El liderazgo ciudadano toma la batuta durante la cuarentena y sigue dando muestras de solidaridad en la entidad larense, en especial a los niños de escasos recursos, población vulnerable que queda expuesta a las consecuencias socioeconómicas de la Covid-19.
Jesús Pernalete Túa, es fundador del proyecto Esperanza Activa, ONG que se ha convertido en un movimiento de guaros que se dedica a atender a niños de comunidades populares del estado Lara. Además, es cofundador de un semillero de organizaciones cuyo objetivo es promover el desarrollo integral de la persona.
Pernalete, contó a El Impulso.com que el Proyecto Flor de La Esperanza tiene programas de desayunos en escuelas de Fe y Alegría, Monseñor Romero en el barrio El Trompillo y Escuela Ana Soto en Pavia ambas en Barquisimeto. Los niños participan en los programas educativos, deportivos y de alimentación.
Ante la cuarentena, el programa de alimentación ha reducido la entrega de 600 comidas diarias de lunes a viernes a 200 niños, por la escasez de gasolina. Sin embargo, «estamos intentando que puedan recibir un almuerzo diario», dijo Pernalete. Asimismo, «estamos dejando insumos, o combos de alimentos, para que las familias puedan prepararlos en sus casas».
«Las familias que están en los sectores más humildes de Barquisimeto, requieren trabajo diario para poder mantener sus gastos de manutención y alimentación especialmente. A nosotros nos preocupa mucho el hecho de que una cuarentena muy extendida, ya está haciendo estragos en los presupuestos familiares. Es muy probable que la gente quiera salir a trabajar para llevar el sustento casa. Está realidad escapa de la manos de la organización».
En esta realidad, Flor de la Esperanza mantendrá activado el apoyo de alimentación a las familias que normalmente son beneficiadas, con los protocolos sanitarios de prevención. «Las familias quedan agradecidas por el aporte recibido», expresó Pernalette.
Señaló que este tiempo de cuarentena deja al descubierto la situación de vulnerabilidad en la que están los grandes sectores de la población venezolana en el tema económico, alimentario y sanitario.
«Hay una fragilidad que va más allá del trabajo de las fundaciones, hay una realidad que es responsabilidad del Estado y deben ser corregidos a futuro, porque cualquier situación de crisis o emergencia en Venezuela deja en evidencia la fragilidad de la vida humana y la violación al derecho de la alimentación, finalizó.