Para recordar:
“Hay camino que parece derecho al hombre, pero su fin es camino de muerte”
(Proverbios 16:25)
Cada 22 de abril, se ha tomado como el día de la tierra; y pensamos que muchos quieren hablar de la tierra: Sin contaminación, aire limpio, un mundo verde, pero quede alguna forma lo estamos destruyendo, a pesar de los esfuerzos que hacen o hagamos.
A la vez preguntamos: ¿Cuál será el verdadero día del cumpleaños de este planeta? ¿En esta fecha se habla más de la tierra que de su Creador? A pesar de la libre elección de creer o no en Dios, el salmista David señala: “Los cielos cuentan la gloria de Dios y la expansión dice la obra de sus manos” (Leer el Salmos 24).
Según la Biblia: Jesucristo,su Padre y el Espíritu Santo, estaban presentes en la creación cuando dijeron “hagamos al hombre” y de paso “a su imagen”;aunque en la Santa Escritura, sin aires de contradicción, muestra al Hijo, como el Verbo,Creador, cuando menciona: “Por Él (por Cristo) fueron hechas todas las cosas” (Juan 1:3).
Es una realidad que todos tenemos un día para haber nacido, tras 40 semanas de gestación. La tierra también lo tiene. En ese sentido, la Palabra Santa dice que Dios tardó seis días, de una semana literal, para hacer la tierra.Creó la luz, separó las aguas de la tierra, creó las plantas, los astros, los animales y al hombre.
Y el séptimo día, Dios, finalizó su obra y el sábado reposo, lo bendijo y lo santificó. Por esa razón, cada sábado es un día muy especial e importante para recordar y adorar a Dios como Creador. Por ello, necesitamos descansar ese día de la semana, al igual que el planeta; hay personas que no descansan ni un día, ni la tierra tampoco.
Pensando en voz alta: Si todo ser humano observara el mandamiento de Dios, escrito en Éxodo 20:8-11, algo respaldado en la Biblia, como en Isaías 58: 13,14, para adorar a Dios “en su día santo”, no andando en nuestros caminos, este planta fuera otro.
Un día sagrado no es malo. Se probó cuando se impuso la cuarentena en Wuhan, China, donde se inició la pandemia del coronavirus y a los pocos días se vio la atmósfera más limpia, observado por satélites ¿Pasaría eso a la tierra semanalmente?
Así como decimos que madre es una sola y eso es verdad, este planeta fue la madre del primer hombre.Prueba de ello es la herencia y tal vez por esto, todos tenemos o necesitamos los mismos elementos que posee este globo terráqueo como: agua, hierro, magnesio, zinc, potasio, calcio, sodio, oxígeno, entre otros.
Algunos dicen que para ser creacionistas se necesita Fe, pero para ser evolucionistas se necesita más fe; porque creer a Darwin, evolucionistas, científicos y otros, sería aceptar que la tierra se formó de la nada; o que venimos de un renacuajo, un mono, y eso es como pretender que un reloj, hasta el más simple,se haya armado solo.
Desde acá, saludamos al profesor Hugo García, quien ha compartido con nosotros, amigos y algunas radios de señal abierta, unos 60 micros de “90 segundos (cada uno) para reflexionar sobre la creación”. Con hechos científicos, estudios,junto a la Palabra de Dios, resultan incuestionables, interesantes desde distintos puntos de vista.
Todo lo anterior, es la razón de nuestro verso inicial: “Hay camino que parece derecho al hombre, pero su fin es camino de muerte” (Proverbios 16:25). Cada quien cree lo que quiere, pero al final puede ser un camino tortuoso o de muerte.
Hablar de alguien que no se pueda defender es muy fácil, pero muy malo y cobarde. Eso sucede con la tierra o Dios, como tal, no se pueden defender, pero hay cuatro aspecto que “hablan” por la deidad y la tierra y son: 1) La Naturaleza. 2) Su Palabra. 3) Jesús, su Hijo. 4) El ser humano.
Hablar de los males del planeta, es una señal que le queda poco tiempo y debemos prepararnos para el encuentro con el Creador o con Cristo (Apocalipsis 11:18).
No obstante, alegrémonos porque el Hijo de Dios viene pronto, para llevar a todos los que se salven al cielo (Juan 14:1-3) y luego, después de 1000 años (Apocalipsis 20: 2,4,6,7), habrá una nueva creación (Isaías 66:22,23) y en Apocalipsis se refrenda así:“…porque el primer cielo y la primera tierra pasaron” (21:1).
Eduardo Iván González González
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