La corrupción es uno de los mayores males que afrontan los países, porque devastan las instituciones públicas, malgasta los fondos del Estado y termina por desmejorar la calidad de vida de los ciudadanos. Lamentablemente en Venezuela, durante las dos décadas de chavismo, hemos sido víctimas del descarado aumento de esta injusticia a niveles nunca antes vistos, al punto que el deterioro de todo el país se hace evidente en la fuerte crisis que vivimos a diario.
Nuestro sistema de salud también ha sido devastado por la mala administración del régimen y la corrupción que su modelo promueve. Hoy los hospitales ni siquiera tienen los insumos básicos necesarios para atender a los venezolanos, por lo que los doctores le piden a los pacientes llevar sus propios insumos, pero la escasez de medicinas y productos médicos es tan alta que muchos no se consiguen en el país y deben ser importados. Este es un proceso que la mayoría de venezolanos no pueden cumplir porque el salario, como consecuencia de la hiperinflación, es tan bajo que no alcanza para eso.
Así mimo, por la falta de inversión, la mayoría de las estructuras de los hospitales están deterioradas y casi en el abandono. Sin duda su estado es mucho peor al que tenían antes de 1999. Además, el régimen que tanto afirma que ha construido grandes centros de atención médica y hospitales, no ha dejado más que un montón de obras inconclusas, que funcionan a medias o nunca se inauguraron, porque el dinero para su desarrollo terminó en los bolsillos de los allegados del régimen. Por culpa del chavismo, curarse y gozar de buena salud es un privilegio, cuando nuestra Constitución establece que es un derecho que todos debemos gozar.
Tuvieron el boom petrolero más alto de la historia, pero desperdiciaron y robaron ese dinero. No lo invirtieron en educación, en producción ni salud. Hoy cuando enfrentamos el peligro del COVID-19, el sistema de salud venezolano está en su situación más crítica, poniendo en riesgo la salud y vida de millones, sin distinción de género, raza, estatus social, religión o ideología política. Somos más vulnerables ante la pandemia por culpa de una cúpula que se aferra al poder y que malgastó los ingresos del país.
De esta forma lo que Venezuela necesita es un cambio político real, que proponga un modelo que si tome en cuenta los problemas del pueblo. La salud es un derecho de todos los venezolanos y debemos recuperarlo. Reconstruir nuestro sistema de salud es una de las principales metas que tenemos y debemos cumplir. Solo así podremos lograr que Venezuela vuelva a ser un país que responda a las necesidades de la población y garantice calidad de vida para todos.
Stalin González