Aunque la tristeza no es cristiana, a veces ese sentimiento tan humano nos domina. San Pablo nos insta a estar siempre alegres: “Estad alegres, oren sin cesar y estad siempre alegres”, dice el apóstol de las Gentes en su primera carta a los Tesalonicenses. Yo diría entonces que la alegría es un mandato divino. La vida tiene claroscuros inmensos y la existencia del hombre sobre la tierra aunque es hermosa, grata, llena de posibilidades para el bien, también es dura y difícil, y a pesar de eso debemos estar alegres, porque la Patria definitiva es la que nos espera después de la muerte, cuando ocurra el encuentro final con Dios, quien es la suma alegría y la plena felicidad. Estemos pues alegres. Sin embargo, repito, la vida es difícil y es probable que en muchas circunstancias nos invada la tristeza. Esto es inevitable, Hay momentos en que surge una sensación extraña, una especie de vacío que sólo la fe en Dios lo puede llenar. Lo vivimos todos, por ejemplo, con la muerte de un ser querido o de tantos inocentes que las balas asesinas han arrebatado.
Estas semanas hemos vivido en Barquisimeto y en el mundo entero, unas semanas difíciles. El coronavirus continúa haciendo estragos en todas las latitudes del globo terráqueo, no hay país que escape a esa pandemia. A esas duras noticias le agregamos otras en Venezuela, como la continua persecución del régimen a quienes no piensen como él, las prohibiciones arbitrarias e inconstitucionales de andar por la calle, la falta de agua, luz eléctrica, medicinas, gas para cocinar, carestía desmedida de la vida, etc.
He visto también por las redes sociales unos pintorescos ejercicios militares, reales o inventados,para supuesto entrenamiento ante una intervención extranjera. Difícil semana. Particularmente me llaman la atención, los larguísimos e inexplicados cortes eléctricos que hemos sufrido en todo el país,incluyendo por supuesto Barquisimeto. En la zona donde vivo, por ejemplo, tuvimos cortes eléctricos casi toda la semana pasada, de hasta seis horas algunos de ellos. A la hora de escribir estas líneas, hemos sufrido más de diez horas sin luz eléctrica, en menos de 24 horas, por todo ese sector.
Ante ese injusto castigo me pregunto, cómo sufrirán los enfermos, los ancianos, los niños, sobre todo los recién nacidos. Cómo harán las clínicas y los hospitales para combatir el coronavirus. Y el régimen de Maduro no se da por enterado, ni ofrece explicación alguna. Con razón la cantidad de venezolanos molestos crece cada día. Todos entenderíamos si se diera una explicación de esos cortes eléctricos, si se nos explicara que por daños y mantenimiento de las turbinas generadoras de la electricidad, durante unos meses determinados y limitados, habrá cortes programados para ahorrar electricidad mientras se realizan esos trabajos. Pero nada de eso se explica, hay un silencio espantoso que preocupa a toda la población, la cual solo sufre sin saber la razón de la falta de electricidad y sin saber cuándo volverán a cortar la electricidad.
Lo mismo ocurre con el tema de la gasolina. Qué pasa con la gasolina, por qué no hay, si somos un gran productor de petróleo. Es elemental exigir explicaciones, el país es de todos. Cómo le gustaba a Chávez aquella frase del Libertador Simón Bolívar, según la cual “el mejor gobierno es aquel que proporciona la mayor suma de felicidad posible”. Parece que para el régimen es al revés: “el mejor gobierno es aquel que proporciona, la mayor suma de angustia y tristeza posible.”Duele decir todo esto. Descorazona cómo está hoy nuestra querida Venezuela, ruego a Dios nos conceda mejores tiempos para nuestros hijos y nietos.
Joel Rodríguez Ramos