El dólar imparable y la incapacidad de Nicolás Maduro de garantizar la gasolina a los sectores prioritarios, entre ellos el de alimentos, han hecho que los productos básicos se encarezcan en medio de la cuarentena
El aumento del dólar paralelo y la escasez de gasolina que ha obligado a productores y comercializadores a comprar combustible bachaqueado en divisas, han encarecido los precios de la proteína animal y de otros alimentos en medio de una cuarentena que tiene a buena parte de la población confinada sin trabajar ni generar ingresos.
En Caracas, un kilo de carne de res cuesta más de medio millón de bolívares, un cartón de huevos más de dos salarios mínimo y un pollo entero está sobre los 900.000 bolívares.
En un establecimiento ubicado en la avenida Rómulo Gallegos, la carne de res costaba este jueves 16 de abril 750.000 bolívares, el queso llanero 590.000 y el kilo de pollo entero 315.000 bolívares; mientras que en un supermercado en Santa Eduvigis la carne es vendida en 545.000 bolívares, el pollo en piezas en 395.000 el kilo, el cartón de huevos en 655.000, el queso duro en 725.000 y el queso amarillo nacional 1,4 millones de bolívares.
En un mercado en la urbanización El Marqués un pollo completo costaba 900.000 bolívares.
En Los Símbolos, el kilo de queso duro subió de 270.000 a 500.000 bolívares desde que el gobierno impuso la cuarentena, y el kilo de carne pasó de 260.000 a 550.000 bolívares, un incremento de 111% (más del doble).
La aceleración de los precios obedece fundamentalmente a tres factores. El primero es el importante aumento del dólar paralelo, que entre el 19 de marzo y el 15 de abril escaló de 68.633 a 135.211 bolívares en promedio, lo que significa una variación de 97% en un mes, es decir, que casi se duplicó. Sin embargo, este jueves 16 de marzo bajó hasta los 124.790 bolívares.
Gasolina bachaqueada
En los precios de los productos también ha incidido el incremento del costo de producción y de flete por la escasez de gasolina, que ha llevado a los productores y distribuidores a pagarla en divisas en el mercado negro.
Durante la cuarentena Venezuela ha pasado de tener el combustible más barato, con un precio oficial de apenas 0,00006 bolívares el litro de 95 octanos y 0,00001 bolívares el de 91, a pagar el más caro del mundo. Los revendedores la ofrecen hasta por tres dólares el litro.
Ya pasaron los primeros 30 días de la cuarentena aplicada por Nicolás Maduro en todo el país desde el 17 de marzo para controlar la expansión del coronavirus, y el gobierno sigue sin garantizar la gasolina a los sectores productivos para que puedan mantener la producción y trasladar los alimentos a los centros de consumo y a los centros de transformación de la materia prima.
«Hemos hecho lo imposible. No hay puerta que no se haya tocado ni autoridad con la que no se haya hablado en los municipios productores de carne y de leche para exigir que se nos entregue el combustible», asegura Armando Chacín, presidente de la Federación Nacional de Ganaderos de Venezuela (Fedenaga).
«Teníamos algunas reservas, pero ya se nos agotaron. Para esta segunda cuarentena, que son 30 días más, es inviable que podamos atender nuestras unidades de producción y sacar los productos».
Señala que solo se ha atendido a productores agropecuarios en menos de ocho municipios de seis estados de los 17 que son productores del rubro. «Hay municipios que a estas alturas ni siquiera han tenido una estación de servicio abierta. El tema del desabastecimiento se va a empezar a sentir«.
En el municipio Guanarito de Portuguesa, por ejemplo, los ganaderos no han tenido acceso al combustible. La producción de carne y de queso se ha venido paralizando, también por otros factores como el colapso del sistema eléctrico, la falta de insumos y la inseguridad en el campo.
La poca proteína animal que sigue saliendo de las unidades de producción del municipio es trasladada con gasolina bachaqueada, vendida en dólares. Hasta hace poco los revendedores ofrecían una pipa de 200 litros en 20 dólares, pero desde que empezó a escasear a mediados de marzo, elevaron el precio del litro a un dólar, por lo que los productores tienen que desembolsar 200 dólares.
“Los dueños de las fincas tienen que comprar la gasolina bachaqueada para vender el ganado al matadero. Ellos no pueden perder, tienen que aumentar los precios y por eso los alimentos se han encarecido”, afirma el ingeniero Carlos Terán, responsable del Movimiento Agroalimentario del partido Voluntad Popular en Portuguesa.
En Apure, una gandola de 32.000 litros pasó de costar prácticamente nada a 64.000 dólares (cada litro en dos dólares); y en Táchira, una sola pimpina de apenas 20 litros la revenden en 150.000 pesos colombianos.
Fallas en el abastecimiento
La disminución de la oferta de alimentos en el mercado, como consecuencia de la falta de combustible para producirlos y trasladarlos, también dispara los precios. Fedenaga y la Confederación de Asociaciones de Productores Agropecuarios de Venezuela (Fedeagro) sostienen que está en riesgo de perderse la producción nacional de carne, leche, hortalizas, raíces, tubérculos, granos, leguminosas, arroz, caña de azúcar, frutas, huevos, aves y cerdos. «Los productores agropecuarios, los empleados y obreros difícilmente pueden acudir a las unidades de producción y los que acuden no pueden cosechar ni trasladar sus cosechas a los centros de comercialización y distribución, por la falta de combustibles».
En Caracas ya hay fallas en el abastecimiento. El domingo 12 de abril no había carne, pollo ni huevos en un supermercado y un establecimiento ubicados en La Florida. Los trabajadores aseguraron que se debía al asueto de Semana Santa, pero tres días después, el miércoles 15 de abril, aún no les había despachado estos alimentos.
Por estos tres factores, además de un importante aumento de la base monetaria debido a las medidas populistas del gobierno que anunció el 22 de marzo, entre ellas las bonificaciones directas y el subsidio de pago de nóminas de las pymes, se espera una nueva aceleración del índice de precios. Si la situación continúa así, Venezuela estaría lejos de salir de la hiperinflación que este próximo noviembre de 2020 cumple tres años.
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