El agua es vida, no la malgaste. Era una recomendación del instituto nacional de Obras sanitarias (INOS) empresa pública de muy rata recordación en estos tiempos donde el preciado líquido es cada día más escaso en Venezuela, con mayor incidencia en Barquisimeto donde es más factible que salga petróleo en un pozo que un yacimiento acuífero. El INOS; no obstante, cumplía eficientemente con el trabajo encomendado, gracias a sus excelentes ingenieros y personal de cuadrillas, listos todos para acudir a las llamadas de la comunidad. Conocí en esa oportunidad a dos excelentes periodistas del equipo de relaciones públicas, Manuel A. Pérez Díaz y Arcadio Venegas Jr., dos funcionarios con una gran vocación de servicio público, hoy lamentablemente fallecidos. En el INOS también trabajaba don Antonio Heredia, celebrado interprete de Pasillaneando, una inspiración del doctor José la Riva. Con la llegada de la nueva administración todo cambió de nombre y el instituto se transformó en hidrológicas, pero sin la calidad de su antecesora. Sus operaciones, muy cuestionadas por las comunidades, se debaten entre lo pésimo y lo paupérrimo.
II
El tiempo, viajero inexorable, y una Venezuela sin memoria, fueron dejando atrás esos momentos estelares de la vida republicana para dar paso a un cambio radical en nuestro sistema de vida. La ambición de unos pocos y la complicidad de muchos, permitieron cambios inesperados en un país jactancioso de sus riquezas, seguro de poseerlas para siempre sin el menor esfuerzo. La mayor parte de las instituciones desaparecieron o cambiaron de nombre, y el dinero continuó fluyendo a mares al mismo ritmo que el país se entregaba al desenfreno. Nuestras ciudades perdieron progresivamente su atractivo y la pobreza comenzó a mostrar su peor cara en cada una de ellas. La luz, el agua y otros ser vicios públicos perdieron su efectividad sumiendo en la desesperanza a millones de compatriotas que huyen despavoridos en busca de una nueva y mejor calidad de vida, olvidando, sin embargo, que una vez la tuvieron y la dejaron escapar. No se necesita ser un profeta del desastre para sospechar que de mantenerse esta escasez, Barquisimeto y sus alrededores se convertirán en un gran desierto en los años por venir.
III
OBITUARIOS: Se acaba de despedir nuestro apreciado Orange Chirinos, empresario exitoso y hacedor de amigos en su larga caminata por la vida. En sus últimos años no perdió la oportunidad de establecer un puente entre Barquisimeto, San Cristóbal, Mérida, Londres y Madrid para disfrutar de sus grandes pasiones: sus hijos a quienes amó sin reservas, y la fiesta brava, como aficionado de solera y conocimiento. Su imagen de hombre bueno siempre la tendremos presente cuando escuchemos timbales y clarines en las arenas del planetilla de tauro. Días más tarde fallecía en Miami nuestra Mariahé Pabón, periodista de altos quilates y amiga de años. Había nacido en Colombia, pero era una venezolana de cuerpo y alma, de una notable inteligencia que le valió merecidos reconocimientos en su larga trayectoria… La muerte, compañera inseparable de la vida, también se llevó a dos apreciados amigos esta última semana. Fabio Grisolía fue un merideño muy vinculado al campo desde su rol de ganadero de reses bravas, empresario e integrante de una apreciada familia de los andes venezolanos que dejó un rato recuerdo entre quienes tuvimos la suerte de conocerle. A última hora supimos del fallecimiento de Francisco Sánchez Rodríguez, hombre de medios de comunicación y valioso ciudadano de esta región. Un abrazo solidario para su familia en esta hora aciaga para nuestro país.
IV
Cuando suceden acontecimientos que alteran la normalidad del día a día descubrimos con asombro cómo el ser humano modifica de una manera bestial su conducta, la cual pone al descubierto su verdadera personalidad y actitud en los momentos más importantes de su existencia, para bien, o para mal. Siempre me he preguntado lo que piensa un comerciante que decide aumentar el precio de los alimentos en estos turbulentos y dramáticos días cuando lo que debemos hacer es un ejercicio de solidaridad para reivindicar nuestra identidad como seres humanos. Practicar el canibalismo en estos tiempos no solamente constituye un delito penado por las leyes, revela, sin lugar a dudas una falta de grandeza espiritual, sin cuya presencia el hombre queda reducido a su mínima expresión. Me da mucha pena haber conocido a tantos, en estos terribles días de pandemia universal.
V
Reconozco que no soy tan fanático del béisbol como lo soy del fútbol, pero nunca se me ocurriría hablar mal de ese deporte que tantas satisfacciones le la dado a los venezolanos, muchos de ellos verdaderas estrellas que brillan con luz propia, entre ellos Ronald Acuña a quien Juan Vené le dedicó unos párrafos de su columna con unos consejos que podrían ser muy útiles en el desarrollo de su incipiente carrera. Ese comentario de Juan Vené produjo reacciones diversas a favor y en contra del veterano periodista con quien se puede estar en desacuerdo, pero reconociendo su inigualable talento y conocimiento como una gran figura del espectáculo, que lo es por merecimiento propio. Por esa, y otras razones más, rechazo las vulgares expresiones de Oswaldo Guillen, un ex pelotero ligero de palabra que carece de estatura moral para juzgar las opiniones de Juan Vané. Es el mismo que alabó en una oportunidad, sin vergüenza alguna, al matarife cubano Fidel Castro, ofendiendo de esa manera a las víctimas del oprobioso régimen.
Luis Rodríguez Moreno