#OPINIÓN Por la puerta del Sol (67): Lecturas reflexivas #25Abr

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Gabriel García Márquez

…porque «Cien años de soledad» es la épica del pueblo colombiano

Álvaro Uribe V

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Macondo no era conocido, solo tenía unas cuantas casas, por eso nadie daba razón de su ubicación…porque Macondo fue un pueblo desconocido para los muertos hasta que llegó Melquiades y lo señaló con un puntico negro en los abigarrados mapas de la muerte.

Con el libro en la mano uno avanza, echa atrás las hojas relee y sigue.
Cómo tantas veces lo deja ver en sus obras, la estirpe nace de sus raíces y crece con el conocimiento, el amor y la constancia hasta lograr el retoñar del sueño que con » Cien años de soledad» se hizo realidad para García Márquez…porque la estirpe no se compra ni se implora, no se cambia ni se roba.

Avanzando en el tema, leer al inolvidable Gabo es volcar la memoria en ese magnetismo que tenía para atrapar la atención del lector y estimular su curiosidad con relación a la época, espacio, e imaginación al combinar el néctar extraído de las raíces autóctonas con el acontecer de las tradiciones, sucesos políticos, sentir en el alma el latir del pulso de la realidad nacional, mezcla que sabiamente utilizó en sus creaciones, hasta la reciente época que han dejado en sus obras profunda huella en las letras latinoamericanas, gracias a lo cual hoy se ufanan los fastos de su tierra natal Aracataca, enorgulleciendo a sus descendientes y continuadores…

Avanzando en la lectura. Desde los días del ajetreo patriótico, aún de generosas e ingenuas quimeras, resonaron con fuerza las voces de los héroes en el fragor de los combates por la libertad y como cause de luz en los horizontes empañados por el hollín de los arcabuces se abrió paso la palabra, dejando entre mensajes, ideas, opiniones y remembranzas lo que hoy es muestra clara de la fortaleza cultural que llena de gloria la literatura de los sucesos de Colombia, narrada por los hombres que acudiendo a las fuentes de la sabiduría, enriquecieron el fondo de sus ideas, la inspiración de su agilidad mental, el espíritu ilustrado conocedor de los espacios de la política, de las tradiciones y rincones de la patria, de la cultura y del fulgor de reputados escritores que como García Márquez han sabido trasladar de las palabras a la situación de la narrativa sus obras, tomando nota desde las raíces vernáculas con pluma rica, castiza, emotiva, razonadora, llena de matices, expresiones lingüísticas y fervorosas, plasmadas alrededor de los sucesos acaecidos en una época alucinante, mágica y estupenda llamada » Cien años de soledad»

Continuando con tan fascinante lectura, tal vez muchos estén de acuerdo con el personaje Melquiades de que todo lo que existe en el mundo tiene vida propia, otros más ambiciosos, menos creyentes tal vez se aprovechen y con buena imaginación aprendan a comerse las distancias para llegar más lejos…

José Arcadio Buendía cambió su mulo y sus chivos por dos lingotes inmantados. Creía que al arrastrarlos por ríos y caminos recitando a viva voz los conjuros de Melquiades encontraría oro. No encontró oro, solo una corroída armadura del siglo XV con un esqueleto que llevaba en el cuello un relicario de cobre y un rizo de mujer.

La ambición de ser muy rico lo llevó a perder la esperanza que Úrsula su esposa había puesto en su mulo y en sus chivos.

García Márquez merodeo en sus libros la poesía, recuperó del olvido el universo tropical, los ardientes puertos del Caribe, la naturaleza viviente descompuesta, perfumada y cargada de hechizos mil.

En Cien años de soledad es la palabra a la que la imagen da vuelo libre.
Comenta Ángel Rama en su libro (que leo con avidez) que uno de los matices de la magia artística es la virtud premonitoria del humor, lo que justifica la conjetura de S. Freud de que libros como Cien años de soledad no solo tienen algo de libertador, comparable en ella al ingenio y a la comicidad, sino que también hay algo de sublime y elevado, características que no se encuentran en otros órdenes de adquisición del placer por una actividad intelectual.

Es un deleite leer cada obra de García Márquez y darse cuenta que todas están engarzadas a la historia del mismo pueblo abandonado, mientras el sol sigue imparable esparciendo sus reflejos en una indefinida lejanía.

Seco es tu paisaje Macondo, pero sigue siendo bello, tu río es el eterno enamorado que invita el pensamiento a tender sus alas sobre la mágica tierra del querido paisano Gabriel García Marquez.

Sigue cantando turpial en la rama o el alero, canta y aleja con tu bello plumaje los pesares de Macondo enfermo fe tenaz melancolía…

Amanda Niño de Victoria

[email protected]

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