fundador del partido Gran Alianza Nacional (GANA) envió este lunes una carta pública a el Enviado Especial de los Estados Unidos para Venezuela en donde lo conmina a aplicar la “Operación Antorcha”, como se hiciera en el norte de África durante la Segunda Guerra Mundial para generar un quiebre en las fuerzas que respaldan al régimen de Nicolás Maduro en Venezuela.
En la misiva Aristeguieta Gramcko detalla que durante la Segunda Guerra Mundial “el establecimiento de zonas liberadas en playas de Marruecos y Argelia, provocó el quiebre en las fuerzas francesas pro-nazi”, situación que pudiera ser igual de acuerdo a la situación que vive Venezuela con las Fuerzas Armadas porque “no están en capacidad de producir por sí solos un quiebre de la institución” por la cantidad de agentes cubanos que están inmersos en el componente armado.
Detalló que en varias ocasiones lo han intentado, así como muchas veces han sido delatados y luego sobrevienen fuertes consecuencias para ellos y sus familiares. Por eso, cree que el hecho de establecer sanciones, poner precio por la captura del mandatario Nicolás Maduro o que se profundice la crisis en la nación, no será suficiente.
Propone entonces que exista una «zona liberada» en alguna parte del país para que se instale el gobierno transitorio y de allí se pueda ir progresivamente recuperando el territorio, aunque para ello no cree necesario que exista una intervención extranjera, pero sí se requiere el respaldo tecnológico, político y logístico de una coalición internacional, que produciría el respaldo de la ciudadanía y los efectivos militares para alcanzar la libertad de Venezuela.
Acá la misiva textual de Aristiguieta Grancko a Elliott Abrams
Señor Elliott Abrams
Enviado Especial para Venezuela
Departamento de Estado
Washington D.C.-
Estimado Sr. Abrams:
Con gran interés leí su entrevista para el portal Infobae (https://bit.ly/2Y99638), donde usted expone cuál es la estrategia del gobierno de los Estados Unidos para lograr una transición democrática en Venezuela. Mediante la presente, me quiero permitir hacer algunas reflexiones sobre los temas planteados en la entrevista.
Comienzo por comentarle que la destrucción de las Fuerzas Armadas –así como su infiltración por parte de agentes cubanos– ha sido tan extensa que, en mi opinión, nuestros militares no están en capacidad de producir por sí solos un quiebre de la institución. Las veces que lo han intentado, han sido delatados, con terribles consecuencias para ellos y para sus familiares. Por tanto, para inducir una fractura militar, no basta esperar a que se profundice la crisis, poner precio a la cabeza de Maduro u ofrecer el levantamiento de algunas sanciones.
Para que se materialice un quiebre, es indispensable que se produzca un hecho de fuerza, que permita a los militares tomar partido. En este sentido, tendría que existir una “zona liberada”, en alguna parte del territorio nacional, en donde pueda asentarse un gobierno de transición, cuyo dominio avance progresivamente hacia el resto del país.
Aclaro que, para lograrlo, no es necesario el uso de tropas extranjeras, puesto que existen fuerzas militares y policiales venezolanas dispuestas a actuar, siempre y cuando cuenten con el apoyo político, logístico y tecnológico de una coalición internacional. Una vez se produzca un hecho de este tipo, entonces sí, civiles y militares se podrían volcar masivamente para apoyar a las nuevas autoridades.
Salvando las diferencias históricas y geográficas, quisiera señalar como ejemplo la “Operación Antorcha”, llevada a cabo en el norte de África durante la Segunda Guerra Mundial; cuando el establecimiento de zonas liberadas en playas de Marruecos y Argelia, provocó el quiebre en las fuerzas francesas pro-nazi, comandadas por el almirante François Darlan. Posteriormente, fue el propio almirante Darlan quien convenció a otros jefes militares franceses de abandonar su lealtad al gobierno colaboracionista de Vichy y unirse a las fuerzas aliadas.
Por otra parte, en la mencionada entrevista, la periodista Sebastiana Barráez le señaló que Nicolás Maduro no cuenta con ningún apoyo dentro las Fuerzas Armadas, pero que, lamentablemente, al parecer, el presidente interino Juan Guaidó tampoco tiene liderazgo en el mundo militar. Usted respondió que Guaidó, en su condición de presidente de la Asamblea Nacional y mandatario interino, tiene la legitimidad para comandar la institución castrense.
Ciertamente, Guaidó posee la titularidad formal del cargo, pero posiblemente no cuenta con el favor de los militares, en buena medida por los errores cometidos por su entorno. Usted conoce bien el rol que jugó un reo de la justicia norteamericana, Raúl Gorrín, en los acontecimientos del pasado 30 de abril; también está enterado del abandono por parte del gobierno interino a más de quinientos militares que cruzaron la frontera con Colombia. Esto, y otras cosas, explicarían parcialmente las reservas que puedan existir en el mundo militar.
Por estos motivos, me parece muy acertado que ni el usurpador Maduro, ni el presidente Guaidó, formen parte del gobierno de transición. Éste debe estar conformado por venezolanos, civiles y militares, de trayectoria intachable, calificados moral y profesionalmente, tal como ocurrió en 1958 en nuestro país.
En su entrevista, usted hizo referencia a ciertos ejemplos históricos, mencionando a Sudáfrica y a Zimbabue. Sin embargo, el caso venezolano es diferente, puesto que por primera vez en la historia de la humanidad, un cartel del narcotráfico toma el control del gobierno de una nación.
Como miembro de la célebre Junta Patriótica, tuve la oportunidad de luchar contra la dictadura del general Marcos Pérez Jiménez; y le aseguro que, pese a su talante despótico, el 23 de enero de 1958, ante la disyuntiva de masacrar a los cadetes de la Academia Militar, el general prefirió abandonar el país. En cambio, quienes hoy nos rigen, no dudarían en asesinar a miles de compatriotas y provocar una hecatombe, con tal de mantenerse en el poder.
Finalmente, quisiera plantearle que urge una solución inmediata al problema venezolano, puesto que nos dirigimos hacia una hambruna generalizada, en medio de una pandemia, con los inventarios de gasolina totalmente agotados, y con los sistemas de distribución de agua, de electricidad y de atención sanitaria totalmente colapsados. Lo que se avizora en el corto plazo es un escenario de caos, enfrentamientos fratricidas y balcanización del país.
Por otra parte, Maduro utilizará el tiempo que continúe en el poder para seguir desestabilizando la región. Sirva como ejemplo el puente aéreo que se inició la semana pasada entre Venezuela e Irán. Dada la condición terrorista del régimen iraní, esta conexión podría ser extremadamente peligrosa, si a ella se le suma la relación de Maduro con Cuba, Rusia, China, el fundamentalismo islámico y el narcoterrorismo colombiano.
Espero que usted analice estos comentarios, considerando que provienen de un venezolano de 87 años, que no ambiciona más cargos ni honores. Solo me interesa el bienestar de mi país y la seguridad regional, seriamente amenazada por Nicolás Maduro, un agente cubano que ni siquiera ha logrado comprobar su nacionalidad venezolana.
Para concluir esta carta, quisiera manifestarle mi profundo agradecimiento a usted, al pueblo y gobierno de los Estados Unidos, por el esfuerzo que hacen para contribuir con el restablecimiento de la democracia y de las libertades en Venezuela.
Sin otro particular, me suscribo de usted,
Atentamente,
Enrique Aristeguieta Gramcko